Trump goza de una «excelente salud física y cognitiva», según el doctor del presidente

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Javier Ansorena y David Alandete | Nueva York / Washington

«Nunca me he sentido mejor, pero, en cualquier caso, ¡hay que hacer estas cosas!», escribió Trump el pasado viernes en su red social, poco antes de dirigirse al Centro Médico Militar Nacional Walter Reed. Es el mismo hospital en el que estuvo ingresado tres días en 2020 por covid-19.

Trump se convirtió este enero en la persona de más edad en jurar el cargo de presidente, con 78 años. Los mismos que tenía su antecesor, Joe Biden, cuando lo hizo en 2021. Pero la salud del expresidente demócrata fue una constante en su presidencia, sobre todo en su segunda mitad, ante signos de declive físico y cognitivo, pese a lo que decían sus informes médicos.

La capacidad cognitiva de Biden fue una munición constante para Trump y sus aliados durante la campaña electoral del año pasado, hasta que Biden decidió por fin renunciar a su candidatura y entregar el relevo a su vicepresidenta, Kamala Harris.

Algunos críticos de Trump han expresado dudas también sobre la salud cognitiva y física del actual presidente, pero con poco calado en la opinión pública. No es extraño que Trump confunda nombres de personas o tenga deslices verbales. Durante su primer mandato, los demócratas sembraron dudas sobre la estabilidad mental del presidente.

«En general, sentí que estoy en muy buena forma. Un buen corazón y un buen alma», dijo Trump a los reporteros el mismo viernes, ya subido al Air Force One, camino de Mar-a-Lago, su mansión en la costa de Florida. «Quise hacer algo diferente a Biden. Me sometí a un examen cognitivo», añadió, después de haber pedido de forma machacona el año pasado que el expresidente se sometiera a uno. Lo único que os puedo decir es que acerté todas las respuestas», alardeó. Ese examen aparece en el informe compartido por la Casa Blanca. Se trata de un Análisis Cognitivo Montreal (MoCA, en sus siglas en inglés), en el que Trump respondió correctamente a la totalidad de las treinta preguntas.

A Trump también se le hicieron preguntas sobre ansiedad y depresión, y el resultado fue normal para ambas.

Según los datos del informe, Trump ha perdido casi once kilos desde su último examen como presidente, en 2020. Ahora pesa 101 kilos, con una altura de 1,90 metros.

Todo en el examen es positivo -colesterol, examen cardiaco, vista, oído, capacidad pulmonar, tracto digestivo, etc- y el informe incluye los resultados de las pruebas de laboratorio.

Un dato desconocido hasta ahora es que Trump fue sometido a una colonoscopia el año pasado, en la que fue diagnosticado con diverticulitis y en la que se le encontró un pólipo benigno.

Apenas hay asuntos reseñables en el informe de Barbarella, que hace un esfuerzo evidente por ensalzar la figura del presidente. En el examen de su cabeza, el doctor anota que «no hay anormalidades relevantes con la excepción de una cicatriz en la oreja derecha por una herida de disparo», en relación al intento de asesinato que sufrió en un mitin en Pensilvania en julio del año pasado.

Y llega a la adulación, como cualquiera en el entorno de Trump, cuando incide en que su «estilo de vida activo» contribuye a su bienestar, con actividades como «sus frecuentes victorias en torneos de golf». El presidente ganó uno el pasado fin de semana, en su club de golf de Palm Beach, cuando fue criticado por estar pegando bolas mientras se hundían las bolsas como reacción a sus aranceles. Este domingo, Trump celebró los resultados médicos con otra ronda de golf.