Mujeres que ganan elecciones
Trump está perdido si no consigue retener el voto femenino blanco, que ganó por la mínima hace cuatro años
Elecciones en EE.UU.: sigue en directo la votación
Javier Ansorena
Julie Trussell , que vive en Míchigan , uno de los estados decisivos en la elección, llamó a su hija a comienzos de año, cuando la campaña comenzaba a carburar. La posibilidad de otros cuatro años de Donald Trump , la más cierta ... entonces, le preocupaba. Quería saber qué podría hacer ella, desde su casa en un suburbio de Ann Arbor. «Mamá, tú eres la clave de esta elección», fue la respuesta al otro lado del teléfono.
El voto femenino , en especial en los enclaves suburbanos de los estados decisivos, es una de las piezas que pueden mover la elección. Trump lo sabe y lo busca desde este verano, cuando, en medio de un nuevo repunte de la pandemia, veía su apoyo erosionado.
«Amo a las mujeres y no puedo evitarlo», dijo Trump en un mitin esta semana en Lansing, la capital administrativa de Míchigan. «Las quiero mucho más que a los hombres. Por eso voy a salvar los suburbios», añadió el presidente en una variación del cortejo que hace en cada mitin. Les ofrece, en su opinión, lo que ellas quieren: «Seguridad, ley y orden» y que «no invadan sus barrios con viviendas sociales», un anzuelo de aroma racista.
Pocos días antes de la elección de 2016, apareció un vídeo en el que Trump alardeaba de «agarrarlas por el coño». Trump perdió el voto femenino: Hillary Clinton convenció al 54%, frente al 42% del multimillonario neoyorquino, cerca de la diferencia de 14 puntos que marcaban las encuestas. Pero el ahora presidente ganó contra pronóstico entre las mujeres blancas (53%) y, en especial, entre las mujeres blancas sin estudios, donde arrasó.
Ahora la situación podría ser diferente: los sondeos dan a Biden una ventaja de 25 puntos en el voto femenino respecto a Trump, que ve cómo se le escapa de los dedos un electorado determinante en estados como Pensilvania, Míchigan o Wisconsin, donde ganó por la mínima.
«Yo soy una de esas mujeres suburbanas de las que habla Trump», dice con tono divertido Lynn Rickard , de Filadelfia ( Pensilvania ). No confiesa a quién va a votar, pero lamenta la división y la polarización de los últimos cuatro años y la tensión que se vive en el país y en su estado, que podría determinar el presidente. «Mi hijo me dijo el otro día, medio en broma, que llenara la despensa por si acaso», asegura sobre el miedo a inestabilidad en el recuento electoral.
«Para mí Trump es repulsivo, inapropiado y una vergüenza», defiende Trussell, que se considera una demócrata moderada, mientras recuerda los insultos a incapacitados o mujeres durante la primera campaña. Al mismo tiempo, reconoce que muchas mujeres de su vecindario votarán a Trump por una sola razón: porque está en contra del aborto. «Voto a Trump porque yo estoy a favor de la vida, no hay elección para mí entre candidatos», reconoce Diane, que prefiere no dar su apellido, desde Omaha ( Nebraska ).
La presidencia de Trump fue contestada en la calle con marchas multitudinarias de mujeres , organizadas por sectores izquierdistas, como la que respondió a su investidura en Washington en enero de 2017. En las elecciones legislativas de 2018 , el voto femenino fue uno de los motores de la recuperación de los demócratas de la Cámara de Representantes, con mayor representación femenina que nunca.
Subestimación del voto femenino
Trump mantiene una base férrea de votantes, que incluye a mujeres blancas. «Le queremos mucho», asegura Joan Polizzi desde Florida , el estado decisivo con más peso de electores. «Es un presidente fantástico y ha cumplido todo lo que ha dicho que haría».
Pero está por ver cómo es de profunda la erosión de su apoyo en los suburbios decisivos. Quizá la realidad de esas zonas es diferente a la que Trump tiene en la cabeza. El presidente se ha referido a esas votantes como «amas de casa suburbanas» y esta semana habló de que su objetivo es «volver a poner a vuestros maridos a trabajar». Pero esos suburbios son ahora más diversos -el 25% eran completamente blancos en 1980, ahora solo el 5%- y las mujeres, que representan casi la mitad de la fuerza laboral del país, no se quedan en casa haciendo galletas.
Karen Zehr , desde Ohio , asegura que la pandemia ha impactado más a mujeres, «dedicadas a servicios esenciales como el trabajo en hospitales, la enseñanza o el cuidado de los mayores». En su entorno, ve a un creciente número de mujeres republicanas que «no quieren más división, insultos o caos». Si dan la espalda a sus maridos, Trump saldrá de la Casa Blanca.
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