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De esculpir su cara en el monte Rushmore a un día festivo en su honor: la loca carrera por adular a Trump

Los republicanos, que en general se han plegado al giro que ha impuesto sobre Rusia, estiran las maneras de satisfacer el ego del presidente de EE.UU.

Entre el 'reality' y la encerrona, Trump hace estallar la relación con Zelenski

Donald Trump, fotografiado junto al monte Rushmore REUTERS
Javier Ansorena

Javier Ansorena

Corresponsal en Nueva York

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La vía más directa para ganarse el favor del hombre más poderoso es regalarle la oreja. Donald Trump toma nota de quién le alaba y con qué grado de obsequiosidad. Y no hay adulación demasiado ostentosa para el presidente de EE.UU.

La vanidad ... es el combustible de casi cualquier político y Trump –aunque diga no serlo– la ha llevado a niveles desconocidos en su franqueza. De forma habitual, se califica como el «segundo mejor presidente de la historia de EE.UU.». Solo permite que le supere, por ahora, Abraham Lincoln. El líder revolucionario que derrotó a los británicos y prefirió no ser rey y retirarse a su finca, George Washington, está por detrás. Igual que Thomas Jefferson, otro de los padres de la democracia estadounidense. O que Ronald Reagan, icono del conservadurismo contemporáneo.

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