Drama diplomático por un minuto de silencio en la ONU por las víctimas de la guerra

En la reunión se repitieron las apelaciones a la paz, a la retirada de Rusia del territorio ucraniano, a parar el desastre humanitario y económico que ha supuesto la invasión de Ucrania.

Rusia, representada por su embajador ante la ONU, Vasili Nebenzia, tuvo, como siempre, una posición combativa. Nebenzia protestó al comienzo de la sesión la invitación a que el ministro de Exteriores de Ucrania, Dmitro Kuleba, hablase antes que los quince miembros del Consejo.

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S.I.

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La presidencia de turno, que está ahora en manos de Malta, no hizo caso a las protestas rusas. Tras la intervención del secretario general de la ONU -«dad una oportunidad a la paz», dijo Antonio Guterres una vez más, acordándose de John Lennon-, su ministro de Exteriores, Ian Berg, dio la palabra a Kuleba.

El representante ucraniano fue agresivo contra Rusia y acabó su intervención con una petición que nadie esperaba: «En este día trágico, en el que estamos de luto por las vidas y destinos rotos por Rusia, pido a todos un minuto de silencio en memoria de las víctimas de la agresión». El objetivo era visualizar con teatralidad el aislamiento de Rusia en la comunidad internacional.

Kuleba se puso en pie y buena parte de la sala siguió su ejemplo. Algunas delegaciones -como Brasil y China, el principal soporte de Rusia- permanecieron sentados, mientras Nebenzia gesticulaba con desespero al presidente del Consejo. Por fin, obtuvo la palabra. «Nos ponemos de pie en memoria de todas las víctimas de lo que ha ocurrido en Ucrania desde 2014, de todos aquellos que murieron, todas sus vidas son inestimables», dijo Nebenzia, en una referencia a las agresiones ucranianas que Rusia ha denunciado en el Donbass y que son una de sus justificaciones para la invasión.

El embajador ruso se puso en pie y, en una imagen dramática, se quedó solo. Pero no se arredró y empezó a gesticular hacia Guterres y hacia Ian Berg, el ministro de Exteriores de Malta que presidía la reunión, exigiéndoles con ademanes que se pusiera en pie.

Guterres dudó, pero acabó por obedecer la instrucción de Nebenzia y se puso en pie. También Berg. El resto de delegaciones se miraban unas a otras. Todas acabaron por seguir al secretario general de la ONU, incluido Kuleba y el secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, que representaba a la primera potencia mundial.

Nebenzia, un viejo zorro de la diplomacia de la ONU, convirtió la estrategia ucraniana para denunciar las atrocidades rusas en una victoria propia. Puso en pie a toda la diplomacia internacional, incluidos sus enemigos y rivales.