Halal: la cocina permitida por el Corán triunfa en Francia
En el país galo, estos comercios han crecido un 15 por ciento en los últimos años, superando a Alemania y Reino Unido. Seducen a los clientes más modestos con sus competitivos precios y a los musulmanes jóvenes por cuestiones religiosas
Las finanzas islámicas, un filón aún por descubrir para las empresas españolas

En Francia, reputada históricamente por su cocina, su gastronomía, sus vinos, sus carnes, tercera exportadora mundial de productos agrícolas transformados, la tendencia, en esos terrenos, son los productos, cocina y comercio alimenticio halal.
El diccionario de la Real Academia Española (RAE), define ... halal de este modo: «Dicho de la carne: procedente de un animal sacrificado según los ritos prescritos por el Corán»; «dicho de un menú, de un producto alimenticio que no está elaborado con carne de cerdo ni con carne no halal y que no contiene alcohol ni conservantes»; «dicho de un establecimiento que vende o sirve productos halal». Dicho de otro modo, los productos, cocina, comercio y gastronomía halal son el canon religioso islámico, con tendencia al rigorismo.
En Francia (68 millones de habitantes), unos seis millones de personas son confesionalmente musulmanes. Oficiosamente, la clientela religiosa y no religiosa de los comercios, restaurantes y hamburgueserías halal se evalúa en unos 10 millones de consumidores.
Durante los últimos años, cuando el consumo ha sufrido los choques de la pandemia y la inflación, con un empobrecimiento relativo de la población, el comercio halal se ha beneficiado de un crecimiento excepcional del 15 por ciento, cuando el crecimiento del comercio 'bio' apenas ha alcanzado el 2 por ciento. Con una tendencia al estancamiento de todo el comercio, víctima de la inflación.
Desde hace años, el comercio halal francés es superior al de Alemania y el Reino Unido, las otras dos grandes potencias musulmanas de Europa. Durante el último quinquenio, en Francia han aparecido una quincena de cadenas donde los productos halal son exclusivos o ultramayoritarios. Por las mismas fechas han aparecido siete grandes cadenas de hamburgueserías halal. Líder indiscutido del comercio halal francés, la cadena Hmarket tiene diez súper o híper en la región parisina, y una treintena en toda Francia.
Un portavoz oficial de Hmarket, me comenta oficiosamente, asegurándole el anonimato, el éxito de su empresa, de este modo: «Nosotros somos un comercio comprometido con la responsabilidad social. Estamos presentes en la vida asociativa de los lugares donde nos instalamos. Ofrecemos a las familias más modestas buenos productos a precios muy bajos. Y organizamos la colecta de productos que regalamos a las organizaciones solidarias». Matiz cultural y religioso: las organizaciones que colaboran y/o se benefician de sus relaciones con los supermercados halal son muy mayoritariamente organizaciones musulmanas que predicen una islam «estricto» y «riguroso».
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Más barato
A la puerta o en la cola de un cajero de una cadena comercial halal, la realidad se impone: son muy mayoritarias las mujeres musulmanas que usan muy distintos velos, siempre «rigurosos» y «estrictos». Fatima, una madre joven que me sigue en la cola de un súper halal de la periferia parisina, me comenta: «Hago una hora larga de transporte, para venir a comprar aquí. La carne halal está muy bien. Pero no todos los productos son halal. Hoy, llenar el carrito, con la comida para varios días, me ha salido por 60 euros, para toda la familia. Nuestros comerciantes venden más barato, todo, la carne, los pollos, el tomate, el aceite, los pimientos incluso la ropa interior». Françoise, una jubilada que nos escucha, agrega, sin pedirle la opinión: «Yo no soy musulmana, pero compro aquí porque este súper tiene los mejores precios de toda la región. Muchas veces, las cajeras llevan velo. Me da igual. Al principio, me parecía un poco raro. Pero, mire, salgo con un gran bolso, lleno, por menos de 30 euros. Una de mis nietas, que no tiene nada de musulmana, viene aquí a comprar su ropa interior a mitad de precio. Estos musulmanes comerciantes, son muy listos».
En París, Marsella, Lyon y otras grandes ciudades, la aparición de cadenas de hamburgueserías halal viene de muy lejos. Hay millares. Y, con frecuencia, deben estar vigiladas por soldados armados, para evitar problemas. Las grandes superficies, por el contrario, se benefician de una lógica comercial implacable, que Abbas Bendali, especialista en marketing étnico, resume de este modo: «El comercio halal ha crecido por muchas razones. La demanda de la Francia musulmana, de entrada. La oferta y la demanda, después. Implantándose en barrios pobres, los creadores de tiendas y cadenas total o parcialmente halal, los últimos años, han sido una competencia temible para las cadenas tradicionales: venden más barato y ofrecen otros servicios. Los musulmanes pueden encontrar lugares para rezar más o menos aislados. Los no musulmanes tienen precios sin competencia».
