Dimite la primera ministra de Suecia al reconocer su derrota frente al bloque de derecha en legislativas

También el secretario del Partido Moderado, Gunnar Strömer, comentaba que «está claro que el pueblo sueco ha votado por un cambio y por un cambio de Gobierno» y confirmó que los cuatro partidos han comenzado los contactos. «El objetivo para nosotros ahora es muy claro. Ahora formaremos un gobierno poderoso para todos los ciudadanos de nuestro país», confirmó.

Ese bloque de cuatro partidos incluye a cristianodemócratas, liberales y Partido Moderado de centro derecha, además de los Demócratas de Suecia (SD), populistas de derecha, que ya han adelantado que exigirán ministerios en la negociación para formar Gobierno. Los otros tres partidos, por su parte, han dado señales de que tratarán de evitarlo. Les resultará difícil porque, aunque se trata de un partido sometido a cordón sanitario durante las últimas legislaturas, en las elecciones del pasado domingo fue la segunda formación más votada, después del Partido Socialdemócrata de la hasta ahora primera ministra Magdalena Andersson, tradicionalmente la fuerza más fuerte en Suecia y que queda con el 30,4% de los votos. Los Demócratas de Suecia, en segundo lugar con un 20,6%, lo que significaría un resultado récord para el partido de Jimmie Åkesson. Por primera vez, superan a los moderados de Ulf Kristersson, que descienden hasta el 19,1%.

Los números dan, en teoría, para nueve escenarios, tres de ellos verdaderas pesadillas para Kristersson. Pero a pesar de que SD es el partido más votado del bloque de derecha, no se espera que su líder ocupe el cargo de primer ministro. «No, es completamente improbable», explica Viktor Barth-Kron, comentarista político de ‘Expressen’, «para ser nombrado primer ministro en Suecia, uno debe ser aceptado como tal por una mayoría en el parlamento. Jimmie Åkesson no tiene forma de aprobar tal votación, porque una clara mayoría está absolutamente en contra». Durante la campaña electoral, los moderados, cristianodemócratas, liberales y demócratas suecos anunciaron su apoyo a Ulf Kristersson, que cuenta así con el apoyo de 175 escaños para ser elegido primer ministro.

Andersson declaró anoche que presentará su renuncia a primera hora del jueves. «Será una legislatura muy dura y complicada», declaró, pasando ya al papel de oposición y admitiendo su preocupación por el auge de los populistas de SD. «Esto inquieta a muchos suecos», dijo, «veo ese malestar y lo comparto». También pidió al resto de fuerzas de derecha que sepan «poner límites».

El cambio de poder puede darse muy rápidamente. Varias fuentes conservadoras confían en que los Demócratas de Suecia acepten permanecer fuera del Gobierno a cambio del puesto de presidente, por ejemplo, que permitiría a la derecha moderada no hacerse responsable de ellos y viceversa. Fuentes de los Moderados y los cristianodemócratas ofrecen la misma versión. Apuntan a que SD ni siquiera ha querido sentarse realmente en el Gobierno y que todo lo demás es pose para las galerías. Otras fuentes sugieren que el comité ejecutivo de SD, a cargo del proceso de negociación de gobierno, ha puesto su mirada en el puesto de Portavoz.

Antes del proceso de formación del gobierno, destacados miembros del partido como Henrik Vinge han declarado en entrevistas que será absolutamente necesario un pacto formal con los otros partidos gubernamentales. Por parte de moderados y cristianodemócratas se ha expresado también la conveniencia de que en el pacto quede especificado cómo se espera que los Demócratas Suecos actúen con respecto a las políticas del gobierno, si están fuera del gobierno. «Es importante atarlos, para que no puedan recoger las pasas de la tarta del Gobierno todos los días, comportándose como si fueran opositores», explican fuentes del Partido Moderado, «debemos poder confiar en ellos para que cada día no termine con una reunión de crisis».