El ministro británico de Finanzas, Kwasi Kwarteng, despedido en plena tormenta política en el Reino Unido

Finalmente la presión de sus propias filas, de la oposición y hasta del Fondo Monetario Internacional, acabaron por obligar a la 'premier' a despedir al ministro y a dar marcha atrás en la gran promesa que hizo durante la campaña por el liderazgo conservador. El minipresupuesto anunciado el 23 de septiembre desató tales turbulencias en los mercados financieros que el Banco de Inglaterra tuvo que intervenir para poner calma y proteger los fondos de pensiones.

Los ánimos están caldeados, aún más si cabe, dentro de los tories. «Es jaque mate, estamos jodidos», le dijo un parlamentario a la BBC. Pero lejos de entonar el mea culpa, el ya exministro publicó en su cuenta de Twitter una carta de despedida en la que le dedica unas palabras a Truss: «Tu visión de optimismo, crecimiento y cambio era correcta», y agregó que «seguir el statu quo simplemente no era una opción». «Ahora que avanzamos, es importante enfatizar el compromiso del gobierno con la disciplina fiscal», escribió, y «el plan fiscal de mediano plazo es crucial para ese fin». Además, escribió que «cuando me pidieron que sirviera como ministro de Finanzas, lo hice con pleno conocimiento de que la situación a la que nos enfrentábamos era increíblemente difícil».

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Fuentes de Whitehall declararon a 'The Guardian' que ambos tenían diferentes puntos de vista sobre qué camino tomar, y que la premier optó por sacrificar a su aliado con tal de asegurar su propia supervivencia.

No obstante, esta no está asegurada, y la tormenta política es tal, que según 'The Times' en el seno de los tories se está valorando la posibilidad de reemplazar a la 'premier', que es la cuarta inquilina en el número 10 de Downing Street en seis años, con fórmulas tan poco ortodoxas como una candidatura conjunta de Rishi Sunak y Penny Mordaunt.

Un diputado apuntó en Sky News que «la idea de que la primera ministra pueda convertir a su ministro en un chivo expiatorio y seguir adelante es una ilusión», y la BBC informó de que un grupo de conservadores de alto nivel ha decidido pedirle públicamente a Truss que dimita. «A la primera ministra le resultará difícil sobrevivir», advirtió un parlamentario. Los laboristas, favoritos en las encuestas, se frotan mientras tanto las manos ante la posibilidad de unas elecciones anticipadas.

La responsable de Economía de los laboristas, Rachel Reeves, manifestó en su cuenta de Twitter que «cambiar al ministro no deshace el daño que se ha hecho. No solo necesitamos un cambio de ministro, necesitamos un cambio de Gobierno», dijo, y prometió que «sólo los laboristas ofrecen el liderazgo y las ideas que Gran Bretaña necesita para asegurar la economía y salir de este embrollo».

El líder liberal demócrata, Ed Davey, también se apresuró a pedir que los ciudadanos acudan a las urnas. «Esto debería ser la sentencia de muerte de la mala gestión de nuestra economía por parte de los conservadores», aseveró Davey, que matizó que «no comenzó repentinamente con Kwarteng, pero debe terminar ahora». «La gente está enojada, harta y preocupada por el futuro. Sobre todo, está furiosa porque los parlamentarios conservadores parecen pensar que esta es una forma aceptable de conducir el gobierno de nuestro país en estos tiempos difíciles», advirtió. «Ya es suficiente. (Esto) empezó con Boris Johnson fallándole a nuestro país, y ahora que Liz Truss ha arruinado nuestra economía, es hora de que la gente exprese su opinión en unas elecciones generales».