Venezuela
Enrique Márquez, exvicepresidente del órgano electoral: «Un voto masivo contra Maduro evitará la la manipulación de resultados»
El candidato presidencial afirma que el sistema de votación en Venezuela es seguro: «Más que en las urnas, la trampa ocurre durante la campaña»
María Corina Machado denuncia a Maduro por secuestrar a su jefe de seguridad
Buenos Aires
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Iniciar sesiónExvicepresidente del Consejo Nacional Electoral de Venezuela y exchavista, Enrique Márquez, de 61 años, llega a la recta final de las elecciones del 28 de julio con la esperanza de que una votación contundente reduzca las posibilidades de que el dictador Nicolás Maduro ... manipule el resultado a su favor.
Márquez prioriza la redemocratización de Venezuela y se muestra cercano a la candidatura de Edmundo González, elegido por María Corina Machado como el opositor al chavismo en la votación. Sin embargo, su crítica a Maduro proviene desde la perspectiva de la socialdemocracia, no desde la derecha representada por Machado.
La candidatura de Márquez, por el partido Centrados, tiene pocas posibilidades en la votación, pero agrupa a exchavistas arrepentidos y podría llevarlo a retirarse a favor de González, si es necesario.
¿Entregará Maduro el poder a Edmundo González si pierde las elecciones?
Ludmila Vinogradoff | Corresponsal en CaracasDirectamente desde Caracas, Márquez reveló cómo son los entresijos del sistema electoral venezolano y cómo ve las posibilidades de que la oposición ponga fin a la larga dictadura de Maduro.
—Usted es un especialista en elecciones en Venezuela. ¿Qué se puede decir sobre las tendencias de voto hoy?
—Venezuela tiene en su registro electoral 16 millones de electores. Si la participación es del 70%, estaríamos hablando de 10,5 millones de votos. Algunas encuestas dicen que la participación puede ser mayor al 70%, pero ese es nuestro récord histórico. Según la lectura combinada de varias de ellas, calculo que Nicolás Maduro debe tener, como máximo, 4 millones de votos, no me parece posible que supere esa cifra. El candidato Edmundo González debe obtener unos 6 millones de votos, es decir, una ventaja de unos 2 millones. El resto, el millón restante, estaría dividido entre las demás candidaturas.
—¿Cómo evalúa usted esta gran distancia entre la candidatura de González y la de Maduro?
—Lo que estamos viendo a través de las encuestas es que se trata prácticamente de un plebiscito, en el que la población demuestra, al menos hasta ahora, que no quiere más el régimen chavista. Alrededor del 80% de los venezolanos (según el instituto Datanálisis) quiere un cambio. Esto queda más claro si tenemos en cuenta que Edmundo González no es un político de carrera, ni un hombre conocido por el venezolano promedio. Él se proyecta por el liderazgo de María Corina Machado, que sí tiene una carrera política, además de haber ganado las primarias del año pasado por la Plataforma Unitaria. Ella es la persona que está agregando el descontento popular contra Maduro.
—¿Qué cree que hará Maduro ante una posible derrota el 28 de julio?
—Maduro ha perdido mucho capital político, lo que dificulta que realice las jugadas de siempre para mantenerse en el poder. Tendrá que inventar algo nuevo o diferente. En Venezuela, hoy en día, hay un sistema automatizado que funciona muy bien. Puedo decirlo porque lo conozco desde adentro. Un fraude masivo dejaría muchas evidencias y marcas. No llegaría ni cerca de ser el crimen perfecto. El sistema de votación y de contabilización de votos es de un excelente estándar en Venezuela.
En general, cuando se roba o se altera el resultado de una elección en Venezuela, no es por el sistema, sino por las diversas artimañas y presiones que se ejercen sobre opositores y electores, el cambio de lugares de votación en el último momento, la promesa de beneficios o incluso la compra de votos.
De tal manera que, si la elección fuera hoy y fuera competitiva, veríamos a Edmundo González victorioso y a Nicolás Maduro teniendo que reconocer esa derrota. A pesar de ser candidato, realmente mi mayor inclinación es lograr que Venezuela tenga una alternancia democrática. Lo peor que nos puede pasar es que Maduro, por alguna otra vía, consiga imponerse ante la voluntad popular.
—Su propuesta programática es diferente de la de María Corina Machado, y critica a Maduro más desde el lado de la centro-izquierda que de la derecha. ¿Es así?
—Sí, soy un hombre que tuvo origen en la izquierda, y apoyé la candidatura de Hugo Chávez en 1998. En esa época, yo era gobernador del Estado Zulia (zona petrolífera). Hoy me defino como un socialdemócrata. Mi propuesta se dirige a los trabajadores de Venezuela y a estimular que el capital privado e internacional venga a crear empleos para esta población, reanimar el sistema productivo. También, a diferencia de Machado, no creo en procesos masivos de privatización. Cuando Chávez estatizó miles de empresas privadas, frenó nuestra economía, inhibiendo la iniciativa de los particulares. Venezuela perdió mucho en ese proceso. Hoy tenemos un sistema productivo postrado, un dólar sobrevaluado que impide la competencia y las importaciones. Mientras nuestro sistema productivo está en el suelo, la industria petrolífera, que debería estar en varios millones de barriles en producción, está en apenas 700 mil. Los sectores de hierro y aluminio están paralizados y tenemos un déficit de energía, que se traduce en apagones. Mi enfoque sería una economía de mercado que dé mejor calidad de vida y más empleos a los venezolanos. Esto no quiere decir que estoy en un campo contrario al de Machado y Edmundo, en este momento nos unen más las coincidencias, necesitamos recuperar nuestra democracia.
