Irán y su 'Eje de la Resistencia' multiplican los frentes abiertos tras cien días de guerra en Gaza

Aislados del mundo y del pulso regional, pero sufriendo sus consecuencias en primera persona, están los civiles de Gaza. «Estamos vivos, pero no tenemos agua y la poca comida que podemos conseguir es demasiado cara», es la respuesta que repiten los gazatíes al norte de la Franja cuando se les pregunta por la situación después de más tres meses de guerra.

Esa parte de la Franja fue la primera en la que entraron los israelíes tras el brutal ataque de Hamás perpetrado el 7 de octubre, pero, después de semanas de intensas operaciones, las tropas se han retirado de las calles y poco a poco va volviendo la vida entre los escombros.

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En la nueva fase de la guerra, el Ejército hebreo se centra en el centro y sur de Gaza, lugares a los que han ido llegado más de un millón de desplazados que ahora se ven en zona de combate. Con la mayor parte de Jan Yunis bajo control, los militares avanzan en Rafah, última ciudad que les queda para intentar localizar a los cautivos que siguen en manos de las facciones palestinas y a los desaparecidos líderes de Hamás: Yahya Sinwar y Mohamed Deif.

El balance en cifras de estos cien días de contienda deja más de 23.000 muertos, la mayoría mujeres y niños, más de cien periodistas y trabajadores de medios fallecidos, 359.000 viviendas destrozadas o dañadas, casi dos millones de desplazados internos y una situación de hambruna en la que nueve de cada diez personas pasan más de 24 horas sin nada que llevarse a la boca.

Philippe Lazzarini, responsable de Unrwa (la agencia de la ONU para los refugiados palestinos), denunció durante una visita a Gaza que «la muerte masiva, la destrucción, el desplazamiento, el hambre, las pérdidas y el dolor de los últimos cien días son una mancha para la humanidad». Lazzarini lamentó que toda una generación de niños está «traumatizada» y alertó de que las enfermedades se propagan a gran velocidad.

Ahmed Bayram, de Norwegian Refugee Council (NRC), organización que lleva casi dos décadas de trabajo en la Franja, declaró en Al Yazira que «este momento tan oscuro nos recuerda que Gaza se ha vuelto inhabitable por razones militares y que todos los civiles están pagando el precio. Lamentablemente, decimos lo mismo una y otra vez: detengan el derramamiento de sangre ahora».

Al otro lado de la verja de separación con Israel, el paso de los días hace aumentar la desesperación entre las familias de los 132 cautivos que se estima pueden quedar en manos de las facciones palestinas, muchos de ellos militares.

Desde que Israel asesinó hace dos semanas al número dos de Hamás en Beirut, Saleh al Arouri, las negociaciones para liberarlos son más complicadas. Pero, en las últimas horas, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, ha anunciado que ha logrado un acuerdo para que les lleguen medicinas.

Mientras tanto, su recuerdo sigue vivo. Más de 100.000 personas se dieron cita en Tel Aviv durante las 24 horas de solidaridad convocadas por las familias con motivo de los cien días de cautiverio de sus seres queridos.

Los familiares de los rehenes que hablaron ante el público insistieron en que se acaba el tiempo para sacarles con vida de Gaza y expresaron una intensa frustración con el gobierno, que, según ellos, no hace lo suficiente para salvarles.