Órdago a Macron

Cuando parecía que había dejado atrás las manifestaciones contra su reforma de las pensiones, el presidente vuelve a tener la calle en contra. Pero Macron no se arredra ante estos pulsos. Ha criticado la instrumentalización de la muerte del joven. Se ha resistido a declarar el estado de emergencia que solicitan los republicanos. Ha exigido responsabilidades y autoregulación a las redes sociales y a TikTok y Snapchat, desde donde se emiten en directo vídeos sobre los disturbios. Sus usuarios los amplifican, los comparten en tiempo real, coordinan nuevas protestas y facilitan a miles de jóvenes, muchos menores de edad, experimentar la violencia contra las fuerzas del orden, el sistema de transporte o los edificios públicos, como si fuera un videojuego más. Desde la extrema izquierda se carga contra el supuesto racismo de la policía y desde la ultraderecha se denuncian las políticas que han fallado en la integración de los inmigrantes de origen africano.

En el plano europeo, la debilidad de Francia da alas a los Gobiernos autoritarios de Polonia y Hungría en su bloqueo de los planes europeos sobre inmigración. Macron tiene cada vez más difícil ejercer un liderazgo que tome el relevo de Angela Merkel. Alemania no está y una Europa fragmentada espera la renovación del Consejo Europeo y de la Comisión. Bastante hará el presidente francés si contiene la nueva avalancha de indignados y prepara con tiempo su sucesión, de modo que en las siguientes elecciones presidenciales no triunfe la demagogia de los extremos.