—¿En qué momento, en su opinión, el Gobierno de Chávez, que usted apoyaba, se perdió?
—Este ya no es un gobierno chavista desde hace mucho tiempo. El sueño de Chávez era la creación de un nuevo orden que está en la Constitución promulgada en 1999. Aunque esa es la Carta que está vigente, ha sido violada por el Gobierno de Maduro, que no es una continuidad del gobierno de Chávez. Maduro es un represor, hoy tenemos cientos de presos políticos, partidos confiscados por el Gobierno. Incluso partidos de izquierda, como el comunista, que tenía más de 100 años de existencia, y Maduro hizo de todo para vaciarlo, lo judicializó, lo sacó del juego político.
Estamos de acuerdo con María Corina Machado cuando afirma que es preciso garantizar los derechos políticos de los venezolanos, algo que está en la Constitución de 1999. El proyecto de Maduro hoy es perpetuarse en el poder violando la Constitución y la democracia.
—Usted estuvo en el Consejo Nacional Electoral entre 2021 y 2023, cuando la oposición formó parte, de modo minoritario, del órgano. ¿Puede contar cómo eran las cosas ahí?
—Cuando fui jefe de ese órgano, mi objetivo era hacer que la oposición venezolana abandonara el camino de la abstención, que solo abría el camino para que Maduro siguiera en el poder de manera más libre. Siempre creí que una participación electoral más amplia era esencial para democratizar el país. La reducción de la abstención fue una victoria nuestra. Otra fue organizar el sistema electoral y de conteo, y puedo decir que hoy tenemos uno que está entre los mejores de la región. Insisto, cuando Maduro se impone de manera irregular en una votación, no es por el sistema que tenemos en el país, sino por el uso de su aparato represivo, las inhabilitaciones de electores, partidos y candidatos y otras técnicas. También porque el régimen nunca rinde cuentas sobre el dinero de campaña que está usando, si son fondos del Estado o del partido. Mientras la mayoría de las agrupaciones políticas de oposición tienen esas cuentas vigiladas, cuando no directamente judicializadas. Esto impide donaciones para la campaña de los opositores, entre otras dificultades. La gran manipulación de los resultados ocurre durante la campaña electoral, más que en las urnas de votación.
—No habrá observadores de la Unión Europea en esta elección, pero el Instituto Carter y las Naciones Unidas estarán presentes. ¿Cree que podrán realizar un buen trabajo?
—La presencia del Instituto Carter es muy importante. Sin embargo, tanto ellos como el grupo de expertos de las Naciones Unidas no son observadores electorales, se trata de grupos técnicos que no estarán presentes en varios Estados del país, como ocurre con los observadores.
—¿Cómo ve el rol de Brasil y Colombia, Gobiernos que intentaron acercarse a Maduro, en este proceso?
—Tanto el presidente Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil) como el presidente Gustavo Petro (Colombia) le han insistido incluso públicamente al presidente Maduro que genere condiciones de mayor transparencia en la elección. Sin embargo, estas voces no han sido escuchadas.
La propuesta que hizo Gustavo Petro en Bogotá, con Lula a su lado, de generar un acuerdo que pudiera ser aprobado por el pueblo venezolano en una especie de plebiscito o referendo en el día de la elección, y que fue respaldada por la oposición venezolana, fue rechazada por Maduro. A nosotros nos llamó mucho la atención que tanto Colombia como Brasil, luego de esta negativa, retiraran los grupos acompañantes que venían a Venezuela el 28 de julio. ¿Cómo podemos interpretar que el propio presidente Lula y el propio presidente Petro, luego de estar insistiendo en la propuesta, sencillamente desistan de enviar sus representantes a la elección? Pues nosotros lo interpretamos muy fácilmente. Ellos entendieron que Maduro no está dispuesto a promover elecciones competitivas.
—¿Usted, dentro de esta situación, tiene optimismo respecto al 28 de julio?
—Creo que un voto masivo, una participación contundente en las urnas, dejará expuesto el descontento con el Gobierno y en eso depositamos nuestras esperanzas, que sea la sociedad misma la que demuestre que no acepta manipulaciones. Esto hará más difícil que se alteren los resultados electorales. Confiamos en que la comunidad internacional pueda acompañarnos en esta lucha tan complicada, porque lo que ocurra en Venezuela el 28 de julio será determinante para el futuro de América del Sur. No queremos ser profetas del desastre, pero si el Gobierno de Maduro insiste en mantenerse en el poder a pesar de ya no contar con el apoyo del pueblo, habrá un aumento en el movimiento migratorio, y eso es terrible, no solo para nuestro país. Por eso, no me lavaría las manos con el caso venezolano. Estaría muy pendiente, muy atento a lo que ocurra aquí.
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