Por un lado intenta evitar la escalada entre Irán e Israel y, al mismo tiempo, presiona a Netanhayu para que la ofensiva contra Hamás sea compatible con la protección de vidas de los palestinos
La reacción del presidente estadounidense ante el ataque iraní a Israel ha sido previsible y acertada. El cierre de filas con su aliado en la región ha ido más allá de lo declarativo y le ha llevado a implicar a sus fuerzas armadas ... en la detección y eliminación de la lluvia de misiles y drones. Pero a partir de ahora, las opciones de Biden se estrechan en su doble intento de evitar la escalada y, al mismo tiempo, seguir presionando a Benjamín Netanhayu para que su ofensiva contra el terrorismo de Hamás sea compatible con la protección de las vidas de los palestinos.
El primer ministro de Israel sopesa las ventajas de ir a un conflicto abierto que afecte a toda la región. Le permitiría seguir adelante con sus planes en Gaza y retrasar el momento en el que deberá rendir cuentas a su parlamento. No da ninguna importancia al hecho de que el régimen de Teherán afirme que da por concluida su acción «en legítima defensa» por la agresión israelí a su consulado en Damasco, mientras advierte en el mismo comunicado a Estados Unidos que no interfiera. En el fondo, los dos gobiernos enfrentados coinciden en este último punto, quieren tener las manos libres y no reconocen la mediación de la superpotencia que hace años decidió salir de la región.
Biden es muy consciente de que el empeoramiento de la situación de Oriente Medio puede tener un impacto negativo en sus posibilidades de reelección. Los votantes demócratas jóvenes le exigen que rectifique su apoyo incondicional a Netanyahu en Gaza, algo que lleva intentando desde hace unos meses y se convierte en algo mucho más difícil de conseguir en las circunstancias presentes.
El presidente estadounidense expresó a Netanyahu que la respuesta antiaérea de Israel, que logró derribar la mayoría de los cientos de drones y misiles que Irán lanzó contra Israel es una victoria de su ejército
Mientras tanto, Donald Trump afirma que los ataques de Hamás del 7 de octubre y los de Irán de hace unas horas «no hubiesen ocurrido conmigo de presidente», y critica con palabras gruesas la «debilidad» de Biden en política exterior. No es simplemente un exabrupto más, sino un gesto astuto para situarse como el candidato de esa mayoría de votantes que no quieren más sacrificios de vidas y dinero en guerras imposibles de ganar.
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