Joe Biden se desmorona mientras los republicanos coronan a Trump

Mientras que las presiones demócratas al presidente -Obama incluido- son ya insoportables, el candidato republicano cierra una convención triunfal

Los posibles candidatos si Biden se retira: de Kamala o Michelle Obama al giro de los gobernadores Newsom y Whitmer

Biden comienza a asumir que deberá jubilarse

Donald Trump y Joe Biden, candidatos a la Presidencia AFP

David Alandete y Javier Ansorena

Corresponsal en Washington

La carrera a la Casa Blanca era ayer un ejercicio de contrastes. Por la noche, en Milwaukee (Wisconsin), en el clímax de la convención republicana, Donald Trump, un milagro hecho candidato tras el intento de asesinato, iba a ser aclamado en el colofón ... de un cónclave diseñado a la perfección para unificar al partido alrededor de su figura y para tender la mano a los votantes que están más allá de las bases 'trumpistas'. A 1.500 kilómetros de allí, en una mansión playera de la costa de Delaware, la candidatura de Joe Biden tambaleaba como un castillo de naipes.

El candidato demócrata había iniciado un aislamiento de cinco días tras haber contraído Covid-19. La noche anterior, los estadounidenses volvieron a ver las imágenes de un presidente debilitado. En su traslado a Delaware desde Las Vegas, se le vio con una fragilidad inquietante, necesitado de que sus asistentes le ayudaran a entrar en el coche. Biden ha aprovechado su convalecencia para abrir un periodo de reflexión en el que, según reveló un asesor suyo a la cadena CNN, el presidente empezó a considerar alternativas y a evaluar si un político más joven tiene mejores opciones de vencer a Trump.

El aislamiento del candidato era médico, pero sobre todo político. En las últimas horas, el torrente de líderes demócratas que pedían que Biden dé un paso al lado tras su desastroso desempeño en el debate del 27 de octubre había ganado volumen y, sobre todo, peso.

Algunos, como el diputado y candidato al Senado Adam Schiff, lo han hecho abiertamente y en un comunicado público. Otros, como Nancy Pelosi, expresidenta de la Cámara de Representantes, han filtrado a través de medios que le han hecho saber con claridad a Biden que las encuestas muestran que no puede ganar.

Los máximos líderes del partido en el Capitolio, el diputado Hakeem Jeffries y el senador Chuck Schumer, ambos de Nueva York, han dejado claro, también por medio de filtraciones, que por separado le han dicho al presidente que se precipita a una derrota no sólo suya, sino también en el legislativo. Los candidatos a presidente suelen tener un efecto de arrastre entre candidatos a la Cámara o el Senado.

La puntilla podría venir de la figura más reverenciada en el partido: Barack Obama, de quien Biden fue vicepresidente. Obama, que ha protagonizado los mayores eventos de recaudación de fondos de la campaña de Biden, ha permanecido en silencio desde el debate y solo ha hablado con el actual presidente una vez desde entonces. Pero, según 'The Washington Post', Obama ha reconocido de puertas adentro que las posibilidades de victoria de Biden se han minimizado y que su antiguo compañero de 'ticket' presidencial debe considerar seriamente la viabilidad de su candidatura.

Según la media de encuestas de Real Clear Politics, Trump ganaría con suficiencia si las elecciones fueran hoy, similar a lo logrado por Ronald Reagan y Richard Nixon en su día. Podría alcanzar 330 votos del colegio electoral, muy por encima de los 270 necesarios. Estos son los números que los demócratas están mostrando a Biden para hacerle reflexionar durante su aislamiento en Delaware.

Una encuesta de NORC para la agencia Associated Press muestra que dos tercios de los votantes demócratas creen que Biden debe jubilarse y dejar paso a una persona más joven. Según ha publicado el diario digital 'Axios', ese sondeo ha sido demoledor en la Casa Blanca, y ha llevado a una intervención de asesores del presidente para que asuma lo que ya parece inevitable: su relevo.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden , desembarca del Air Force One en la base aérea de Dover, en Delaware, el 17 de julio Reuters

No sería la primera vez que sucede. En 1968, el demócrata Lyndon Johnson iba ganando las primarias para reelegirse cuando su partido le convenció de que era demasiado impopular por la guerra de Vietnam, y lo obligó a apearse. Tras su relevo por Hubert Humphrey, Nixon arrasó en las elecciones generales.

