Los colonos judíos amenazan con reanudar las construcciones

Según lo previsto, en cada colonia habrá una ceremonia iniciática, se organizará una cadena logística coordinada y empezarán a trabajar las palas y los picos. De cumplirse, la edificación ya estará en marcha cuando, en Washington, Barack Obama se siente esta noche a la misma mesa con Benjamin Netanyahu y Mahmmud Abbás, además del presidente egipcio y el rey jordano, con vistas a la declaración mañana del reanudado proceso de paz. Pero con las obras, las negociaciones habrán quedado comprometidas desde el primer segundo en su aspecto más delicado: la exigencia palestina de que no se pusiera un ladrillo en las colonias judías durante las conversaciones. De lo contrario, llevan advirtiendo semanas, lo abandonarían.

Pero el atentado de anoche, reivindicado por el brazo armado de Hamás, ha puesto contra las cuerdas esta y otras posturas del equipo negociador palestino. Si era lo que buscaban, los islamistas de Gaza han dejado en entredicho la capacidad de su adversario, el presidente Abbás, para controlar su propio territorio en Cisjordania. Después de la tragedia, Netanyahu podrá reclamar con mayor fuerza en Estados Unidos que sus ciudadanos difícilmente van a aceptar más moratorias en la congelación de los asentamientos cuando cuatro judíos acaban de ser asesinados.

Las consecuencias de la convulsión desatada por lo sucedido en Hebrón son todavía de difícil cálculo. Si algo podía exhibir Abbás en la negociación que se abre es haber cumplido en buen grado aquella exigencia contemplada en la primera fase de la Hoja de Ruta que le obligaba a mantener a raya a los violentos en sus dominios, que es tanto como satisfacer las irrenunciables necesidades de Seguridad de Israel. En una entrevista publicada hoy por el diario Haaretz de Tel Aviv, el titular de Defensa judío, Ehud Barak, avanza la disposición de su Gobierno a entregar en este proceso a los palestinos los barrios árabes de Jerusalén Este. "Jerusalen Oeste y doce barrios judíos, donde viven 200.000 personas, serán nuestros. Los barrios árabes, donde viven cerca de un cuarto de millón de personas, serán suyos", explica el ministro, que añade que "un régimen especial regirá en la antigua ciudadela", la parte mas disputada de Jerusalén y que alberga el Muro de las Lamentaciones y la llamada Explanada de las Mezquitas.