Marketing islámico
El comercio halal es un sólido negocio con muchas ramificaciones sociales, políticas y religiosas
Los precios en los comercios halal seducen a la clientela más modesta. Las cuestiones religiosas de fondo seducen a los musulmanes más jóvenes. Jérôme Fourquet, politólogo y sociólogo eminente, subraya esa evolución de fondo: «Entre los franceses musulmanes de más de 50 años, solo el 21 por ciento de entre ellos compra siempre congelados halal. Por el contrario, el 32 por ciento de los franceses de menos de 35 años se inclinan de manera creciente por esos productos, en el comercio y las hamburgueserías». Esa tendencia «gastronómica» también tiene una dimensión religiosa profunda: el 74 por ciento de los franceses musulmanes de menos de 25 años estiman que su religión, el Islam, es «más importante» que la República, el Estado. Tendencia al alza, desde hace varios años.
Vínculos sociales
La relación entre comercio, religión y sociedad es muy profunda y tiene muchas ramificaciones, imprevisibles. La cadena de productos halal Hmarket hace publicidad expresa de esas relaciones, en términos apenas velados: «Usted compra productos de calidad, más baratos. Al mismo tiempo, el dinero de sus compras también es utilizado para hacer obras de caridad, obras de carácter humanitario. Una parte del valor económico creado se reinvierte en obras solidarias entre nuestros amigos y asociados». La asociación Halal Verif es mucho más explícita sobre esas obras humanitarias de caridad: «El comercio halal no representa un negocio para nosotros: es un concepto religioso, un modo de ser y ser fieles a nuestras creencias». Dicho de manera más directa: parte de los beneficios del comercio halal se consagran a la financiación de organizaciones religiosas, musulmanas, con unos objetivos políticos «impenetrables».
Florence Bergeaud-Blackler, socióloga, analiza las relaciones entre ese comercio religioso y la lógica comercial capitalista de este modo: «El marketing islámico es el fruto del «matrimonio» de dos visiones del mundo. De entrada, el neoliberalismo comercial ha construido la marca «islam», considerada como una cultura del consumo. Del otro, una visión fundamentalista, que considera el mercado islámico global como una herramienta de su norma integrista. Un encuentro interesado, para ambas partes, que cambia el sentido teológico de la palabra halal: del «permiso» se pasará a la «obligación». Durante los años 90 del siglo pasado, los religiosos más radicales no tenían reivindicaciones particulares sobre la carne halal. Hasta que descubrieron las ventajas normativas: cobrar un pequeño porcentaje de las ventas, les permitía tener una formidable fuente de ingresos. A partir de entonces, se inició la certificación halal de los productos cortados, empaquetados, fabricados o distribuidos por empresas convencionales. Su radicalidad religiosa y su certificación de la pureza de los productos los hacían más creíbles entre los musulmanes, practicantes y no practicantes». Sólido negocio con muchas ramificaciones sociales, políticas, religiosas, económicas.
Desde España
¿Cómo utilizan las jerarquías religiosas los ingresos financieros derivados de la certificación de productos religiosos? Pues vaya usted a saber. La Gran Mezquita de París es una organización respetada por el Estado. Nadie pone en duda su integridad, respetada por la jerarquía religiosa católica y judía. Por el contrario, un número mal conocido de mezquitas y centros de culto musulmán pueden predicar locuras islamistas inflamables, difíciles de controlar policialmente, con frecuencia.
En ese marco, con tendencia al alza, España y las carnes españolas tienen su propio puesto en la expansión del comercio, la comida y la restauración halal, en Francia.
En el corazón de París, en Les Halles (antiguos mercados), funciona con éxito una hamburguesería muy popular, en una calle muy frecuentada por la gente joven más diversa, que trabaja con carne importada de Galicia. He probado esas hamburguesas: riquísimas. Pedí una cerveza. El director del establecimiento me dijo que ellos no venden alcohol. Le pedí una explicación, pero evitó responder, alegando la consigna de la dirección. En la puerta del espacio hay una «insignia» que glosa con entusiasmo las carnes gallegas, subrayando, con un círculo rojo, que se trata de productos halal.
Los importadores franceses aprecian la calidad de la carne halal, producida o cortada en España, en Vic, Lugo, Jaen, Madrid, Orihuela, Álava, Navarra, Buitrago de Lozoya, entre otras ciudades y provincias.
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