La isla albanesa de Sazan: de fortaleza comunista a resort de lujo del yerno de Trump

En medio de un mar transparente, Sazan fue en el pasado símbolo del duro régimen de Enver Hoxha, el dictador de una larga y terrible era comunista. Por considerarla estratégica, Hoxha la pobló, como el resto de Albania, con decenas de bunkers -testimonios mudos de la Guerra Fría-, para protegerse de invasiones imaginarias. Tras la caída del régimen comunista, Italia utilizó la isla como puesto avanzado para luchar contra los traficantes de droga y de seres humanos.

La isla fue descubierta hace dos años por Jared Kushner, durante un paseo en yate por el golfo de Valona. A 20 minutos en barco de la costa albanesa y a un paso de Otranto, ciudad orgullosa de su castillo aragonés, reconstruido (1485-89) a instancias del rey Fernando de Aragón. Desde aquí, en las mañanas más claras, se puede ver esta perla verde albanesa. Hasta el año pasado, Sazan también estaba protegida por razones naturalistas, pero estas restricciones han sido flexibilizadas por el Gobierno de Edi Rama. El primer ministro cede al son de millones para el proyecto de turismo de lujo, como antes permitió al Gobierno Meloni construir dos centros para retener y expulsar a inmigrantes rescatados en el Mediterráneo.

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Ahora Sazan será una joya inmobiliaria de la familia Trump. El yerno Kushner encabeza una operación, no exenta de polémica, para convertir la isla en un santuario turístico exclusivo destinado a millonarios. El plan ha sido aprobado hace unos días por el primer ministro Edi Rama, líder del Partido Socialista albanés.

«La inversión prevista de 1.400 millones de euros en el complejo turístico de la isla de Sazan cumple los criterios establecidos en la legislación sobre inversiones estratégicas», escribió Tirana en la orden que daba luz verde a la operación del fondo Affinity Partners, con capital saudí y qatarí gestionado por Kushner. El fondo es socio de Phoenix Insurance, un gigante de seguros israelí, también involucrado en el desarrollo inmobiliario. La iniciativa incluye villas incrustadas en acantilados, hoteles de cinco estrellas y una costa privada, todo diseñado para atraer a una clientela dispuesta a pagar fortunas por privacidad y exclusividad.

La noticia no ha sentado nada bien en Apulia, que está haciendo un gran esfuerzo de promoción turística de su territorio. Para darle mayor visibilidad, incluso la primera ministra, Giorgia Meloni, organizó en esa región la cumbre del G-7, en junio de 2024. Francesco Caizzi, presidente de Federalberghi Puglia, expresó al Corriere del Mezzogiorno su frustración: «¿Por qué no invirtieron aquí? Nuestra burocracia ahuyenta oportunidades». La operación es criticada también por organizaciones ambientales, que alertan sobre el impacto en un ecosistema hasta ahora protegido, con playas vírgenes y aguas cristalinas habitadas por delfines.

A la polémica se añaden también dudas sobre ética y transparencia, con la sombra de conflicto de intereses, al estar Trump en la Casa Blanca y su yerno gestionando la operación. La pregunta que se hacen muchos es si hubo presiones diplomáticas de la presidencia estadounidense para facilitar la concesión de la licencia. El Gobierno albanés insiste en que todo siguió los protocolos. Pero el exprimer ministro italiano, Matteo Renzi, no tiene duda de que Trump está en la Casa Blanca para aumentar su fortuna y enriquecer aún más a su entorno familiar. Así lo explicó Renzi al canal La7: «A Trump en este momento solo le preocupa una cosa: su billetera. Cuando digo suya, no me refiero a los americanos, sino a la suya propia. Trump tiene como objetivo hacer negocios para su familia y para sus parientes».

Matteo Renzi citó como fuente a primeros ministros: «Puede parecer extraño lo que digo; es información de importantes excolegas que ahora todavía lideran los gobiernos de países de todo el mundo, que están impactados por esta forma de actuar de Trump».