Instantáneas infantiles de la guerra tras sobrevivir a la ocupación rusa
Dos jóvenes creativos ucranianos entregaron cámaras desechables a niños de pueblos recién liberados. La esperanza de las imágenes captadas animó al equipo a compartirlas
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Kiev
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Iniciar sesiónTodo surge cuando los rusos tienen que dar marcha atrás y reiterarse. Kiev había recuperado el aliento. Era abril de 2022 y las primeras aldeas norte de Ucrania lograban escabullirse de la ocupación. Dmytro Zubkov y Artem Skorokhodko fueron los primeros voluntarios de ... la capital en llevar ayuda a la región de Chernígov.
Los jóvenes, desempleados porque Vladímir Putin decidió invadir su país, emprendieron una serie de viajes humanitarios para abastecer a algunas de las comunidades más afectadas por el conflicto. Durante varias semanas siguieron la misma ruta. Una gira que los llevaba por tres asentamientos concretos, los más grandes que encontraron en Google: Yagidne, Sloboda y Lukashivka. Fue precisamente en este último pueblo, Lukashivka donde descubrieron a un grupo de niños que habían permanecido allí desde febrero del 22.
Los pequeños habían pasado por los horrores de la guerra, pero todavía mantenían el buen ánimo y una sonrisa en el rostro. Esto impactó a los de Kiev. Todos los domingos aquellos chavales esperaban la llegada de la furgoneta para saludar a Dmytro y Artem. Con el paso de las semanas se fue forjando una amistad entre ellos.
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Lukashivka era el lugar más deprimente y devastado de todos los que visitaban. Y a pesar de la desolación, de las cicatrices de metralla que se replicaban por las calles de lugar y tras la experiencia brutal vivir bajo la ocupación, aquellos chiquillos eran capaces de transmitir felicidad. «Volvíamos a Kiev repletos de emociones positivas después de pasar un rato con estos niños. Nosotros nunca intentamos explicar este fenómeno. Pero entendimos que sería genial poder encapsularlo y transmitirlo a otras personas que podrían necesitarlo desesperadamente en nuestro país», recuerda Artem.
Con el paso de las semanas los vecinos de Chernígov fueron recuperándose del asalto de las tropas de Moscú. La electricidad y los servicios básicos retornaron y ya no era necesario que Artem y Dmytro siguiesen repartiendo ayuda en la zona. Era mayo y mientras planeaban un último viaje pensaron en hacer algo especial para aquellos críos, a modo de despedida.
Los dos colegas -frustrados por que pensaban erróneamente que Ucrania no necesitaría creativos en tiempos de conflicto- recordaron una vieja idea de un proyecto anterior: «Tenía unas cámaras y pensé que, quizás, si los niños hacen buenas fotos podríamos organizar una recaudación de fondos y comprarles algo que ellos quisiesen» explica Dmitro. Artem secundó la idea y lo más importante es que la pusieron en marcha.
Durante esa última visita reunieron a la joven generación de Lukashivka y les preguntaron quién quería tomar fotografías con cámaras de usar y tirar. Nueve niños se interesaron por aquellos extraños aparatos que no precisan cargador y se lanzaron a disparar. Y así nació el proyecto 'Behind Blue Eyes'.
«Llegamos a un pueblo casi arrasado, los pequeños habían perdido a sus seres queridos, estaban traumatizados obviamente»
Lo que se esconde
Nada es casual en la iniciativa de Artem y Dmytro. El nombre tampoco. 'Behind Blue Eyes' es un modismo de la lengua inglesa que se refiera aquellas emociones o sufrimientos escondidos tras una apariencia completamente normal. «Esa me pareció la explicación perfecta de todo lo que vivimos con los niños», relata Artem. «Llegamos a un pueblo casi arrasado, los pequeños habían perdido a sus seres queridos, estaban traumatizados obviamente, y, sin embargo, no lo demostraban y seguían actuando con total normalidad», recuerda el creativo.
