El disputado voto por correo

Estas acusaciones sin fundamento sobre la falta de garantías de esta modalidad de voto contrastan con el hecho de que este es el sistema de votación utilizado por los militares de Estados Unidos cuando se encuentran desplegados por todo el mundo. De hecho, el origen del voto por correo se remonta a la guerra civil americana con el fin de facilitar los derechos de participación política de la ingente cantidad de personas jóvenes desplazadas por aquel conflicto (1861-1865).

Después de que el presidente Abraham Lincoln fuera reelegido en 1864, el uso del voto por correo retrocedió ante la necesidad de proteger las elecciones de la injerencia ejercida por las maquinarias de los partidos, sindicatos, caciques y demás intereses organizados. Hacia finales del siglo XIX, primó la necesidad de garantizar el voto secreto y libre. En este sentido se popularizó el uso tanto de mesas de votación como de papeletas que facilitasen la privacidad de este derecho fundamental.

En un país que se caracteriza por la gran movilidad geográfica de sus ciudadanos, las presiones se multiplicaron a lo largo del siglo XX para facilitar el voto desde la distancia. Sin olvidar a los votantes que por problemas de salud o edad no podían moverse de sus casas para acudir a votar. La respuesta a estas necesidades fue promocionar el voto por correo. A partir de los años sesenta y setenta, todos los Estados de la Unión empezaron a facilitar la posibilidad de votar por correo.

En 1978, California culminó esta expansión al permitir voto por correo sin necesidad de justificación alguna («absentee voting without an excuse»). En el año 2000, Oregón celebró las primeras elecciones presidenciales de Gore contra W. Bush exclusivamente por correo. Ejemplo eventualmente seguido por otros Estados como Utah, Washington y Colorado que han optado por celebrar elecciones mayoritariamente a través del correo.

Este año, tanto el voto por correo como la confusión sobre este método se han multiplicado. La pandemia ha promovido este método a pesar de las falsas acusaciones de fraude formuladas por el presidente Trump y los problemas registrados por el Servicio Postal de Estados Unidos. Tampoco ayuda la variedad de regulaciones estatales, a veces contradictorias, sobre el ejercicio del voto a distancia. Algunos estados facilitan el voto por correo a todos sus residentes mientras otros restringen su práctica únicamente para personas enfermas o militares en servicio activo.

Algunos estados como Texas o Carolina del Sur requieren una excusa justificada para poder acceder al voto por correo. Más de treinta estados de la Unión (incluidos algunos tan decisivos como Pensilvania) han permitido voto por correo a todos sus residentes por el coronavirus. Y una decena de jurisdicciones, con California y Nevada a la cabeza, ya facilitan el voto por correo de forma generalizada.

Estas contradictorias diferencias entre Estados también se aplican a la forma de contabilizar el voto por correo. Las reglas varías sin estas papeletas pueden recibirse hasta el día de las elecciones o basta con un matasellos anterior a la fecha de los comicios. Algunos permiten que el voto por correo sea depositado en buzones especiales, al margen del Servicio Postal. Estados, como Florida, empiezan a procesar estos votos conforme se van recibiendo. Mientras que otros insisten en contabilizar primero el voto presencial antes de empezar a tabular el voto por correo.