Tres proyectos fallidos

El republicano prometió terminar con la invasión rusa de su vecino en veinticuatro horas. Pero al respaldar las tesis expansionistas de Vladímir Putin, le ha dado alas y ahora el dictador entrevé que la victoria es posible. Mantiene el respaldo de China y Washington no se involucra en serio para conseguir el alto el fuego. La diplomacia se parece más a la jardineria que a una partida de póker y es una actividad para la cual Trump no tiene paciencia.

En el caso de la guerra de aranceles, el presidente estadounidense está teniendo problemas en varios frentes: los tribunales le prohíben aprobar estas medidas a partir de una ley pensada para situaciones de emergencia, a la espera de la decisión final del Tribunal Supremo. Asimismo, las convulsiones de los mercados se han convertido en un límite cierto a sus excesos proteccionistas. Finalmente, cuando Trump duplica los aranceles acaba dando marcha atrás. Es lo que ya se conoce en Washington como 'TACO trade' ('Trump always chickens out', 'Trump siempre acaba teniendo miedo'), una clara ventaja negociadora para sus rivales.

Noticia Relacionada

Esperando a Europa en el Pacífico

José M. de Areilza

El tercer capítulo que se ha saldado con un fracaso ha sido la reforma de la Administración federal encomendada a Elon Musk, de vuelta a la actividad empresarial. Su labor destructiva y caótica ha conseguido solo ahorros pequeños y ha hecho más ineficaz la labor de gobierno en muchos de sus departamentos. Un capítulo especialmente negativo ha sido el impacto sobre la vida y la salud de miles de personas en África tras la retirada de ayuda al desarrollo.

Esta sucesión de proyectos fallidos no tiene porqué llevar a ningún aprendizaje a Trump. Esta semana, Alan Garber, presidente de la Universidad de Harvard, convertido en un héroe civil por el acoso de la Casa Blanca, decía a los nuevos graduados: «Aprender a estar cómodos sintiéndoos incómodos».