El presidente de la Cámara Baja aplaca la revuelta republicana y da un espaldarazo a la agenda económica de Trump
El presidente de EE.UU. sortea la rebelión del sector duro que se oponía a romper el techo de gasto
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Corresponsal en Nueva York
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Iniciar sesiónDesde el comienzo de su segundo mandato, Donald Trump no ha parado de exigir que su agenda económica se plasme en «una sola ley, grande y hermosa». Es una referencia a la ley presupuestaria que el presidente de EE.UU. persigue en el Congreso y ... que desde este jueves está muy cerca de conseguirla: una ley ómnibus, que incluya política fiscal, aumento del techo de gasto, financiación de los esfuerzos en deportación de inmigrantes indocumentados y reducción de déficit. Trump no desea trocear las diferentes ramas de su agenda económica, consciente de que eso abriría la posibilidad de mayor resistencia en el Congreso.
La Cámara de Representantes, con una mayoría republicana escasa, aprobó este jueves una ley presupuestaria en el sentido que desea Trump. Fue una victoria decisiva para el presidente de la Cámara Baja, el republicano Mike Johnson, que tuvo que aplacar una pequeña revuelta de parte de su bancada que amenazaba con arruinar el proyecto legislativo. Por fin, logró una aprobación por la mínima, con 216 votos a favor y 214 en contra.
El problema es que la ley ómnibus provoca dudas entre muchos sobre cómo y cuánto va a lograr reducir el déficit, algo que los republicanos siempre citan como una prioridad y un desastre para el futuro de la primera potencia mundial. Pero, cuando llega la hora de la verdad, les cuesta implementar recortes de gasto significativos para cumplir con sus propias exigencias.
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En este sentido, un grupo de diputados del ala más conservadora en lo fiscal se oponían a la ley que Johnson busca aprobar. Consideraban que no había suficientes garantías de que la propuesta legislativa consiga de verdad un recorte al déficit.
Las dudas tienen que ver con el proceso legislativo en el Congreso necesario para aprobar esta ley. La Cámara de Representantes y el Senado tienen que trabajar de la mano, en el llamado proceso de reconciliación, para aprobar leyes presupuestarias y evitar el 'filibuster', es decir, la capacidad de los demócratas en el Senado de paralizar la aprobación con la exigencia de una mayoría reforzada (que los republicanos no tienen).
«Yo apoyo al presidente, yo confío en el presidente», aseguraba antes de la votación el diputado Andy Ogles, uno de esos republicanos del ala dura fiscal. «Pero no confío en el Senado», añadía, resumiendo la posición que mantienen muchos compañeros de bancada de su sector.
Los republicanos del Senado han dado muestra de estar menos inclinados por meter tijera con fuerza a programas sociales populares, como las coberturas médicas públicas para jubilados y para personas de bajos recursos (Medicaid y Medicare).
El miércoles por la noche, el tira y afloja entre los republicanos de la Cámara iba por mal camino. Ello a pesar de que en la víspera, en un discurso en la gala anual de los republicanos del Congreso, Trump les propinó un rapapolvos a todos los díscolos, de uno y otro sector, que estaban entorpeciendo el impulso de su agenda.
Suspendida la votación
Johnson tenía previsto someter a votación la ley el miércoles por la noche, pero tuvo que suspenderla, ante la evidencia de que no saldría adelante. Había una veintena de diputados opuestos.
Había mucho en juego, mucho que es central para Trump. Por un lado, la renovación de la reforma fiscal que el presidente aprobó en su primer mandato, en 2017, que Biden apenas tocó y que expira a finales de este año. Trump y muchos republicanos quieren renovarla y profundizarla, con recortes del impuestos de sociedades. También incluye nuevos poderes de gastos para que la Casa Blanca impulse lo que Trump ha anticipado como «el mayor programa de deportación de la historia».
Pero todo esto tiene grandes costes: cinco billones de dólares en recortes fiscales y casi seis billones de incremento de la deuda federal. Mientras tanto, el texto presupuestario que venía del Senado solo incluía recortes de gasto de 4.000 millones de dólares.
Los rebeldes republicanos solo fueron apaciguados tras una reunión con Johnson y con el líder republicano en el Senado, John Thune. Este último les prometió que habría recortes de gasto de 1,5 billones de dólares, aunque está por ver cómo lo hacen sin tocar esas coberturas médicas públicas. Al final, solo dos diputados republicanos se opusieron al texto: Thomas Massey, un díscolo habitual en temas fiscales, y Victoria Spartz.
«Enhorabuena a la Cámara por la aprobación de una ley que prepara el terreno para una de las firmas legislativas más grandes e importantes de la historia de nuestro país», celebró Trump en su red social. «Entre otras cosas, incluirá el mayor recorte de impuestos y la mayor eliminación de regulaciones nunca vistas».
Turbulencias
La aprobación de esta ley ómnibus ocurría un día después del volantazo de Trump en una pieza central de su segundo mandato: la imposición de aranceles generalizados a todos sus socios comerciales.
Tras las turbulencias en los mercados -el desplome de las bolsas, la preocupante venta masiva de bonos del Tesoro de EE.UU.-, el presidente claudicó y anunció una moratoria para los aranceles, excepto para China.
Este jueves, la guerra comercial fue uno de los protagonistas de la reunión de su Gabinete, que Trump inició reconociendo que su política comercial puede provocar «un coste de transición, problemas de transición. Pero al final va a ser algo hermoso», pronosticó.
El presidente insistió en que todos los países del mundo están deseando llegar a un acuerdo con EE.UU. y miró para otro lado cuando le preguntaron por la reacción del mercado. Después de las subidas históricas en bolsa del miércoles tras el anuncio de la moratoria, los indicadores volvían con fuerza al rojo este jueves. En lugar de responder al respecto, Trump pasó la pregunta a su secretario del Tesoro, Scott Bessent, que quitó importancia a la montaña rusa en la que se han convertido los mercados.
«Cuando lleguemos a acuerdos con estos países, que nos tienen que traer sus mejores ofertas, llegaremos a una situación de certidumbre durante los próximos 90 días», defendió Bessent sobre la duración de la moratoria a los aranceles.
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