Efectos colaterales de la presa volada: beneficia la defensa rusa y perjudica la contraofensiva de Ucrania

Ahora, el desafío político inmediato de Zelenski es poder aparecer en la Cumbe Atlántica, prevista para el 11-12 de julio, en Vilna, con algún éxito militar reseñable. Algo difícil de lograr con el enjambre de esfuerzos operativos, que parecen desconectados y sin la potencia y el impulso ofensivo necesarios para, primero, romper la 'costra' de las tropas rusas, y, después, penetrar profundamente en su despliegue. ¿Acaso el líder ucraniano prefiera esperar a la llegada de los F-16 y, consecuentemente, lanzar una verdadera contraofensiva en la campaña de 2024?

Los picotazos en el territorio ruso de Belgorod son incursiones de supuestos voluntarios rusos contrarios a Putin (entre ellos el llamado Cuerpo de Voluntarios de Rusia y la autodenominada Legión de la Libertad). Sus acciones, mayormente de hostigamiento, tienen una triple finalidad. Una es tratar de mostrar la incapacidad de Moscú para controlar todo el territorio ruso. Otra es fijar fuerzas rusas en una zona alejada de lo que ha sido, y sigue siendo, el epicentro de la actividad combativa (Bajmut-Vuhledar). Y la tercera es ganar tiempo con el señuelo de que tales acciones forman parte la anunciada contraofensiva; es decir, vender que la contraofensiva está en marcha.

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Tales milicias o guerrillas tienen su paraíso en territorio ucraniano, por lo que, forzosamente, han de contar con la ayuda y la complicidad de Kiev para poder operar. Lo que induce a concluir que es Ucrania, su país anfitrión, el que las arma, municiona y apoya logísticamente. Y puesto que la propia Ucrania, a su vez, se nutre del apoyo de los países occidentales, no parece disparatado sospechar son los países de la OTAN y la UE las verdaderas nodrizas de las milicias anti-Putin, en sus operaciones en territorio ruso. Se estaría así, probablemente, violando el consenso occidental de no transferir armas que se empleasen para atacar objetivos rusos en el territorio ruso, para no convertir a la OTAN y la UE en actores activos de las hostilidades contra Rusia.

El ataque, en la madrugada de este martes, de la Central Hidroeléctrica de Nova Kajovka (provincia de Jersón), en el río Dniéper, podría, tal vez, incluirse en el panel de las operaciones en el teatro. Aquélla es una instalación de carácter estratégico tanto para Ucrania como para Rusia, por lo que fue ocupada, mediante una rápida acción aerotransportada, en el primer día de la invasión. Moscú y Kiev se acusan recíprocamente de la autoría de la catástrofe bien que, todavía, no esté claro ni quien lo hizo, ni cuales son los daños en la presa, ni las últimas consecuencias de todo ello.

Aparte de los destrozos materiales y daños a las personas y suministros eléctricos que puedan derivarse -lo que no es poco aparcar-, lo más cierto es que las inundaciones subsiguientes incrementarán la cualidad del río Dniéper como obstáculo para el movimiento. Eso, en su caso, facilitaría la acción defensiva rusa y dificultaría cualquier intentona ofensiva ucraniana entre la presa y el mar. Por otro lado, la calamidad podría, en función de la magnitud de los destrozos en la obra de fábrica, afectar vitalmente a Crimea, que tiene en esa presa la fuente del 90% del agua (de boca, agricultura e industria) que se consume en esa península. La buena noticia es que no parece, por el momento, que haya peligro de sobrecalentamiento de los reactores de la central nuclear de Zaporiyia, por falta de agua de refrigeración.

SOBRE EL AUTOR

pedro pitarch

El autor es teniente general retirado del Ejército de Tierra. Fue jefe del Eurocuerpo y de la Fuerza Terrestre y director general de Política de Defensa en el Gobierno de Zapatero. Ocupó la jefatura de la División de Estrategia y Cooperación Militar del Estado Mayor de la Defensa, así como de la División de Logística del Mando Supremo de la OTAN.