Los fuegos artificiales se convierten en armas en los disturbios en Francia

La de este jueves ha sido la tercera noche de violencia, incendios y vandalismo, tras el homicidio a tiros de este adolescente de 17 años, que se negó a detener su coche la mañana del martes tras el requerimiento de un policía, en Nanterre, al oeste de París. Durante estas jornadas, las manifestaciones no se han limitado a la capital francesa, sino que se han extendido a buena parte del país, con especial crudeza en ciudades como Lille, Toulouse, Marsella, Vaulx-en-Velin y Sevran.

En sus enfrentamientos con los agentes para protestar por la actuación policial, además de la quema de contenedores y vehículos, los manifestantes han recurrido en distintas ciudades al uso de fuegos artificiales contra los agentes, que han dejado impactantes imágenes en las calles francesas.

Para atajar los disturbios desatados por el homicidio de Nahel, el Gobierno de Emmanuel Macron desplegó 40.000 efectivos policiales la noche de este jueves, que acabó con el arresto de más de 650 personas. La tención ha alcanzado tales cotas que incluso la isla de La Reunión, un departamento francés de ultramar situado en el Océano Índico, ha prohibido la venta de fuegos artificiales, así como portar armas y carburantes por la calle durante estos días.

El uso de pirotecnia, incluso cuando se realiza de manera controlada, entraña una serie de peligros para quien la manipula y la presencia, más aún si no se emplea con fines meramente estéticos. Las quemaduras en distintas partes del cuerpo son las principales consecuencias del manejo de fuegos artificiales, especialmente en las manos, la zona de la cabeza y el cuello y la pelvis. Además, pueden causar laceraciones, fracturas, contusiones e incluso amputaciones, tal y como explican los doctores Roberto Rangel Coronado y Laura Andrade Delgado en un etudio al respecto.

Asimismo, los fuegos artificiales representan una potencial amenaza para el sistema auditivo humano, de acuerdo con el Hospital Zambrano Hellion (México). Su detonación a corta distancia puede alcanzar intensidades de alrededor de los 125 decibelios, cuando cualquier ruido superior a los 85 puede provocar algún tipo de trauma acústico, según la Organización Mundial de la Salud.

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Este tipo de elementos pirotécnicos compromenten también el sistema respiratorio, debido a los componentes con las que se preparan, como la pólvora, el carbón y el azufre, y el consiguiente aumento del óxido nítrico, el dióxido de azufre y otros elementos metálicos, según explica la doctora en Salud Pública Verónica Iglesias y recoge la Universidad de Chile. «Al quemarse liberan sustancias que contribuyen a aumentar el material particulado y la contaminación, lo que puede producir problemas agudos», señala.

También los ojos son una zona sensible durante el uso de fuegos artificiales. La Comisión de Seguridad de los Productos para el Consumidor de Estados Unidos, encontró que el 14% de las lesiones por estos artefactos pirotécnicos se produjo en estos órganos, según la Academia Americana de Oftalmología. En los casos más severos, pueden romper el globo ocular, producir quemaduras químicas y térmicas, abrasiones corneales y desprendimiento de retina.