Según las filtraciones de la Casa Blanca, el presidente ya ha comenzado a pedir informes de sus asesores sobre la popularidad de la vicepresidenta Kamala Harris, su desempeño en las encuestas y la posibilidad de movilizar el voto femenino y afroamericano.

La decisión de Biden de concurrir a las presidenciales con casi 82 años ha cerrado la posibilidad de labrar otros liderazgos más allá del de Harris. El problema es que la vicepresidenta es tan impopular como el propio Biden, con un índice de aprobación por debajo del 38%.

Los demócratas han acusado a Trump de ser el candidato del caos, de la agitación, de las turbulencias. La crisis en la que está instalada la campaña de Biden desde el debate y lo visto en la convención republicana de esta semana impugnan esa narrativa.

Donald Trump junto a Kai Trump , Donald Trump III, Tristan Trump , Spencer Trump y Chloe Trump en el tercer día de la Convención Nacional Republicana Reuters

Trump estaba listo ayer para disfrutar de un cierre triunfal en el cónclave republicano. Convertido en una mezcla de líder político, héroe y objeto de culto, el expresidente tenía previsto rematar la estrategia diseñada por su campaña para la convención: mostrar unidad total alrededor de Trump y ofrecer una versión más digerible del movimiento MAGA ('Make America Great Again', 'Hacer a EE.UU. grande de nuevo') para seducir a moderados e independientes y apuntalar sus opciones de victoria.

Han sido cuatro jornadas orquestadas a la perfección para neutralizar cualquier disenso con Trump y para meter debajo de la alfombra los asuntos más extremistas para no asustar a los electorados más allá de las bases 'trumpistas'.

El mejor ejemplo ocurrió en la víspera, con la puesta de largo de J.D. Vance como candidato a la vicepresidencia de EE.UU. El senador por Ohio ni siquiera mencionó en su discurso los asuntos en los que ha defendido posiciones incómodas para los votantes independientes o para los sectores moderados republicanos que Trump necesita para ganar en otoño. No habló de aborto, donde Vance ha defendido en el pasado una prohibición sin excepciones. Ni de la ayuda militar a Ucrania, en lo que ha sido mucho más tajante que el propio Trump en cortar el grifo. Ni del robo electoral en 2020 que clama el expresidente y que él ha secundado. Tampoco de asuntos como la agenda LGBTQ o la teoría crítica racial, en los que las bases 'trumpistas' son muy combativos.

Al contrario, se centró en mostrar una versión renovada del 'América primero' que llevó a Trump a la Casa Blanca en 2016 y que él personifica mejor que ningún otro político. Vance es un producto de la América profunda empobrecida -la que retrató en su libro de memorias 'Elegía rural', un 'superventas'- que culpa a la «clase dirigente de Washington» -en particular, a Biden- del deterioro de una clase trabajadora ahogada por acuerdos comerciales, deslocalización industrial, guerras interminables y el azote de la droga.

«Biden ha sido el campeón de todas las grandes iniciativas políticas que han hecho a EE.UU. más débil y más pobre», defendió Vance. «Se acabó lo de servir a Wall Street, nos comprometeremos con los trabajadores».

«Es un gran discurso, está tratando de buscar unidad con todo el país», decía a este periódico Gerald Bergen, delegado de Pensilvania, uno de los estados del 'cinturón del óxido' claves para la elección -como Michigan y Wisconsin- donde el mensaje de Vance podría tener un gran impacto. «No podemos ganar la elección solo con los republicanos, tenemos que ir más allá y atraer gente que le seduzca esta idea de EE.UU. y eso es lo que él ha intentado hoy».

«Seré un vicepresidente que nunca olvidará de dónde vino», dijo Vance, de solo 39 años, en el cierre de su discurso, que representa otra victoria para Trump. Su juventud y su desempeño en el discurso -aplomado, cercano, confiado- son nuevos golpes contra un Biden envejecido y contra una Harris en la que pocos creen.

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