Ansiedad, depresión y miedo: la crisis política daña psicológicamente a los venezolanos
La combinación de represión selectiva y masiva está generando un efecto de parálisis en la dirección política y de terror entre las personas
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Enviado especial a Caracas
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Iniciar sesiónLas cuentas de redes sociales se cierran con candado y se borran algunas publicaciones. Se intensifica la autocensura. En los chats de WhatsApp se activan los mensajes temporales para que se eliminen automáticamente a las 24 horas. Y si alguien sale a la calle, ... especialmente si es para protestar, previamente procura una limpieza digital que suprima cualquier rastro que pueda señalarlo como opositor o incriminarlo como contrarrevolucionario. Son numerosos los reportes de autoridades que arbitrariamente solicitan a los ciudadanos la revisión de sus móviles.
Los venezolanos le tienen miedo a la Policía y a los guardias nacionales. Lejos de percibir protección, muchos ven en esos cuerpos de seguridad amenazas. En varios puntos de Caracas se han desplegado puestos de control y, a través de los grupos de chats, la gente da aviso de las ubicaciones para poder sortear los controles. La combinación de represión selectiva y masiva está generando un efecto de parálisis en la dirección política y de terror entre las personas, lo que los inhibe a denunciar lo que está ocurriendo, según la oenegé Provea.
La persecución y las detenciones no cesan y los activistas en libertad estiman que es cuestión de tiempo para que sea su turno. Durante una protesta, una mujer muestra a ABC el método de aviso que ha planificado con sus familiares. Ha puesto en su fondo de pantalla un acceso directo al grupo familiar y cada vez que sale a la calle deja sin enviar unos caracteres especiales, de modo que, cuando llegue el temido momento, pueda mandar la señal de auxilio y su gente inicie inmediatamente la búsqueda.
Asociaciones de expertos han puesto a la orden líneas de atención al público para ofrecer primeros auxilios psicológicos en estos momentos de desasosiego. El jueves pasado, la Escuela de Psicología de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) activó una línea telefónica gratuita, y «más de la mitad de las llamadas eran de personas sumamente angustiadas por la situación del país, por estar encerrados de nuevo», comparte a ABC el padre Danny Socorro, sacerdote jesuita y director de la escuela. «También nos llamaban periodistas, porque esto para ellos supone un shock».
Malestar emocional
Ansiedad, depresión y miedo es lo que más manifiestan quienes están al otro lado del teléfono, comenta Socorro. Muchos tienen 'flashbacks' de experiencias traumáticas que han vivido en otras manifestaciones y se aterrorizan con la cantidad de personas que han sido detenidas en protestas o sacadas de sus hogares en medio de la noche sin órdenes judiciales. Como sucedió con María Oropeza, jefa del comando de campaña de María Corina Machado en el estado Portuguesa, quien el martes transmitió en directo cómo funcionarios de la Dgcim ingresaban a la fuerza a su vivienda y la capturaban, en medio de la 'Operación Tun Tun' de arrestos masivos.
Según Socorro, se ha disparado el miedo difuso colectivo, que es la vivencia experimentada por la percepción de un peligro, cierto o impreciso, que la persona siente como amenazante para él mismo o su grupo. Un temor que tiende a paralizar y tiene el riesgo de convertir a la población en cómplice. «Se está observando mucho silencio», señala el psicólogo. «La gente no puede conciliar el sueño y aparecen desórdenes de alimentación en quienes se sienten constantemente angustiados».
El último estudio psicosocial de la UCAB, publicado antes de las elecciones, ya establecía que al menos 20% de la población sufría de niveles moderados o altos de ansiedad y depresión, que el 89% desconfiaba del otro y que el 37% percibe miedo colectivo. En estos días, Socorro estima que esas cifras hayan sufrido un aumento considerable.
La desconfianza aumentó ocho puntos con respecto al informe del año anterior. Las personas solo confían en su núcleo más estrecho. «Pero eso implica niveles de vulnerabilidad muy grandes porque no hay tejido social que aguante estas condiciones», indica Socorro. «Una sociedad no puede sostenerse mediante apoyos familiares, se requieren instituciones. Y aquí uno se siente profundamente desprotegido».
Desde el Gobierno se promueve la delación entre vecinos y conocidos. Nicolás Maduro ha instado a la población a «denunciar de manera confidencial a los que han atacado al pueblo para ir por ellos y hacer justicia». Un anuncio realizado en un contexto de protestas callejeras y que pretende identificar a quienes se han manifestado en contra de los resultados electorales. Un «brote fascista» que el mandatario asegura haber resuelto. La fórmula para hacerlo es a través de VenApp, una aplicación promovida por el chavismo y que inicialmente se dio a conocer como una vía para reportar problemas con servicios públicos. La 'app', sin embargo, ya no se encuentra disponible en las plataformas tras ser reportada por numerosos usuarios.
Seguimiento de la actualidad
Fuera de Venezuela también hay millones de venezolanos que no logran despegarse de las redes sociales para encontrar noticias. Necesitan saber qué sucede en su país y qué pasará con sus familiares que siguen dentro. Se sienten impotentes a la distancia.
Venezuela ha tenido décadas de situaciones duras y críticas, y no hay cuerpo que aguante la constante ansiedad, pero en medio de condiciones duras se generan una serie de elementos resilientes que te permiten avanzar y lograr cosas, explica el psicólogo. «De encontrar satisfacciones personales aún cuando vives en el eterno precipicio».
Desde el Gobierno se promueve la delación entre vecinos y conocidos
Esta es la hora de la resiliencia, no de la resistencia, asegura Socorro, quien hace énfasis en la distinción. «Cuando nos centramos sólo en la resistencia, perdemos; eso forja un espíritu indomable, pero también te puede sumergir en profundidades de desesperanza y es lo que se ha vivido en experiencias anteriores cuando hubo quienes apostaron por el desgaste físico y psicológico». La resiliencia, en cambio, consiste en aceptar la dureza de la situación, pero teniendo la capacidad de desarrollar habilidades adaptativas en entornos hostiles y adversos. «Hay conductas que el Gobierno jamás se esperó», comenta Socorro.
La crisis política actual se suma a una crisis económica que padece el país desde hace años y eso también preocupa a los venezolanos que se saben incapaces de responder, por ejemplo, a una emergencia médica. Y «en medio de todo, no se ha perdido la esperanza», asegura Socorro. «Aunque hay muchas interrogantes, todavía hay oportunidades de cambio».
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