Trump contra las cuerdas

Sin embargo, ha llegado a Presidente de los Estados Unidos, demostrando que es el país de las oportunidades, incluidas las más escatológicas. Hay quien lo atribuye a un caso extremo de machismo, hay quien lo ve como consecuencia de su apellido (triunfo en español, aunque cambiándole la vocal se convierte en tramp, desarrapado, pronunciándose lo mismo) y hay quien lo atribuye a un complejo de inferioridad desde que la alta sociedad neoyorquina, aquélla que tiene palco en la opera, reserva una mesa en las cenas benéficas del Metropolitan Museum y tiene villa en los Hamptons, nunca le han aceptado ni le aceptarán. Él se venga poniéndola verde y presumiendo de poder y mujeres guapas.

Una combinación explosiva que ha terminado volviéndose contra él. Anunciar su candidatura a las próximas elecciones presidenciales y sonar los timbres de alarma en los círculos políticos demócratas y buena parte de los republicanos ha sido todo uno.

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Para desenterrarse asuntos más o menos turbios de su actividad como empresario y como político, que no faltan, con el resultado de que un juez le haya citado para que responda a los cargos de fraude fiscal cometidos a lo largo de los años por su Organización electoral. Concretamente, las instrucciones que dió a su abogado Michael Cohen de que pagase 130.000 dólares a la actriz Stormy Daniels para que silenciase la relación extramarital que había tenido con el candidato a presidente. Cosa que el abogado hizo reluctantemente, al estar harto de lavar la ropa sucia de su cliente y ha terminado denunciándole.

Al lector puede parecerle raro que el mayor delito que puede atribuirse a Trump es haber lanzado a sus seguidores más fieles asaltar el Congreso, cosa que hicieron con auténtica furia como pudimos ver. Pero hay dos buenas razones para ello. La primera, que se pagó a Cohen con dinero de la campaña electoral de Trump, lo que es un delito, y puede más grave, no quiere darse más argumentos a los seguidores del expresidente, que son más de los que se pensaba, como muestra que haya recibido cuatro millones de dólares en donaciones durante los últimos días.

Trump habla de «caza de brujas» y asegura que el juez le odia. Y esto es sólo el empezar, que veremos expandirse como esos incendios que carbonizan montes y valles. Hay mucho cabreo, mucha polarización entre los norteamericanos hartos de políticos que, en vez de resolver los problemas del país, les dan largas, miran hacia otro lado o buscan la forma de mantenerse en el poder o de alcanzarlo. Algo que, por experiencia, conocemos de sobra los españoles. Lo grave es que los norteamericanos tienen un arma en su casa y si el cabreo supera un determinado nivel, la descuelgan.