El consenso europeo sobre el apoyo a Ucrania se desmorona
Dos años de conflicto y el posible regreso de Trump a la Casa Blanca comienzan a resquebrajar la política común de Bruselas
Kiev llama a más de 650.000 ucranianos en el exterior a ayudar en la guerra
Las tropas rusas ganan la iniciativa

Las dos últimas semanas de trabajo de la diplomacia europea han resultado disfuncionales. La respuesta cerrada a la invasión rusa de Ucrania se ha desgastado tras dos años de conflicto, y comienza a hacer aguas ante la perspectiva del regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. Mientras en los países nórdicos se celebra la inminente entrada de Suecia en la OTAN y sus políticos y militares anuncian a bombo y platillo los operativos armados para plantar cara a Vladímir Putin en el frente oriental de la OTAN, Austria llama a volver a sentarse con el presidente ruso como interlocutor válido.
«Se necesita a Putin en la mesa de negociaciones, porque sino no podemos alcanzar la paz», ha reivindicado el canciller austriaco, el conservador Karl Nehammer, que también cree conveniente «incluir más» a otras potencias, como Brasil, India, China y Sudáfrica, que forman junto a Rusia el grupo Brics. Nehammer no descarta viajar de nuevo a Moscú para reunirse con Putin. «Si es útil, si ayuda, lo volvería a hacer», ha comentado, mientras Francia estaría dispuesta, en el otro extremo, a enviar soldados al frente ucraniano.
En Berlín se han recibido con serio disgusto las palabras de Macron, que ha reconocido en público que no descarta enviar soldados franceses a Ucrania. El canciller alemán se ha apresurado a garantizar que no contempla la presencia de tropas occidentales en suelo ucraniano. «Lo que se acordó al principio entre nosotros también se aplica al futuro, es decir, que no habrá soldados en suelo ucraniano enviados allí por países europeos o países de la OTAN», ha recordado a Macron.
Francia está rezagada con respecto a Berlín en términos de ayuda militar a Ucrania, pero no ve una línea roja en los misiles de crucero, a diferencia del canciller Scholz, que se niega a enviar a Kiev los tan requeridos Taurus. Aunque ambos siguen defendiendo un teórico apoyo cerrado a Ucrania, sus posturas difieren ya hasta un punto que puede terminar dando la puntilla al eje franco-alemán.
Inestabilidad en el este
Un poco más al este, en el área Visegrado, los consensos han saltado también por los aires. Las primeras reuniones del grupo V4, ya con los liberales polacos, sólo han servido para constatar una división tan marcada que deja el formato fuera de juego. La República Checa y Polonia están decididas a seguir proporcionando ayuda militar a Ucrania, mientras que Hungría y Eslovaquia han puesto fin a los envíos de armas y sólo están dispuestas a contribuir con ayuda humanitaria o financiera.
Los cuatro primeros ministros, reunidos en Praga este martes, sólo pudieron ponerse de acuerdo en que «Kiev necesita ayuda», y cerraron el encuentro con un documento vacío. Incluso tienen opiniones diferentes sobre las causas de la agresión rusa. «Creo que puedo decir que hay diferencias entre nosotros», constató el anfitrión, el primer ministro checo, Petr Fiala. «No lo mantendré en secreto, no tendría sentido que diferimos en los puntos de vista sobre la causa de la agresión rusa contra Ucrania y sobre las formas de resolverla», dijo. «El presidente ruso Vladímir Putin es un criminal de guerra, la única razón para la guerra en Ucrania es la agresión de Rusia contra Ucrania», se posicionó el primer ministro polaco Donald Tusk. «Independientemente de cuán fuerte siga siendo Rusia como país, los factores políticos, morales e históricos, la evaluación de lo que está sucediendo hoy en Ucrania debe ser inequívoca».
El primer ministro eslovaco, el populista de izquierda Robert Fico, respondió por su parte que el enfoque de Occidente hacia la guerra es «un fracaso absoluto». «No creo en una solución militar al conflicto en Ucrania», zanjó, y mencionó que la UE debería idear una estrategia de paz para la guerra. Fico se adhiere a la narrativa de Rusia sobre las causas de la guerra de Ucrania, incluida la afirmación de que el actual Gobierno ucraniano dirige un Estado nazi del cual los rusos étnicos que viven en el este del país necesitan protección. «La guerra sólo podría terminar mediante negociaciones», añadió el primer ministro húngaro Viktor Orbán, un populista nacionalista conservador para quien las conversaciones de paz deberían comenzar «cuanto antes, mejor».
Francia está rezagada con respecto a Berlín en términos de ayuda militar a Ucrania, pero no ve una línea roja en los misiles de crucero
Diferentes predicciones
Estas disparidades no son exclusiva de los Gobiernos europeos, sino que afectan también a las opiniones públicas de los diferentes países. Una encuesta realizada por el grupo de expertos Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR), publicada el 21 de febrero, muestra que las diferencias no se deben a predicciones sobre el resultado del conflicto. Sólo el 10% de los europeos cree en una victoria de Kiev, en comparación con el 20% de Moscú, mientras que una mayoría relativa anticipa algún tipo de compromiso.
Sin embargo, esto no impide que la mitad de la población de Suecia, Polonia y Portugal aboguen por apoyar a Ucrania en la recuperación de sus territorios, mientras que la mitad o más de los húngaros, griegos, italianos, rumanos y austriacos quieren presionar a Kiev para que negocie con Moscú. Por su parte, los franceses, españoles, holandeses y alemanes están completamente polarizados al respecto.
Y es en este escenario tan dispar en el que la Comisión Europea trata de amalgamar posturas y se centra en la expansión de la Unión de la Defensa. Ursula von der Leyen desea que las ganancias inesperadas de los activos rusos congelados como fruto de las sanciones se usen para comprar armas para Ucrania: estaríamos hablando de aproximadamente 300.000 millones de euros en activos soberanos rusos congelados por los aliados del G7 en respuesta a la invasión a gran escala de Ucrania.
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