Otras crisis de los Servicios Secretos de EE.UU. tras el fallo de seguridad con Trump

Ese cuerpo policial ya está siendo investigado en el Capitolio por el anterior intento de asesinato de Trump, ocurrido el 13 de julio, en el cual un individuo se subió a un tejado y disparó, hiriendo al candidato y expresidente en la oreja. Aquel atentado provocó la dimisión de la directora del Servicio Secreto, Kimberly Cheatle, y el refuerzo de los efectivos destinados a los candidatos, pero el cuerpo policial sigue aquejado de falta de preparación y recursos.

De momento, Trump, que resultó ileso en este segundo intento, el cual investiga el FBI, ha elogiado a los agentes que lo protegen por haber provocado la huida del agresor. Sin embargo, el atacante dejó atrás el fusil y fue detenido 45 minutos después en un coche. El expresidente, que el martes continuó su campaña con una visita a Míchigan, ha culpado a los demócratas, en especial a Kamala Harris y a Joe Biden, de incitar al odio en su contra con sus críticas.

Por su parte, el secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, elogió este martes la respuesta del Servicio Secreto ante el aparente intento de asesinato del expresidente. Mayorkas afirmó que la agencia «hizo su trabajo» y «eliminó una amenaza». El Servicio Secreto depende de ese mismo departamento. Mayorkas también señaló que se ha «mejorado» la seguridad alrededor de Trump, acorde con su estatus de expresidente y candidato en campaña.

El historial del Servicio Secreto es problemático. Bajo su custodia, John F. Kennedy murió a tiros en Dallas en 1963. En 1981, no impidieron que Ronald Reagan recibiera un disparo casi a quemarropa, lo que le dejó secuelas de por vida. En 2011, pasaron días sin detectar unos disparos que un hombre armado había efectuado contra la Casa Blanca cuando las hijas de Barack Obama estaban dentro.

Aunque el candidato republicano y la Casa Blanca no ven problema en cómo el Servicio Secreto reaccionó ante esta nueva amenaza a la vida de Trump, los agentes no registraron el perímetro del club de golf el domingo antes de que el expresidente comenzara su ronda de hoyos. Si el detenido, Ryan Routh, estuvo en la verja durante doce horas, podría haber sido detectado con anterioridad, sin necesidad de que Trump estuviera a unos 500 metros de distancia. Más aún, cuando el candidato salvó la vida por apenas unos milímetros en julio.

Tras los dos ataques contra Trump en dos meses, fuentes de la Casa Blanca han filtrado a medios estadounidenses que el Servicio Secreto ha expresado varias veces su preocupación por la voluntad de Trump de hacer actividades al aire libre. Tras el atentado de julio, esos medios citaban de forma anónima a agentes que advertían al candidato que los mítines al aire libre podrían ser muy arriesgados. Aquel día, en el mitin de Pensilvania, no impidieron que el atacante se subiera al tejado y disparara, a pesar de que varios testigos habían avisado a la policía.

Ahora, esas mismas fuentes han criticado que Trump sea tan dado a jugar al golf los fines de semana. Cuando era presidente, el Servicio Secreto aseguraba todo el perímetro del campo donde jugaba, pero ahora, con recursos más reducidos, eso es imposible, y los agentes solo hacen rondas de reconocimiento antes de que el candidato llegue a los hoyos correspondientes.