Hostilidades localizadas susceptibles de escalada

En conjunto, configuran un deslavazado escenario en llamas donde operan, además de los grupos terroristas islámicos, tres actores principales. Uno, obviamente, es Israel. Otro es EE.UU., principal valedor del anterior, con un nutrido y disuasorio despliegue aeronaval en el Mediterráneo Oriental, el Mar Rojo y el Golfo Pérsico. El tercero es Irán, configurado como guía espiritual y nodriza de la ejecutoria de los grupos terroristas.

Tras seis días de alto el fuego en la Franja, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) retomaron en plenitud la finalidad de sus operaciones terrestres: destruir a Hamás. Organización terrorista que todavía es capaz, aunque de manera decreciente, de defender sus posiciones, así como de lanzar cohetes y drones contra territorio israelí, bien que en su mayoría sean eficazmente neutralizados por la llamada 'cúpula de hierro'. Bóveda antiaérea que protege el Gush Dan, enorme conurbación en el centro de Israel, donde se incluye Tel Aviv, y que, con más de 4 millones de habitantes (el 45% de la población total del país), alberga el corazón político, cultural, comercial, económico e industrial del país.

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Las FDI han restablecido e incluso superado el 'momentum' y la rapidez operativa con que combatían antes de la tregua humanitaria. Pausa que, aunque permitió recuperar (por canje) un centenar de los secuestrados -sin olvidar que todavía mas de un centenar siguen cautivos-, también facilitó una inoportuna oxigenación de los terroristas de Hamás. La infantería israelí, con sólido apoyo de zapadores, está operando ahora por toda la Franja con especial esfuerzo en el norte (Yabalia) y en el sur (Jan Yanis). Son acciones de limpieza, mayormente de combate urbano, tanto en superficie como en el subsuelo, que llegan incluso al cuerpo a cuerpo, con un coste agravado por la proliferación de minas, explosivos improvisados (IED), trampas y francotiradores empleados por los terroristas.

Simultáneamente, deben contener a Hizbolá en la Línea Azul con Líbano, así como gestionar la defensa y seguridad, frente a atentados y algaradas palestinas, en Cisjordania. La 5ª Flota norteamericana en funciones disuasorias, de protección del flujo comercial internacional y de seguridad marítima mantiene abiertos el estrecho de Ormuz en el Golfo Pérsico y el de Bab el Mandeb en el Mar Rojo.

Se intensifican los esfuerzos internacionales para detener las hostilidades. A este respecto, el Secretario General de la ONU, Guterres, invocando inéditamente el artículo 99 de la Carta, convocó, el pasado viernes, una reunión del Consejo de Seguridad (CSNU), al entender que la situación en Gaza pudiera constituir una amenaza a la paz y seguridad internacionales. En tal reunión, no se aprobó, por el veto de EE. UU., una propuesta de resolución, presentada por los EAU, en demanda de un alto el fuego.

En tal ambiente de intereses cruzados, se está exacerbando la desinformación, que siempre es inherente a los conflictos armados. Es el caso del bombazo israelí, el pasado sábado, que afectó a un puesto de observación (OP) de los cascos azules españoles de UNIFIL. Incidente que se ha pretendido vender como un ataque deliberado contra las tropas españolas, obviando que el disparo fue respuesta de las FDI contra un origen de fuego de Hizbolá adyacente al mencionado OP. Es todavía pronto para adivinar cuándo y cómo acabarán las hostilidades. Porque tanto la derrota total de Hamás, como la potencial imposición a Israel de un alto el fuego definitivo sin lograr la anterior, podrían desencadenar el conflicto regional que unos y otros parecen querer evitar.

SOBRE EL AUTOR

pedro pitarch

El autor es teniente general retirado del Ejército de Tierra. Fue jefe del Eurocuerpo y de la Fuerza Terrestre y director general de Política de Defensa en el Gobierno de Zapatero. Ocupó la jefatura de la División de Estrategia y Cooperación Militar del Estado Mayor de la Defensa, así como de la División de Logística del Mando Supremo de la OTAN.