Volantazo de Trump con la pandemia para salvar su reelección
La cancelación de la convención en Florida confirma el cambio radical en la estrategia
Todo sobre las elecciones en EE.UU., en el Especial ABC
Donald Trump, el jueves durante una rueda de prensa sobre la crisis sanitaria en la Casa Blanca
La pandemia de Covid-19 y la estrategia de Donald Trump de mirar para otro lado se habían convertido en una bola de nieve bajando una colina. Crecía cada día y amenazaba con estamparse contra el presidente de EE.UU. el 3 de noviembre, la cita con las urnas para su reelección ... . Desde el mes de mayo, Trump había optado por dejar atrás la crisis sanitaria y económica desatada por el coronavirus. El número de casos descendió con fuerza durante ese mes, gracias a que su epicentro, Nueva York, mejoró. Trump azuzó a los estados para la reapertura de negocios y celebró la mejora de los datos de empleo, que se habían desplomado en marzo y abril. Su intención era centrar el discurso en la recuperación económica –la economía es una de sus grandes cartas electorales– y minimizar la persistencia de la pandemia. Calificó el momento de «transición hacia la grandeza».
Desde finales de junio y, sobre todo, este mes de julio, era evidente que el repunte de la pandemia es preocupante. Con el virus repartido en varias regiones, pero con especial incidencia en los estados del sur y del oeste, la pandemia ya no era cosa solo de Nueva York. EE.UU. ha batido de forma regular su récord de nuevos casos diarios, que han llegado a estar por encima de los 75.000 contagios. En estados como Texas , California y Florida , las hospitalizaciones y los fallecimientos se han disparado también. Esta semana se ha superado a nivel nacional el umbral de mil muertos diarios, algo que no ocurría desde principios de junio. Cada día que pasaba, la estrategia de Trump parecía más equivocada.
Se reflejaba en las encuestas: la brecha entre el presidente y su rival por la reelección, el exvicepresidente Joe Biden , se ha abierto con fuerza, hasta estar a quince puntos en algunos sondeos. Trump, sin embargo, ha seguido instalado en la postura de minimizar la crisis. Quizá fue por ego. Quizá lo hizo basado en sus instintos políticos, que hasta el momento le han funcionado muy bien. Todo ha cambiado en la última semana, en la que ha dado un giro de 180 grados a su estrategia. La muestra definitiva ha sido la cancelación de la convención republicana en Jacksonville (Florida) .
«El momento para este evento no era el apropiado», afirma Trump al cancelar el acto de Jacksonville
El jueves, por sorpresa, anunció desde la Casa Blanca que no era «el momento adecuado» para una convención «grande, multitudinaria». «Miré a mi equipo y les dije que el momento para este evento no era apropiado, no está bien con lo que está pasando ahora mismo», dijo Trump en referencia a la situación en Florida, que ha sido bautizada como «la Wuhan de EE.UU». Desde hace dos semanas, el estado sureño ha pasado casi cada día de 10.000 nuevas infecciones, incluso algún día por encima de 15.000. A la vez que Trump hablaba, se batía una vez más el récord diario de fallecimientos, con 174. «Tengo que proteger al pueblo estadounidense. Es lo que siempre he hecho. Es lo que siempre haré. Es lo que yo soy», añadió.
La medida contrasta con las decisiones que ha tomado en las últimas semanas. A pesar del repunte de casos, organizó el 20 de junio un mitin en Tulsa (Oklahoma) en el que no obligó a los asistentes a llevar mascarilla ni a guardar la distancia (aunque sí a firmar un documento en el que libraba a la campaña de responsabilidad si contraían el virus). Algo similar ocurrió en Dakota del Sur en las festividades de la fiesta nacional del 4 de julio.
La cancelación de la convención es dolorosa para Trump, una persona obsesionada con su imagen, de la que saca un gran rendimiento. Su objetivo era un baño de multitudes , con lluvia de confeti y fuegos de artificio. Intentó mantener el espectáculo a toda costa. El lugar original para el acto central de la convención era Charlotte, en Carolina del Norte. Trump se enfrentó a las autoridades locales, que le exigían medidas de seguridad estrictas en el evento y distanciamiento social.
Un estado donde se la juega
Prefirió llevarse el acto a un territorio más amable: Florida. Fue a mediados de junio, cuando Jacksonville, la ciudad elegida, registraba pocos casos. Es además un estado donde Trump tiene su residencia, donde el gobernador Ron DeSantis es un gran aliado y donde se juega mucho en la elección. La situación cambió allí pronto. El 11 de junio, cuando la campaña de Trump anunció la nueva sede, el condado de Duval, donde se asienta Jacksonville, registró 27 casos de Covid-19. El 20 de junio, ya eran un centenar. El 29 de ese mes, la ciudad impuso el uso de mascarilla. Desde el 1 de julio, los nuevos casos diarios han estado por encima de 500. Trump insistía en mantener los planes, hasta esta semana, cuando todo cambió.
Hace unos días compartió por primera vez una foto con una mascarilla y calificó su uso de «patriótico» . Se había negado a ponérsela en público hasta entonces, a pesar de que la directiva médica de su Administración la recomienda desde principios de abril, y había contribuido a convertirla en el centro de una batalla ideológica, con muchos republicanos opuestos a su uso.
Después, cambió el tono optimista sobre la pandemia y reconoció que «empeorará, antes de que mejore». En la misma línea, ha recuperado las comparecencias sobre Covid-19 que abandonó en abril.
En una de ellas, ha dado marcha atrás sobre la necesidad de reabrir los colegios a toda costa en septiembre, y admitió que haya retrasos en las regiones más afectadas. El adiós a la convención confirma que Trump se vuelve a tomar en serio la pandemia, y las encuestas.