El conflicto en Níger amenaza con agitar el polvorín yihadista en África

El general Tiani cierra el espacio aéreo ante una posible intervención militar de la Cedeao, que volverá a reunirse el jueves para tomar una decisión

Los grupúsculos salafistas, grandes beneficiados de una guerra regional

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Tensión en Níger ante el fin del plazo dado por la Comunidad de África Occidental para reponer al presidente

Partidarios del Consejo Nacional para la Salvaguardia de la Patria (CNSP) de Níger se manifiestan en Niamey AFP // Vídeo: Carlota García Sánchez

Juan Pedro Quiñonero

Corresponsal en París

Los grupúsculos, bandas y organizaciones yihadistas islámicas, salafistas, que no han dejado de crecer, desde hace años, son las grandes beneficiarias del golpe de Estado en Níger y los posibles conflictos bilaterales y multilaterales, convirtiendo el corazón del continente africano en un pudridero, cuyas ... llamas pueden llegar a Europa cruzando el Mediterráneo.

El general Abdourahamane Tiani, jefe de la junta militar golpista que tomó el poder en Niamey, días pasados, pudo derrocar con relativa facilidad al expresidente Mohamed Bazoum. Y puede vociferar horrores contra Francia, Europa, Occidente. Pero ha usurpado el poder de un Estado que oscila entre la bancarrota y la fragmentación insostenible.

Tras la amenaza de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (Cedeao) de intervenir militarmente para restaurar en el poder al presidente depuesto, el general Abdourahamane Tiani comenzó ayer por cerrar el espacio aéreo de Níger anunciando una «respuesta contundente» si sus vecinos decidiesen «entrar en guerra». Los líderes de la Cedeao volverán a reunirse el jueves en Nigeria para tomar una decisión sobre la situación en Níger. Hipótesis que oscilan entre el esperpento africano, con incontables flecos ensangrentados, y la agravación de la desestabilización del corazón continental.

Quince países en la Cedeao

Entre los quince países que integran la Cedeao, los hay ricos y relativamente poderosos (Nigeria y Senegal) y pequeños y muy frágiles (Burkina Faso y Cabo Verde), sin olvidar los Estados víctimas de inconclusos procesos de desestabilización, como Malí. Por cierto, de la Cedeao ya fueron expulsados temporalmente Burkina Faso, Malí o Níger por sus revueltas vinculadas a los mercenarios de Wagner (Rusia).

Una intervención colectiva de la Cedeao parece poco realista. Abrir un nuevo conflicto regional sería peligroso para la estabilidad de estados como Nigeria, cuya división en 36 estados vagamente autonómicos y un distrito federal, podría ser víctima de tensiones inflamables.

Sin la asesoría y el apoyo logístico de Francia y otros aliados europeos o trasatlánticos, cualquier intervención militar en las fronteras de Níger y la Cedeao, puede provocar el estallido de nuevos conflictos paralelos, con tensiones y riesgos de devastación, política, militar, incluso financiera.

Desde hace más de una década, las únicas fuerzas que han progresado, crecido y fortalecido en la región son las bandas, grupúsculos y organizaciones islámicas, yihadistas, salafistas, regionales y multinacionales, como el Estado Islámico del Gran Sahara (EIGE), Al Qaida del Magreb islámico, Boko Haram, el Movimiento para la Yihad en África del Oeste, el Grupo de apoyo al islam y los musulmanes, entre otros, que no han dejado de crecer y multiplicar sus acciones desestabilizadoras en toda la región.

En algunos países, como en Malí, otros militares golpistas soñaron que la ayuda de Rusia y Putin, directamente, o a través de las milicias Wagner, les permitiría «independizarse». La intervención neo colonial de Rusia en Ucrania y el «alzamiento» fallido o abortado prematuramente del principal dirigente de Wagner contra Putin, dejaron al descubierto la «fragilidad estructural» de los mercenarios rusos. Ningún Estado africano tiene dinero para pagar esas milicias privadas, que «cobran» sus «servicios» a través del pillaje, el robo, el comercio con seres humanos.

Esa trágica realidad tiene raíces muy profundas. La lenta retirada de los 4.000-5.000 soldados franceses, estacionados en Malí y otros estados de la Cedeao, desde hace un par de años, puso en evidencia las reticencias de la Unión Europea (UE), comenzando por Alemania, a intervenciones colectivas de cierta envergadura, cuando los EE. UU. se limitan a observar sin dejarse arrastrar a la presencia más activa, que la ONU tampoco ha conseguido implantar.

Por el contrario, el inicio de la retirada francesa confirmó la expansión yihadista, islamista, salafista, terrorista, que ahora se beneficia de la onda de choque desestabilízate del golpe de Estado en Níger. Según el centro de estudios 'Critical Threats Project', concebido, hace años, por el 'American Enterprise Institute' (think thank conservador), Malí, Níger, Burkina Faso, Nigeria, la República del Congo, Mozambique, Kenia y Somalia son víctimas de «actividades insurreccionales crecientes». Libia y Chad son víctimas de actividades yihadistas transnacionales. En Marruecos, Argelia, Túnez Mauritania, Costa de Marfil y Ghana, el Estado se enfrenta al desafío permanente de células salafistas con vocación subversiva…

Desde hace meses se multiplican los incidentes violentos entre inmigrantes africanos y las poblaciones marroquíes, argelina y tunecinas. En esa geografía balcanizada e inflamable, Libia y Chad son la ruta directa de la inmigración africana hacia Europa, atravesando el Mediterráneo. Las organizaciones salafistas utilizan esas rutas para introducirse en Italia, Francia y España.

Durante el último quinquenio, los soldados franceses, estacionados en Malí y Níger, mataron a tiros a un millar de terroristas o presuntos terroristas, entre los que se encontraban varios cabecillas y dirigentes relativamente reputados. Tras la retirada militar francesa de Malí, esa «fuerza de contención» desapareció prácticamente. La desestabilización de Malí y Níger facilita una expansión salafista, que tiene muchos rostros.

Los dirigentes del Estado Islámico del Gran Sahara (EIGE), Al Qaida del Magreb islámico, Boko Haram, el Movimiento para la Yihad en África del Oeste, el Grupo de apoyo al islam y los musulmanes, entre otros, están enfrentados con mucha frecuencia, compitiendo por la conquista y ocupación de territorios abandonados al islam radical, subversivo, con mucha frecuencia.

Deuda pública

A la fragilidad militar, política, diplomática, social y cultural de una muy gran mayoría de Estados, en el corazón de África, se suma una trágica fragilidad financiera. A finales del 2022, la deuda pública del África subsahariana era superior al 56% del PIB. Había crecido 12 puntos durante la última década. El servicio de la deuda es muy superior a los gastos nacionales en educación y sanidad pública. Espiral trágica y ensangrentada: no hay dinero para cubrir servicios sociales básicos, la corrupción y la inestabilidad política permanente agravan el «gasto».

Ante las poblaciones africanas caídas de hinojos en el infierno de la pobreza, las bandas, grupúsculos y organizaciones islámicas, salafistas, ofrecen la promesa milenarista y apocalíptica de la «salvación» religiosa, el Islam, convirtiendo el corazón en un pudridero inflamable.

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