La cuenta de Instagram del proyecto destaca por su estética cuidadísima y es también un diario de bitácora donde acercan la vida de los pequeños en los pueblos primera línea. Muestran su interacción con los aparatos fotográficos y las inquietudes y esperanzas de los chiquillos. Con una furgoneta blanca en la que destaca el logo azul del proyecto, Artem, Dmytro y su equipo ha recorrido ya más 21.000 kilómetros por la geografía de Ucrania: desde Jersón a Donetsk, pasando por Zaporiya, Chernígov y Járkov.
Lo que comenzó a mediados del 2022 con un grupo de nueve niños en una aldea del norte es ahora un proyecto que abarca un total de 17 localidades, en el que participan más de 90 niños. Desde entonces, se han capturado más de dos mil instantáneas con la perspectiva de los pequeños testigos de la guerra de Ucrania. Algunas de estas imágenes ya cruzaron en charco y se expusieron en Boston, Estados Unidos.
No hay reglas, los niños tienen que fotografiar lo que ellos quieran. La libertad es total. Artem y Dmytro se limitan a enseñar el fácil manejo del aparto y plantean la siguiente cuestión a los participantes: «Piensa en la historia que quieres contarle al mundo en cada instantánea». Dmytro insiste en que no escuchen a los adultos; lo interesante es la visión pura de los menores.
Cuando se termina el carrete, las cámaras retornan a Kiev a través del servicio postal. Los chicos de 'Behind Blue Eyes' revelan las fotos e inician el viaje de vuelta para ver el resultado de las tomas junto a sus autores. Mientras los aficionados fotógrafos explican el porqué de tal enfoque o la idea que hay detrás de alguna imagen, los curadores les preguntan cuáles son sus sueños o cómo ven el futuro. Para Valia, de 10 años, el futuro era ir al río de Lukashivka el día siguiente. Y el sueño imposible de Masha, con 11 años, se trataba de devolverle la vida a su abuela.
Fotografía analógica
Todo este proceso en que la fotografía analógica es el punto central significa una ruptura de lo cotidiano en la vida rural de la Ucrania bélica. Durante unas horas los niños son el centro de atención y aunque, hasta el final no lo saben, gracias a su creatividad podrán recibir recompensas y regalos que ellos mismo piden en sus listas de deseos. La premisa básica de esta iniciativa es evitar que la guerra robe la infancia a los ucranianos que llevarán las riendas del país en el futuro. La lección que Artem y Dmytro quieren transmitir es que con talento y creatividad casi todos los sueños se pueden hacer realidad.
Uno podría pensar, bajo la terca y obtusa mirada del adulto, que los chavales encauzan los temas de sus fotos en las consecuencias de la guerra, pero no es así. La destrucción es un elemento más de la composición, pero no el punto de enfoque. «Se centran en lo que les resulta agradable, fotografían las cosas que aman: las puestas de sol, sus mascotas, su familia y ya en cuarto lugar las consecuencias de la guerra. Cuando nos muestran algunas imágenes, hay niños que se animan a contar lo que vieron y vivieron, abren y comparten sus recuerdos de la ocupación. Yo he notado que las fotos les ayudan a hablar. Quizás tengan algún efecto terapéutico», apunta Artem.
Niñez en guerra
Los efectos de invasión a gran escala de Ucrania afectan especialmente a las generaciones más jóvenes. En 2023, según datos de UNICEF, el porcentaje de menores que vive en la pobreza se duplicó. Hay una pérdida general del aprendizaje en la educación primaria y los problemas para acceder a los servicios básicos, como centros de salud, se agudizan en zonas cercanas al frente. Además, se calcula que casi 1,5 millones de niños corren el riesgo de sufrir ansiedad, depresión o estrés postraumático, ahora o en los próximos años.
El panorama no es sencillo, por eso es fundamental el trabajo de personas como Artem y Dmitro. «Sentimos que ir a verlos y pasar tiempo con ellos les ayuda a sanar sus heridas, al menos en ese momento particular vemos que están presentes y se divierten y sienten alegría» destacan los creativos.
La fotografía es una vía de escape y también una herramienta para crear arte y documentar la realidad de una compleja y difícil circunstancia. La guerra de Ucrania ha adquirido una interpretación nueva y original bajo la atenta y curiosa mirada de los niños.
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