El gran timo de las herencias en Madrid
El FBI desarma una red de fraude a ancianos que operó durante cinco años desde España. El juicio ya ha comenzado en Miami, tras la extradición del cabecilla
El 'timo del amor': así actuaron los 18 delincuentes detenidos por estafar más de un millón de euros
Corresponsal en Washington
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Iniciar sesiónNunca hacerse rico, a costa de una herencia en España, fue tan fácil. Era plena pandemia, agosto de 2021. Sofía Gómez, gerente administrativa de uno de los depósitos en un Instituto de Finanzas y Seguridad en Madrid, le escribía una detallada carta desde ... España a una anciana de Oklahoma, de nombre Jackie Livingston, porque tenía entre los activos que gestionaba una cuenta con 26,7 millones de dólares a nombre de un tal Alfred Livingston, muerto en accidente de tráfico junto con su familia en Oporto, Portugal, el 11 de marzo de 2015.
Tras la muerte, el banco estuvo buscando a sus herederos, sin suerte, pues sólo pudo comprobar que Alfred vivió en España 22 años sin volver jamás a su EE.UU. natal. Tanto tiempo pasó que el Banco de España le notificó al instituto financiero que debía liberar los fondos o entregarlos al erario público para que fueran requisados, algo que permitiría una reforma de la ley de sucesiones.
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La remitente, que se decía en la carta reacia a que tantos millones «acaben en el bolsillo del gobierno», ofrecía a la señora Jackie aparecer como heredera de Alfred, para quedarse con un 40% de la herencia. Otro 50% sería para la misma Sofía y un 10% para «cualquier organización caritativa en España o su país», todo un gesto de altruismo. Sofía ofrecía una forma de contacto por email, fax o teléfono y se comprometía a cubrir con abogados a la señora Jackie, con garantías de que no quebraría de ningún modo la ley.
Es uno de los timos más antiguos, tipificado hasta por el FBI, perseguido una y mil veces, conocido comúnmente como estafa de Nigeria, por la cantidad de ocasiones en que los responsables eran de ese país o fingían serlo. En el caso de la señora Livingston, ella tuvo la idea de compartir la carta con su hija, que con una simple búsqueda en internet pudo descubrir decenas de casos similares, con cartas idénticas, adaptadas al apellido de cada víctima, que acabaron en manos del FBI. Muchos otros no corrieron tanta suerte, en concreto diez jubilados de Florida a los que les sacaron más de un millón de dólares y cuyos casos permitieron a la fiscalía presentar cargos.
Un lustro de búsqueda
Tras cinco años siguiendo la pista a esta red de estafadores, el FBI, policía judicial norteamericana, localizó al cerebro y dos de sus secuaces en Madrid, los tres residentes legales en España. Aquel al que los fiscales estadounidenses consideran urdidor de esta trama, el español de 48 años Ezennia Peter Neboh, fue extraditado y compareció ante el juez en Miami a finales de marzo. Se enfrenta a tres cargos federales por conspiración para cometer fraude postal y electrónico, y cada uno tiene una pena máxima de 20 años de prisión.
Según la hoja de cargos, fechada el 6 de febrero de 2022 y bajo secreto de sumario hasta esta misma semana, la red de estafadores operaba desde Madrid con apoyo de otras tres personas desde Londres. Son seis los imputados, todos ellos varones. El servicio de inmigración y extranjería de EE.UU. concluyó en febrero que los seis son de origen nigeriano. En colaboración con el FBI, la Policía Nacional española arrestó en Madrid a Neboh y dos secuaces, Kennedy Ikponmwosa, de 51 años, y Prince Amos Okey Ezemma, de 49, en abril de 2022.
El subjefe del departamento de Justicia, Brian Boynton, agradeció expresamente a la Policía Nacional y al ministerio español de Justicia «sus incansables esfuerzos por ayudar a las autoridades de Estados Unidos a localizar y detener a estos individuos para que puedan ser procesados en el país».
En las pesquisas, según los documentos judiciales, los agentes del FBI hallaron que Neboh creó dos alias de supuestas empleadas en bancos españoles, la tal Sofía Gómez o Gloria Alves. La cantidad de la herencia siempre era la misma, 26,7 millones, aunque a veces cambiaban el modo en que el dueño había fallecido. En varias ocasiones había sido víctima de los atentados terroristas del 11-M en 2004.
Una vez el anciano de turno picaba, le enviaban una serie de certificados del Ministerio de Justicia español reconociéndoles como herederos legales del finado. Superado ese trámite, pasaban el caso a otros supuestos empleados del banco que haría el pago, Caixa Pendes, utilizando los nombres falsos Óscar Lozano, Gerald Martínez o Gerard Martínez. Estos informaban a las víctimas que necesitaban pagar una serie de comisiones para apertura de una cuenta donde recibir el dinero, además de una serie de impuestos antiterroristas y contra el blanqueo de capitales.
Para recibir la herencia, los mayores enviaban miles de dólares en concepto de tasas. Algunos perdieron toda su jubilación
También les informaban de que un diplomático español, de nombre Fernando de Luna, iba a viajar a EE.UU. a encontrarse con ellos para formalizar el pago por medio de cheque al portador. El diplomático necesitaba una transferencia también, para pagar su billete de avión y su estancia.
Ahí estaba la estafa. Las víctimas enviaban miles de dólares, en varias tandas, hasta en muchos casos perder todo el dinero de su jubilación. Para recibir el dinero, los estafadores empleaban a otras víctimas. Había, según los fiscales, quienes perdían todos sus ahorros pero seguían creyendo que la herencia llegaría, demorada porque no habían podido pagar todas las comisiones y tasas a la falsa Caixa Pendes. A estos les engañaban, diciéndoles que recibirían dinero en sus cuentas para pagar esas comisiones. Debían recibir las transferencias, sacar dinero en billetes y pegarlo en libros y revistas que enviaban a Madrid, a la atención de más nombres falsos: David Almeida y David Otis.
El 'prisionero español'
Según ha advertido el FBI en informes pasados, este es uno de los timos más antiguos de la humanidad, y tiene una estrecha relación con España. Los diarios norteamericanos de finales del siglo XIX, antes de la guerra contra EE.UU. en que España perdió sus colonias, están repletos de denuncias de estafas del tipo 'prisionero español'. Los engaños provenían en cartas selladas, escritas en cualquier rincón del imperio español, desde La Habana a Barcelona, en que un prisionero de por vida pedía al destinatario que aceptara gestionar su fortuna, con una comisión de un tercio.
Tomaba esa decisión porque tenía una pequeña hija en situación de necesidad, y precisaba de alguien que le administrara los bienes. Antes, el destinatario debía recuperar un baúl con un mapa donde había indicado el lugar donde el dinero, el equivalente a unos 130.000 dólares de la época, estaba enterrado. Para ello, la víctima debía pagar por adelantado el pago a la casa de empeños.
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