Las huelgas y la suciedad degradan la imagen de París: «Los turistas no vienen al restaurante con una montaña de basura en la puerta»

Las huelgas de basureros están primera línea de crisis, en París y una veintena de grandes ciudades de provincias.

El Groupement des Hôtelleries et Restaurations (GHR), principal sindicato del sector de la restauración de calidad y la hostelería de lujo, ha publicado cifras inquietantes: la crisis global, desde enero, y la huelga de basureros, desde hace diez días, han reducido en un 25 por ciento la frecuentación de bares, restaurantes y hospedajes, en París y una veintena de capitales de provincias. En la capital, en los barrios más frecuentados por la clientela turística, la frecuentación ha caído en un 40 por ciento.

Los ataques de vandalismo nocturno de los últimos ocho días han reducido en un 80 por ciento la fecundación de clubs, restaurantes, bares y lugares de recreo nocturno.

No existen cifras oficiales del costo de la huelga para la economía nacional, tras el rosario de jornadas de huelgas en los ferrocarriles, los transportes públicos, la sanidad.

Marc Touati, presidente del gabinete Aux commandes de l'économie et de la finance (ACDEFI), estima que una huelga dura puede traducirse en una reducción del 10 al 20 por ciento de la actividad nacional. Hasta ahora, las huelgas han sido relativamente modestas, y el costo puede ser relativamente menor. Según Julien Pouget, economista del Institut national de la statistique et des études économique (INSEE), puede oscilar, a día de hoy, entre 590 y 1.000 millones de euros.

París quizá se la ciudad más afectada por la crisis, en todos los terrenos. La huelga de basureros, en particular, están teniendo un costo creciente y alarmante, con montañas de basuras a las puertas de hoteles, bares y restaurantes.

En el barrio de Saint-Germain-des-Prés, el más caro y famoso de París, el célebre restaurante Lipp está en primera línea de crisis. «Qué quiere usted. Los turistas y la clientela de lujo, no están para venir a un restaurante como el nuestro, con una montaña de basuras frente a la puerta», me comenta un camarero que prefiere guardar el anonimato.

En la rue de Seine, conocida internacionalmente por sus galerías de arte, las montañas de basura se suceden a la puerta de galerías y restaurantes. Victoire L*, que trabaja en una galería influyente, me comenta: «Mire usted. No se puede vender arte con las basuras en la puerta de la galería». En un restaurante célebre, especializado en pescado, es difícil llegar a la puerta, entre dos centenares de bolsas de basura amontonadas. En la rue Saint-André-des-Arts, una pastelería famosa, Aux Merveilleux, tiene sus maravillas acorraladas por hileras de bolsas de basura.

El costo económico creciente, la crisis de manifestaciones y huelgas, también tiene una dimensión europea. Henri Vernet, especialista en asuntos europeos, comenta: «¿Como puede pretender Macron reformar Europa, si no es capaz de reformar Francia? El clima de tensiones, huelgas y manifestaciones pone los pelos de punta a los inversores. La imagen nacional se degrada. La imagen de París y sus montañas de basura dan una imagen que tiene un doble costo, económico, nacional, y diplomático, internacional».