Visita virtual al Helicoide, el mayor centro de torturas de Venezuela

En un momento de esta visita virtual escuchamos la tortura de un preso, los gritos son reales. Es un testimonio único y sobrecogedor. Logró grabarlos otro detenido en un teléfono que luego pudo sacar del Helicoide, el mayor centro de torturas de Venezuela que depende del Sebin (Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional), organismo que persigue a cualquiera que disienta del régimen de Nicolás Maduro.

Después llegamos a una pared con 30 nombres. Todos ellos –activistas, periodistas, estudiantes, policías...– han sufrido los horrores del Helicoide, una edificación que fue construido en 1955 para albergar un centro comercial, que nunca se abrió. En 2014 Nicolás Maduro transformó el espacio en centro de torturas. Desde entonces han pasado por él más de 15.000 personas.

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Detrás de cada nombre en esa pared hay una historia de sufrimiento, cada una de esas 30 personas relata cómo fue su experiencia. «Varias veces me oriné encima. Fue algo humillante para mí, bastante desagradable para mi dignidad como persona. Pero qué iba a hacer. Perdí el control total de mi cuerpo», clama Antony Vegas, que estuvo detenido en el Helicoide entre 2014 y 2019. «No teníamos luz, nos habían cortado la luz de los tomacorriente, teníamos que comer a oscuras lo que nos mandaban», narra Carmen Gutiérrez (2015-2018). «En la planta de arriba de donde estaban las mujeres, había una brigada donde llevaban a los detenidos; ahí escuchabas torturas cuando los interrogaban, cuando les colocaban la corriente», añade.

Al fondo de esta pared con nombres hay un agente del Sebin –usa un verdugo para no ser identificado–, que nos da paso a otra estancia donde se ven los distintos tipos de tortura: descargas eléctricas, ahogamiento, colgamiento mientras los bichos campan a sus anchas por el cuerpo del detenido... Pero hay muchos más: abusos sexuales, violaciones, aislamiento, oscuridad, condiciones inhumanas (los presos hacen sus necesidades en la cajita donde les llevan lo que llaman alimentos, y la tapan. Son los conocidos como 'barquitos').

Este lunes, Día Internacional en apoyo de las Víctimas de la Tortura, se presentó en Madrid la iniciativa 'Realidad Helicoide', una experiencia virtual que tiene como propósito «educar, denunciar, visibilizar y dimensionar los crímenes de lesa humanidad» cometidos por el Sebin en el Helicoide. Un espacio al que Maduro prohibió su entrada a una delegación de la alta comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, entonces liderada por Michelle Bachelet.

La iniciativa ha sido promovida por la asociación Voces de la Memoria, que está formada por supervivientes de los centros de tortura de Venezuela, entre los que se encuentra el periodista Víctor Navarro, que pasó cinco meses, de enero a mayo de 2018, en este centro de tortura. «Yo estuve en el Helicoide»

Durante la presentación a la prensa de esta iniciativa, el periodista venezolano subraya que «la tortura es una política de Estado en Venezuela. Esta idea surgió porque Nicolás Maduro sigue torturando». Estas gafas de realidad virtual que nos sumergen en el horror del Helicoide han sido presentadas ya en foros de derechos humanos, pero la intención es que puedan llegar también a «universidades, organismos de derechos humanos y a aquellos que toman decisiones para que repudien lo que está pasando y pidan el cierre del Helicoide y los centros de tortura en Venezuela», indica Navarro, que ya las ha presentado en el Oslo Freedom Foro, y tiene previsto hacerlo la próxima semana en el Parlamento Europeo, en la sede de Madrid, y más adelante en Bruselas.

Navarro relata que se le ocurrió la idea de crear una visita virtual al Helicoide tras ver otra al campo de concentración en el que estuvo Ana Frank. Hasta ese momento había vertido su experiencia en un libro –'La historia incompleta: relatos de un prisionero político'–, pero «no hacia justicia» a sus vivencias en el centro.

A Navarro le detuvieron, sin orden judicial, y se le acusó de formar parte de una célula terrorista, «porque trabajaba en una ONG y había recibido una beca de EE.UU.» Era un cóctel explosivo. Tras participar en un motín con otros presos –«después de lo que habíamos pasado ya, no teníamos miedo a morir»–, el régimen negoció y fueron liberados varios de los arrestados. «Pero mi caso sigue abierto aún».

En la actualidad hay alrededor de 300 presos políticos, «70 de ellos encerrados en el Helicoide», señala. Pero no es el único centro de torturas, está también el del Dgcim (Dirección General de Contrainteligencia militar), en Boleita. «Hay 17 centro clandestinos de detención en la zona metropolitana de Caracas», afirma Navarro.

El periodista, que actualmente vive en Buenos Aires pero viaja a menudo para concienciar de lo que sigue pasando en Venezuela, lamenta el blanqueamiento que se está realizando a Nicolás Maduro, «ya sea por gas o por petróleo». «Los derechos humanos están siendo banalizados. Hay que repudiar la tortura como una forma de política de Estado. Hay que decir que Maduro sigue torturando», subraya. «Dar oxígeno a Maduro es dar oxígeno a la tortura».

Y seguimos con la visita virtual, que desemboca en una sala dedicada a los dibujos realizados por Gabriel Valles, artista que estuvo detenido en el Helicoide entre 2014 y 2018. Su testimonio también está en el muro: «Me desnudaron, me desnudaron completamente, me llevaron hasta la celda. Lo primero que yo siento cuando entro ahí es el frío, impactante, un frío que te arropa, que no, no te puedes escapar».

Navarro asegura que gracias a los testimonios de esta treintena de personas, y la colaboración de psicólogos, abogados, programadores, se ha podido levantar –en nueve meses aproximadamente– este edificio virtual, pero hay muchos más supervivientes que quieren aportar su experiencia para que no caiga en el olvido. Para evitar eso, la ONG Voces de la Memoria ha creado además el Museo Histórico Helicoide, en el que finaliza la visita virtual, cuyo objetivo es contribuir a la memoria histórica en la búsqueda de la verdad, la justicia, la reparación y la no repetición para promover una cultura de paz. Un contrapeso frente a la nueva narrativa que se quiere imponer sobre Maduro, «cuyo único mecanismo de negociación para mantenerse en el poder es la tortura», insiste Navarro. «Y la negociación tiene que ser el cierre de los centros de tortura y la liberación de los presos políticos. Eso dará paso a la democracia en Venezuela».