Fatiga de guerra, la amenaza que se cierne sobre Ucrania y podría hacerle perder el conflicto

Prueba de ello es el desgaste que ha experimentado el alcance del conflicto desde sus inicios. Si bien durante mucho tiempo encabezó las portadas de medios de comunicación y protagonizó durante meses el debate social, lo cierto es que en las últimas semanas esta importancia se ha ido enfriando a medida que las consecuencias directas de la guerra se han hecho notables en Europa.

La fatiga de guerra es un trastorno habitual que se suele dar cuando un conflicto concreto se va extendiendo en el tiempo y, con la estabilización de la situación de combate, va perdiendo el interés de los ciudadanos que hasta entonces había suscitado.

No es ahora, cuando se cumple medio año desde que comenzó el conflicto, la primera vez que se oye hablar del término «fatiga de guerra». De hecho, hace meses que el primer ministro británico, Boris Johnson, alertó sobre «el cansancio en torno a Ucrania» que empezaban a experimentar los ciudadanos. Bruselas también empleó con anterioridad este concepto y el propio Josep Borrell, Alto Representante de la Unión Europea, confirmaba en julio lo que parece que ya es una realidad en torno a la guerra: «Los europeos no nos podemos permitir la fatiga».

La paralización del conflicto y la recesión económica a la que se ven abocados los países europeos no están ayudando a mantener la atención de Occidente sobre lo que ocurre en Ucrania. El coste de la vida en Occidente es ahora mucho mayor que cuando la guerra entre Ucrania y Rusia comenzó, en parte motivada por la creciente inflación derivada del conflicto que ha disparado el precio de los alimentos, la electricidad o el combustible.

Así, los europeos han perdido el interés por el conflicto armado a causa de la llamada «fatiga de guerra», algo que, a la larga, podría complicar la posición actual de Ucrania, favoreciendo a Rusia si el conflicto se alarga. Y es que, para mantener al margen a las fuerzas de Vladimir Putin durante estos meses, el apoyo y la firmeza de las sanciones económicas de Occidente han sido claves.

Ahora, mientras vemos cómo se desarrolla una guerra de desgaste en la que los dos ejércitos luchan por ver quién aguanta más de pie, la pregunta que se plantean los gobiernos occidentales es hasta cuándo podrán mantener el alto coste de su apoyo a Ucrania mientras sus ciudadanos se ve sumidos en una crisis sin precedentes.

Con la llegada del invierno parece que la situación solo empeorará, mientras la energía sigue subiendo sus precios. Putin continúa desgastando a las grandes potencias occidentales y a la OTAN, mientras mantiene la pugna con Ucrania por hacerse con el control del país. Por esto, para el país de Zelenski mantener el apoyo de Europa y la unidad del bloque occidental puede ser vital.