Un refugiado afgano ataca con cuchillo a un grupo de guardería en un parque de Baviera y mata a un niño de dos años y a un hombre que intentó ayudar

El segundo fallecido es un transeúnte que intervino para evitar más muertes. Alertado por los gritos de los niños y a la vista del comportamiento del atacante, intentó reducirlo sin éxito y el mismo cuchillo terminó también con su vida, a causa de una herida letal. Tras unos momentos de gran confusión en el lugar de los hechos, la policía no tardó en detener al agresor, un afgano de 28 años que vive en un centro de acogida para solicitantes de asilo y que sufre, según el informe, trastornos mentales. Enamullah O., armado con un cuchillo, simulaba pasear por el parque cuando sin previo aviso se lanzó contra los pequeños.

Debido a que un sospechoso supuestamente intentó escapar a través de las vías del tren, el tráfico ferroviario en la ciudad fue interrumpido, pero resultó que huía de la policía por otros motivos. La investigación no tardó en descartar la motivación terrorista, así como la sospecha de implicación de una segunda persona, inicialmente detenida, pero que no era finalmente más que un testigo. El parque Schöntal, de algo más de nueve hectáreas de extensión, se encuentra prácticamente en el centro de la ciudad en la zona peatonal que desemboca en su centro comercial. Debido a casos de robos y agresiones, fue clasificado como «lugar peligroso» el pasado otoño y la policía realiza patrullas a pie regularmente. Esa es la razón por la que los agentes no tardaron en llegar al lugar de los hechos, poco antes de las doce del mediodía, y el sospechoso pudo ser capturado rápidamente.

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Las ambulancias se encargaron de atender sobre el terreno al menos a otros cuatro heridos que, afortunadamente, lograron salvar sus vidas. Un adulto y un niño permanecen hospitalizados con heridas graves. La escena del crimen fue acordonada y, a primera hora de la tarde, la policía informó que ya no había peligro para la población, aunque desaconsejaba pasear por el citado parque, que sí visitó a última hora de la tarde el ministro regional de Baviera, Joachim Herrmann. «Baviera se mantiene unida en estos momentos difíciles», dijo, sin ocultar su impotencia ante ataques con cuchillo de este tipo, altamente impredecibles para las fuerzas de seguridad y que, por su frecuencia en los últimos años, crean una gran sensación de indefensión entre la población.

«Si en nuestra ciudad un loco puede matar a niños que juegan tranquilamente en el parque es que hemos tocado fondo, es que esta ya no es nuestra ciudad», lamentaba en declaraciones a la radio local Helga, que hasta el pasado verano solía salir a correr en este mismo parque. «¿Qué podemos hacer? ¿No salir de nuestras casas? ¿Estar prisioneros en nuestra propia ciudad? Es evidente que estamos haciendo algo muy mal si se permite que asesinos de niños anden sueltos por la calle, igualmente si son terroristas o si son enfermos mentales», se quejaba un miembro del equipo de jardinería y mantenimiento que trabajaba a esa hora cerca del lugar del ataque.

El presidente regional de Baviera, Markus Söder, condenó el ataque como «un acto cobarde y despreciable». «Lamentamos la pérdida de un niño pequeño e inocente que resultó herido de muerte. Lamentamos la pérdida de un ayudante que pagó su coraje civil con su propia vida», dijo, «hoy es un día terrible para toda Baviera, la terrible noticia de Aschaffenburg nos ha afectado profundamente». Söder pidió tiempo para que la investigación pueda llegar a conclusiones. «Las circunstancias deben aclararse plenamente, pero ahora es el momento de hacer una pausa», pidió también calma.

El alcalde de Aschaffenburg depositó una corona de flores en el parque y agradeció el trabajo de policías y sanitarios. «Estoy conmocionado, profundamente conmocionado y con el corazón con las víctimas y sus familiares», compartió. El obispo de Würzburg, Franz Jung, también condenó el acto y llamó a «pedir a Dios por la paz en la ciudad de Aschaffenburg y en nuestra sociedad». «Es tan cruel que te deja sin palabras», alcanzó a decir el presidente del grupo parlamentario de la CSU en el ayuntamiento, Peter Schweickard, «es cierto que el parque era escena de trapicheos de drogas y de pequeños robos, pero esto es algo completamente diferente, es horrible». «Y lo peor es que, probablemente, esto puede suceder hoy en cualquier lugar», añadió.

A la hora del ataque, los restaurantes en torno al parque estaban llenos de comensales que difundieron rápidamente vídeos de caravanas de coches patrulla y aullidos de sirenas policiales, poco comunes en esta ciudad de unos 70.000 habitantes. «Cuando escuché los gritos salí a la calle y grabé con el teléfono lo que veía, para colgarlo en redes, pero no entendíamos realmente lo que pasaba», ha comentado el dueño de «Da Claudio», el Hofgarten en el extremo oriental del parque. A esa hora la sensación colectiva era todavía de estupefacción. Al cierre de esta edición, era de miedo.