Israel negociará con Hamás el alto el fuego, pero cree «inaceptable» su propuesta

Donald Trump quiere un alto el fuego y, sobre todo, quiere ser la persona que dé la noticia al mundo. Antes, deberán resolver con Hamás los cambios propuestos al texto de la tregua referidos a la entrega de ayuda, la retirada de tropas y las garantías para negociar el final de la guerra.

Para ello, Netanyahu ordenó el envío de una delegación a Catar este mismo domingo para iniciar «conversaciones estrechas». Sin embargo, el Ejecutivo de Tel Aviv considera «inaceptable» la propuesta de la organización islamista: «Los cambios que Hamás pretende introducir en la propuesta qatarí nos fueron comunicados anoche y no son aceptables para Israel», informó la oficina de Netanyahu en un comunicado a última hora de este sábado.

Tras una jornada llena de incertidumbre, los islamistas respondieron a la propuesta de Trump a última hora del viernes e indicaron su disposición a retomar la negociación indirecta con el enemigo. El comunicado de Hamás decía literalmente que la respuesta «se caracteriza por ser positiva», pero fuentes cercanas al proceso revelaron a The New York Times que la respuesta incluía tres cambios importantes. El primero de ellos afectaría al reparto de ayuda durante la tregua ya que Hamás quiere que vuelva a ser competencia de las agencias de Naciones Unidas. El segundo, está dirigido a la delimitación de las líneas a las que se deben retirar las tropas israelíes, que en la actualidad ocupan el 75 por ciento de la Franja. Y el último cambio se refiere a las garantías para que el cese temporal de hostilidades abra el camino hacia el fin de la guerra, un extremo al que se niega Israel porque para ello exige la desaparición de Hamás, la entrega de las armas y la salida al exilio de sus líderes.

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Un alto funcionario del movimiento islamista, considerado terrorista por Estados Unidos y la Unión Europea, declaró al diario Asharq al Awsat que el alto el fuego podría comenzar la próxima semana. Esta fuente aclaró que está pendiente de aclarar también cuántos prisioneros palestinos serán liberados a cambio de cada rehén israelí. A diferencia de lo ocurrido durante la tregua de enero y febrero, esta vez Hamás no celebrará ceremonias en cada entrega de rehenes.

Israel cree que unos veinte cautivos siguen vivos y que los cuerpos de otros treinta siguen retenidos en Gaza. El texto propuesto por Estados Unidos contempla liberar a diez rehenes vivos y entregar 18 cuerpos en los sesenta días de alto el fuego.

Einav Zangauker, cuyo hijo Matan permanece secuestrado, exigió al primer ministro cumplir la promesa que le hizo esta semana y acepte un pacto que permita la salida segura de los rehenes en intercambios. «Si Netanyahu no hubiera frustrado el acuerdo anterior, los rehenes ya estarían en casa. En este momento, cuando se teme gravemente por la vida de los cautivos debido a la presión militar, cuando nuestros heroicos soldados caen en una guerra que ya ha alcanzado sus objetivos, un alto el fuego es necesario».

Por primera vez desde el ataque de Hamás del 7 de octubre, el primer ministro visitó el kibutz de Nir Oz, atacado por los islamistas el sábado negro, y allí prometió a Zangauker que si hijo saldría con vida de Gaza. Por primera vez desde el 7 de octubre, Netanyahu parece cercano a aceptar una tregua que acerque el final de la guerra. Este cambio de estrategia en Gaza se debe a la presión de un Trump que hace dos semanas acudió a apoyarle en la guerra contra Irán y bombardeó las instalaciones atómicas de la república islámica.

Urge la llegada de un alto el fuego a una Franja que se desangra bajo los bombardeos diarios de Israel y los disparos contra la multitud hambrienta en los puntos de reparto de comida de la Gaza Humanitarian Foundation (GHF). La oficina de derechos humanos de la ONU afirmó haber registrado la muerte de 613 palestinos en un mes mientras intentaban obtener algo de ayuda en los centros operados por la GHF, órgano impulsado por Israel y Estados Unidos y gestionado por mercenarios.

«La situación es la peor que he visto. Es difícil encontrar palabras para describir el nivel de desesperación que he presenciado. «La gente muere solo por conseguir comida», denunció Carl Skau, subdirector del Programa Mundial de Alimentos, quien visitó recientemente la ciudad de Gaza.