Los expertos de inteligencia occidentales sospechan de autoría rusa en el último sabotaje en el Báltico

Según la investigación, el 'Yi Peng 3', un carguero de gran capacidad cargado con fertilizantes rusos, zarpó del puerto ruso de Ust-Luga en el Mar Báltico, en el Óblast de Leningrado, cerca de la frontera con Estonia, el pasado 15 de noviembre. Después, ancló la tarde del 17 de noviembre alrededor de las 21:00 horas, después de haber apagado el transponedor que envía la posición del barco. A continuación, el carguero continuó su viaje, como lo demuestran las imágenes de satélite, y estableció su ruta en zig zag, pasando repetidas veces por encima del cable de datos (BCS) en aguas suecas, entre Letonia y la isla de Gotland hasta terminar destruyéndolo.

Durante el trayecto en zig zag, incluso después de haber cortado el primero de los cables, el movimiento del barco se ralentizó, pero el capitán no se detuvo, sino que continuó conduciendo hasta que, seis horas más tarde cortó el segundo cable ('C-Lion'), ambos tendidos en el fondo del Mar Báltico. El barco siguió avanzando más de 111 kilómetros con el ancla echada y los expertos en transporte marítimo consideran extremadamente improbable que el 'Yi Peng 3' incurriese accidentalmente en ese error durante un trayecto de tan larga distancia. «Dadas las suaves condiciones climáticas y las alturas manejables de las olas, la probabilidad de que se tire accidentalmente el ancla parece mínima», concluye por ejemplo el análisis de Kpler, un sistema que proporciona datos en tiempo real sobre el transporte marítimo internacional.

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Tras descubrirse la rotura de los cables, un buque de la Armada danesa localizó al «Yi Peng 3» y comenzó a seguirlo a corta distancia, a la espera de nuevas órdenes. Advertido del seguimiento, el carguero chino fondeó mientras era observado por una flota europea, en aguas internacionales y frente a la isla danesa de Jutlandia, a la que se habían sumado también el barco patrullero alemán 'Bamberg', dispuesto a esclarecer el incidente utilizando drones submarinos y el 'Bad Düben', de la Guardia Costera alemana, que también se presentó en el lugar. El propietario chino del barco, Ningbo Yipeng Shipping, con sede en la provincia china de Zhejiang, está cooperando con los investigadores y ha permitido detener el barco en el Kattegat, entre Dinamarca y Suecia, es decir, en aguas internacionales, donde permanece actualmente anclado. Sin embargo, la empresa se niega por el momento a permitir el acceso a bordo. El Kremlin, por su parte, niega cualquier implicación en el presunto acto de sabotaje.

En la noche del miércoles, los jefes de gobierno nórdicos y de los países bálticos, además de Polonia, mantuviron una reunión en Suecia tras la que el primer ministro polaco, Donald Tusk, ha pedido a la UE una política de protección de las infraestructuras energéticas y de comunicaciones en el mar Báltico. «No estoy aquí para juzgar quién es responsable de este acto», ha declarado Tusk sobre la autoría rusa, «aunque mi opinión privada es, repito, mi opinión privada, que si algo parece sabotaje y muestra indicios de sabotaje, entonces es sabotaje».

El hecho de que la ingente flota de cargueros chinos pueda ser utilizada como base de ataques híbridos supone una amenaza de dimensiones incalculables. Según los datos oficiales de 2019, que hasta hoy han sido ampliamente superados, la marina mercante china disponía de 4.610 barcos de gran tonelaje. Se calcula que China controla un flota de 249,2 millones de GT, es responsable del transporte de un 33% de las exportaciones de contenedores a escala global y sus astilleros rsponden aproximadamente del 40% de la construcción naval y reparación de buques en todo el mundo.