Kissinger

Ya que buena parte de los miembros de la Asociación de Corresponsales Extranjeros en Nueva York eran europeos coincidimos en que convendría pedir un encuentro con él, que nos fue concedido. Para evitar los trámites de seguridad que traería el que cada uno fuese por su cuenta, alquilamos un autobús que nos llevaría y traería a Washington, y allá nos fuimos creyendo que íbamos a tener la noticia del año, puede del siglo para nuestros periódicos.

Kissinger nos recibió sonriente en la sala de Prensa de la Casa Blanca y lo del acento era verdad. Lo que no sabíamos era que el nuevo secretario de Estado norteamericano tuviese un humor tan cáustico. Nuestro anfitrión renunció a preámbulos, invitándonos sin más a preguntarle. La Guerra de los Seis Días había tenido lugar no hacía mucho, y por ahí empezó el interrogatorio. ¿Iba Israel a anexionar el 'West Bank'? ¿Que pasaba con la parte árabe de Jerusalén? ¿Cuál era la actitud del gobierno USA sobre el asunto? y cosas parecidas.

Kissinger aguantó el chaparrón, escurriéndose como podía, para cambiar de tono, no de acento, y preguntar: «¿Es que en Nueva York sólo hay corresponsales judíos?». Para sonreír –él lo era– y añadir: «Voy a dejarles con el que va a ser mi principal colaborador, el general Haig, que les informará de todo ello», entrando en escena un hombre alto, robusto, con el típico 'hair cut' de los militares y Kissinger desaparecía.

Con el tiempo, nos fuimos enterando de lo que era su plan: hay que incluir a China y Rusia en todo acuerdo para evitar una Tercera Guerra Mundial. Algo se ha conseguido. Pero, como ven, no ha podido evitarse que haya de nuevo guerra en Europa. Aunque en otra ocasión predijo «Rusia va a ser el hombre enfermo de Europa. Su sistema presenta síntomas de agotamiento. Moscú tiene ente sí un presente poco envidiable y un futuro tenebroso». Me gustaría oír su opinión sobre lo que está ocurriendo.