Israel se prepara para todo un 2024 de guerra en Gaza

La batalla es intensa en Rafah, donde el Ejército perdió tres soldados a causa de la explosión de una bomba trampa en un túnel. Israel ha sufrido 291 bajas desde que comenzó la operación en Gaza posterior al ataque de Hamás del 7 de octubre.

Los israelíes no cumplen con la orden de la justicia internacional de detener la operación en Rafah y las tropas combaten en el mismo centro urbano de una ciudad que llegó a albergar a 1,4 millones de personas, la inmensa mayoría desplazados del norte que llegaron en huyendo de las bombas. Más de un millón de ellas han tenido que salir por la fuerza en apenas tres semanas y ahora viven entre escombros y sin servicio alguno en las llamadas «zonas seguras», según el Ejército.

Noticia Relacionada

«Maniaco, psicópata y vampiro»: nueva escalada verbal de Erdogan contra Netanyahu

EP

Turquía, primer país en suspender el comercio con Israel, ha cargado las tintas contra eIsrael y ha asegurado que EE.UU. «tiene las manos manchadas de sangre»

Desde que el Ejército entró en Rafah, el cruce a Egipto está cerrado a cal y canto. Naciones Unidas lamentó que tan solo ha podido recibir 170 camiones con ayuda en las pasadas tres semanas, «una gota en el océano» porque se necesitan más de quinientos al día. Los cruces por tierra permanecen cerrados y el puerto militar levantado por Estados Unidos ha sido un fracaso porque sufrió graves daños debido al mal tiempo y el proyecto ha quedado en suspenso. En este punto Israel también desoye a la Corte Internacional de Justicia (CIJ), que le investiga por genocidio, y que le pidió que permitiera el acceso de la ayuda para los civiles.

Ante la gravedad de la crisis humanitaria, la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (FICR) pidió un alto el fuego y el acceso humanitario sin obstáculos a la Franja. «Necesitamos desesperadamente una solución política que nos permita lograr un alto el fuego para repartir ayuda», declaró la presidenta de la federación, Kate Forbes, en una entrevista concedida a Reuters. «Estamos listos para marcar la diferencia. Tenemos que tener acceso, y para tener acceso tiene que haber un alto el fuego», insistió Forbes, que está al frente de la red humanitaria más grande del mundo.

Netanyahu abandera este bloqueo y se mantiene firme en la estrategia del uso máximo de la fuerza para intentar liberar a los cautivos y acabar con Hamás, pero pasan los meses y no logra cumplir los objetivos. Las críticas internas aumentan y el líder de la oposición, Yair Lapid, anunció en redes sociales que ha acordado «un plan de acción para reemplazar al gobierno» junto a Gideon Saar (Partido de Unidad Nacional) y Avigdor Lieberman (Nuestra casa es Israel).

Lapid adelantó que confía en que Benny Gantz abandone pronto el gabinete de unidad nacional para unirse a ellos y acabar con la era Netanyahu. El exjefe del Ejército y miembro también del gabinete de unidad, Gadi Eisenkot, arremetió contra el primer ministro y dijo que «no ha logrado alcanzar todos sus objetivos. Netanyahu está vendiendo ilusiones. Israel debe celebrar elecciones antes de fin de año».

El ataque de Hamás del 7 de octubre contra las comunidades vecinas a la verja de separación sucedió en pleno proceso de acercamiento entre Israel y Arabia Saudí para normalizar relaciones. En los últimos ochos meses Estados Unidos ha trabajado sin descanso para mantener abierto ese camino, pero la situación en Gaza ha enfriado la relación.

Tras la muerte el domingo de 45 personas en un campo de desplazados, que Netanyahu definió de «trágico error», Riad elevó el tono de sus críticas y condenó las continuas «masacres genocidas» por parte de los israelíes. El ministerio de Exteriores difundió un comunicado en el que denuncia las «flagrantes violaciones» de las resoluciones y leyes tanto internacionales como humanitarias por parte de Israel, apoyado por «el silencio de la comunidad internacional».

La cadena CNN y el diario 'The New York Times' investigaron el ataque del domingo y concluyeron que las bombas empleadas fueron GBU-39, una munición fabricada en Estados Unidos que Washington habría recomendado emplear a sus aliados para reducir las víctimas civiles. Para el Gobierno de Joe Biden el ataque al campo de desplazados no cruzó ninguna línea roja y mantiene su apoyo total a Israel.