Xi Jinping y Putin: el té de dos viejos amigos contra el mundo
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Corresponsal en Pekín
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Iniciar sesiónMáximos honores para festejar la «amistad sin límites» entre China y Rusia, extensible a sus mandatarios. Xi Jinping y Vladímir Putin han mantenido una cumbre bilateral durante la visita de este último a Pekín con motivo del tercer foro de la Iniciativa de la ... Franja y la Ruta -BRI, por sus siglas en inglés-, el ambicioso proyecto con el que China pretende cimentar su influencia sobre un orden global alternativo. Durante la reunión, ambos líderes han reafirmado sus lazos por oposición a Occidente.
Xi ha señalado que «China apoya al pueblo ruso en su camino de rejuvenecimiento nacional de manera independiente y salvaguardando su soberanía, seguridad e intereses» y ha llamado a «explorar la cooperación de manera activa en industrias estratégicas emergentes», según han recogido medios oficiales chinos.
Los rusos, por su parte, han destacado la mención del líder chino a dos guarismos: los 75 años desde el establecimiento de relaciones diplomáticas a celebrar en 2024, así como los 42 encuentros personales con su homólogo ruso a lo largo de la última década. Ambos mandatarios, nacidos con apenas ocho meses de diferencia y cuyas biografías contienen marcados paralelismos, comparten una cercana sintonía y se tratan de «viejos amigos».
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Putin ha ofrecido más detalles sobre la cumbre en una rueda de prensa posterior. «Hemos tenido un almuerzo de trabajo de participación restringida, con la presencia del ministro de Exteriores y asistentes de ambos lados, y después el presidente Xi me ha ofrecido charlar en privado», ha relatado. «Hemos tenido una conversación cara a cara, por supuesto, como puede imaginarse, tomando una taza de té. Hemos hablado durante una hora y media o quizá dos horas, y hemos comentado en privado asuntos de naturaleza confidencial».
El ruso, eso sí, no ha dudado en exponer dos de ellos. «Hemos comentado la situación en Oriente Próximo [...]. También he informado en detalle al presidente sobre la cuestión de Ucrania. [...] Todos esos factores externos son amenazas comunes, las cuales fortalecen la interacción entre Rusia y China». Putin ha asegurado que Rusia siempre ha apoyado el establecimiento de un Estado palestino independiente con Jerusalén Oriental por capital, aunque ha puntualizado que dicha posibilidad «no está relacionada con la última escalada entre Palestina e Israel». Tanto Rusia como China han evitado criticar de manera explícita los ataques de Hamás que han desencadenado la crisis.
El último viaje de Putin a China se remonta a febrero de 2022, cuando asistió a la apertura de los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín. A la conclusión de la cita deportiva, las tropas rusas cargaron sobre Ucrania. El grado de conocimiento de Xi, cómplice o engañado, respecto a dichos planes es todavía un misterio. Desde entonces, China no ha proferido crítica alguna hacia Rusia, aunque ha respetado las sanciones impuestas por la comunidad internacional así como la exigencia de no proporcionar armamento. Su pretendida equidistancia esconde en realidad un apoyo implícito, evidenciado en la compra masiva de suministros energéticos a precios rebajados. Dichas transacciones han disparado el intercambio comercial, que por primera vez este año superará los 200.000 millones de dólares, y también la asimetría de la relación entre ambas potencias autoritarias.
Un plan propio
Antes de su reunión, ambos mandatarios han pronunciado sendos discursos en la ceremonia de apertura del foro de la Nueva Ruta de la Seda. Este proyecto aspira a vertebrar la conexión de China con el resto del mundo por tierra y mar, para así impulsar los intercambios comerciales. Desde su presentación hace una década, el régimen ha destinado a dicho fin una cantidad estimada alrededor del billón de dólares.
«Ha evolucionado de manera significativa», apunta Christoph Nedopil, fundador y director del Green Belt and Road Initiative Center. «Mientras que al principio transmitía una idea de apertura en la que todo el mundo podía participar, el libro blanco publicado la semana pasada posiciona al BRI [o Nueva Ruta de la Seda] como una alternativa a modelos de desarrollo occidentales».
Este progresivo filo ideológico ha provocado que la iniciativa pierda dimensión global, convertida por contra en una palanca de ruptura geopolítica con la que China pretende liderar a los países en vías de desarrollo, o Sur Global, contra las instituciones internacionales establecidas por las democracias occidentales. Un empeño en el que siempre podrá contar con Rusia, «amigo sin límites» y, cada vez más, subalterno.
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