Estupefacción en Francia por el caso Lola: la asesina era una adicta a las redes sociales que escapó de los radares policiales
Dahbia B., de origen argelino, se encontraba en situación irregular y no estaba fichada
Un 1 y un 0 en las pies de la niña: la extraña firma de la asesina de Lola que desconcierta a los investigadores franceses
Tortura, asfixia, una mujer misteriosa y tráfico de órganos: lo que se sabe del crimen de la niña de 12 años en París
Flores frente al bloque de pisos de París donde vivía Lola y se produjo su asesinato
El secuestro, tortura, violación y degüello de una chica de 12 años, Lola, se ha convertido en Francia en un revelador de varias crisis muy profundas, sociales, culturales, políticas y policiales, cuando sus padres desean que acabe la manipulación del caso, convertido en arma ... política arrojadiza y envenenada.
Crisis social. Dahbia B., argelina de 24 años, 'estudiante', presumida asesina, residente en Francia de manera transitoria, fue detenida, inculpada y encarcelada por los delitos de «violación y asesinato, tras actos de tortura y barbarie». Su condición de inmigrante llegada y afincada con mucha facilidad, perdida en la selva de la periferia urbana de París, la 'banlieue', ilumina la fragmentación creciente de un tejido social, multicultural, a veinte minutos del corazón de París. Cáncer social gangrenoso.
Crisis policial. Dahbia B. estaba en situación irregular. No estaba fichada. Y escapaba a los radares policiales. Gérarld Darmanin, ministro del Interior, antiguo portavoz personal de Nicolas Sarkozy, ha reconocido el mal o muy mal funcionamiento de los servicios policiales, prometiendo revisar las normas de expulsión inmediata de los delincuentes de origen extranjero.
Debate político
Crisis política. Marine Le Pen (extrema derecha) y Éric Zemmour (ultra derecha) se apresuraron a convertir el caso de Lola en una batalla política: acusando al Gobierno de «negligencia» y «laxismo», para lanzar otra batalla de fondo, «Francia, víctima de la inmigración criminal…». En esa batalla, Le Pen y Zemmour utilizan el caso de Lola para denunciar el riesgo de «desaparición» de Francia, «víctima de oleadas de inmigrantes», calificados genéricamente de «proclives a la delincuencia». La familia de Lola pidió que no se utilizase la muerte de la niña como arma política. En vano. Zemmour incluso ha montado manifestaciones «en memoria» de la víctima.
Manifestaciones que provocan otro choque social y político. En el pueblo de su familia, en el norte, muchos franceses de la más diversa tendencia han deseado poner flores callejeras en recuerdo de la niña. En un gesto entre humano y político, los familiares de la víctima han invitado al entierro al ministro del Interior, para insistir en su deseo de paz, serenidad y recogimiento digno. La mayoría silenciosa aspira a la serenidad, sin olvidar la cólera contenida.
En un gesto entre humano y político, los familiares de la víctima han invitado al entierro al ministro del Interior, para insistir en su deseo de paz, serenidad y recogimiento digno
Crisis cultural. La naturaleza del crimen y la personalidad de la presunta asesina tienen flecos inquietantes. Las revelaciones sobre su personalidad provocan tanta incertidumbre como consternación. Dahbia B. parecía una chica normal, avezada en el uso intensivo de las redes sociales, convertidas en transmisión masiva de basura tóxica, potencialmente criminal. El asesinato de Lola tiene algo de fin de una serie de terror que comienza en las redes sociales con intercambio de fotos y cromos y culmina en un baño de sangre atroz. Se trata de una enfermedad cultural de fondo.
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