Trump anuncia un acuerdo comercial que fija aranceles del 55% a China y un 10% a EE.UU.

Según explicó el mandatario en su red social Truth Social, el pacto está «cerrado, sujeto a aprobación final» por parte suya y del presidente chino, Xi Jinping.

El acuerdo establece que Estados Unidos aplicará un arancel acumulado del 55% a productos chinos. Esta cifra incluye distintas tasas ya en vigor: el 10% base impuesto a casi todos los países, un 20% adicional vinculado a la crisis del fentanilo, y otros gravámenes anteriores por competencia desleal. Por su parte, China mantendrá tarifas del 10% sobre productos estadounidenses, tras reducirlas desde niveles previos mucho más altos.

Además, Pekín se compromete a suministrar de forma inmediata componentes estratégicos como imanes, tierras raras y minerales esenciales para la industria tecnológica. A cambio, Washington permitirá el acceso de estudiantes chinos a universidades y centros educativos estadounidenses, algo que en los últimos días había estado restringido bajo nuevas normativas impulsadas por la Casa Blanca.

El secretario de Comercio, Howard Lutnick, aseguró a AP que se trata de un marco concreto para implementar el llamado «consenso de Ginebra», alcanzado el mes pasado pero estancado por desacuerdos en su aplicación. «Hemos puesto carne sobre los huesos del acuerdo anterior», declaró Lutnick tras la última ronda de conversaciones.

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Según fuentes oficiales, la nueva fase del acuerdo busca estabilizar las relaciones comerciales hasta agosto, plazo límite para cerrar un pacto más amplio. Las negociaciones en Londres, lideradas por Lutnick y el viceprimer ministro chino Li Chenggang, permitieron destrabar varios puntos críticos que habían provocado un nuevo repunte arancelario y restricciones tecnológicas, según Reuters.

China, por su parte, expresó su voluntad de resolver las disputas mediante un diálogo en condiciones de igualdad, informan los medios estatales de ese país. Sin embargo, los representantes de Pekín, según esas mismas fuentes, utilizaron un lenguaje firme durante las sesiones, recordando que China «no quiere una guerra comercial, pero no tiene miedo de librarla».

Aunque el nuevo acuerdo representa una desescalada importante y un paso hacia una relación más pragmática y calmada, las diferencias de fondo —en materia de subsidios, propiedad intelectual, regulación tecnológica y acceso al mercado— siguen sin resolverse y podrían reactivarse en cualquier momento.

Trump, que había endurecido su postura comercial frente a Pekín en las últimas semanas, afirmó ahora que mantiene una «relación excelente» con Xi y que ambos trabajarán «estrechamente» para abrir nuevos espacios de comercio bilateral. El acuerdo llega en medio de un clima tenso en política exterior y tras una conversación entre ambos mandatarios la semana pasada.