Dura derrota de la izquierda italiana en los cinco referéndums, todos nulos por la baja participación

En consecuencia, los referendos son nulos. Se votó para derogar cuatro normas laborales, en particular sobre despidos, contratos precarios y sobre la seguridad en el trabajo. Con el quinto referéndum, la izquierda pretendía reducir de diez a cinco años el periodo de residencia legal exigido a los ciudadanos extracomunitarios para obtener la nacionalidad italiana. De haber obtenido el quorum este referéndum y triunfado el sí, se habría podido beneficiar más de un millón y medio de personas.

Teniendo en cuenta la abstención creciente en todo tipo de elecciones, las urnas estuvieron abiertas dos días, domingo y lunes, para favorecer la votación. Pero el Gobierno Meloni decidió boicotear la convocatoria, por considerar que el planteamiento de los referendos era fundamentalmente ideológico. Así lo afirmaron también partidos centristas, como Italia Viva, del exprimer ministro, Matteo Renzi, quien declaró que los promotores de los referendos «miraban al pasado en lugar de pensar en el futuro». La primera ministra se presentó en el colegio electoral, pero no recogió la papeleta del voto, una actitud duramente criticada por la izquierda y el sindicato mayoritario del país, CGIL, ligado a la izquierda. Los promotores de la consulta confiaban en obtener al menos un resultado que se aproximara al quorum, lo que en cierta forma les hubiera permitido cantar victoria.

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En realidad, la izquierda y los sindicatos daban por hecho que sería prácticamente imposible llegar al 50% de participación, teniendo en cuenta los precedentes: Desde hace muchos años, el quorum solo se alcanzó una vez, en el 2011, en un referéndum sobre el agua pública. Por eso, tras el cierre de las urnas y hacerse público el resultado, hoy se habla no tanto del fracaso de los referendos, que era previsible, sino del precio político que paga la izquierda y el sindicato CGIL por la derrota del referéndum.

La izquierda, sobre todo el Partido Democrático, ha fracasado al no lograr movilizar al electorado. Se consideraba que hubiera constituido un notable éxito si el número de votantes se hubiera aproximado al 40%. Se habría tratado de un porcentaje de consenso con el que la izquierda podía haber comenzado a construir un programa para la próxima campaña electoral. Aseguraban incluso que ese porcentaje en el referéndum habría supuesto un aviso de desalojo para el Gobierno Meloni.

Paga también un precio político importante el secretario de la GIL, Maurizio Landini, un líder sindical muy batallador y político, quien con esta derrota condicionará menos el panorama de la política. De la dimensión de la derrota para la izquierda y el sindicato da idea esta declaración de Landini, cuando hace un año depositó las firmas para la convocatoria de los referendos: «Llevaremos a 25 millones de electores a votar para cambiar este país y poner de nuevo el trabajo en el centro». Los votantes han sido poco más de la mitad de los que había pronosticado el secretario de la CGIL: Unos 13,5 millones de personas. Hoy Landini ha admitido su derrota, asegurando que no piensa dimitir: «Ni de lejos pienso en la dimisión». El secretario de la CGIL cree que la abstención es consecuencia de «una evidente crisis democrática».

El Partido Democrático ha reconocido que se ha tratado de una profunda derrota. Así lo ha escrito la eurodiputada Pina Picierno (PD): «Es una derrota profunda, grave y evitable. Desafortunadamente, un gran regalo para Giorgia Meloni y la derecha. Fuera de nuestra burbuja, hay un país que quiere un futuro y no ajustar cuentas con el pasado. Ahora, madurez, seriedad y escuchar», concluye Picierno, de la corriente reformista dentro del PD. Mientras tanto, en este partido se ha iniciado un ajuste de cuentas entre las diversas corrientes, y los reformistas atacan con dureza a la líder del PD, Elly Schlein, por considerarla demasiado radical. Para contener los daños, la secretaria Schlein se justifica diciendo que «los votantes en el referéndum superan los electores que tuvo Giorgia Meloni en las elecciones generales de septiembre del 2022».

Frente al desencanto que reina en la izquierda, no disimulan la euforia las derechas, en particular Hermanos de Italia, el partido de Giorgia Meloni, que ha escrito en las redes sociales: «El único objetivo real de este referéndum era hacer caer al Gobierno de Meloni. Sin embargo, al final, fueron los italianos quienes derribaron a la izquierda».