Un cinturón y un trozo de pizza: el giro en la investigación que ha llevado hasta el principal sospechoso de los asesinatos en serie de Gilgo Beach 16 años después

El descubrimiento de los cuatro cuerpos, envueltos en arpillera y enterrados en paralelo, junto a otros seis cadáveres encontrados entre 2010 y 2011, entre ellos cuatro mujeres, un hombre no identificado y una niña menor, alertó a los agentes quienes decidieron reabrir la investigación el 16 de enero de 2020, cuando las autoridades dan a conocer la primera pista sobre el posible asesino en serie, según información recopilada del diario The New York Times.

La prueba del primer indició del asesino sería la fotografía de un cinturón de cuero negro con las iniciales (HW o MH, de acuerdo a la orientación de la hebilla), donde los funcionarios creían que el accesorio estaba en manos del sospechoso. Después de su declaración los investigadores comenzaron a seguir los rastros que los llevarían a la detención del arquitecto Heuermann que vivía en Masapequa Park, a unos 25 minutos en coche de los hallazgos de los cuerpos.

Richard Dormer, el comisionado del Departamento de Policía del condado de Suffolk, habría realizado una rueda de prensa en diciembre de 2010, después de haber encontrado alguno de los cadáveres en el que mencionó que no era «una coincidencia que aparecieran cuatro cuerpos en el mismo lugar», y agregó que los cuerpos indicarían que «fueron arrojados allí por la misma persona», apuntando en definitiva a un individuo que efectuaría los crímenes del conocido caso 'Gilgo Beach'.

Una vez que Heuermann fue identificado por las autoridades como el principal sospechoso a principios de 2022, aseguran que lo estuvieron observando a él y a su familia, incluso obtuvieron muestras de ADN de los artículos que arrojaban a la basura, según información recopilada por CNN.

En enero de 2023, un equipo de vigilancia recolectó una caja de una pizza arrojada por el sospechoso a una papelera en Manhattan, donde se tomaron muestras de ADN y encontraron un pelo en el envoltorio que coincidía con la muestra de uno de los cadáveres.

El asesino habría contactado con las mujeres por medio de teléfonos desechables para no ser rastreado por ningún miembro policial ni de investigación. Se comunicaba con ellas para solicitar servicios sexuales desde lugares de Manhattan, en el cual está la oficina de Heuermann, donde fue detenido en la noche del jueves.

Según el medio CNN, el sospechoso había admitido haber matado y agredido sexualmente a Barthelemy, al relevar una serie de llamadas de «burlas» a la familia de la víctima. Además, creó nombres falsos para abrir cuentas de correo electrónico para buscar «trabajadoras sexuales, pornografía sadomasoquista e infantil», aseguran las autoridades.

De la misma forma, para este año, Heuermann usó la misma cuenta para realizar «más de 200 búsquedas» sobre asesinos en serie y artículos sobre el grupo de trabajo de investigación de los asesinatos de Gilgo Beach.

El subcomisionado de Policía del condado de Suffolk, Anthony Carter, quien está al frente de la operación de captura, ha mencionado a CNN que los actos que cometió el sospechoso «fueron los peores que he visto». «Es un demonio, y es realmente difícil meterse en la mente a alguien que es capaz de cometer crímenes como estos», ha asegurado.

El arquitecto y dueño de la empresa constructora RH Consultanst & Associates, está en prisión preventiva sin derecho a fianza en el Centro Correccional del Condado de Suffolk en Riverhead, Nueva York, se ha declarado inocente, según ha hecho saber al juzgado por medio de su abogado, Michael Brown.

Tras su detención algunos de sus vecinos han dado testimonio sobre el comportamiento y las acciones de Heuermann, quienes lo describen como un hombre «promedio» al que no considerarían «cualquier cosa menos un hombre de negocios», ha recopilado el periódico neoyorquino.

Sin embargo, otros intentaban evitarlo, como menciona su vecino Nicholas Ferchaw, de 24 años, al señalar que «era alguien a quien no querías acercarte».

Por otro lado, hay expertos que aseguran que los perfiles señalados se usan para evaluar a las personas que hayan llamado la atención de los investigadores, en este caso, se espera que la totalidad de las pistas que se encuentren coincidan exactamente con Heuermann, lo que daría un alivio para las familias de las víctimas que llevan esperando durante una década respuestas sobre el atacante de sus parientes.

La primera víctima fue Maureen Brainard-Barnes, de 25 años, que no se supo nada de ella desde julio de 2007. Su hermana Melissa Cann, asegura que Maureen había trabajado como empleada en un tienda y, en los seis meses antes de su desaparición, había sido acompañante.

Además, apunta que ella estaba sorprendida por el trabajo de su hermana y que había dejado a una niña de 11 años y un niño de 5, según información recopilada del diario The New York Times.

Melissa Barthelemy, es la segunda víctima y por la cual se activaron las alertas en la costa sur de Long Beach. La chica de 24 años, vivía en el Bronx pero era nacida en el área de Buffalo, según The New York Times, la mujer era una peluquera que en el momento de su desaparición le había mencionado a una amiga que iba a verse con un hombre, presuntamente ella también trabajaba como acompañante al igual que la tercera víctima, Amber Lynn Costello, de 27 años, quien fue vista por última vez en North Babylon.

De Costello, se menciona que era adicta a la heroína, pero que había asistido a un programa de rehabilitación de 28 días en Clearwater, en Florida, antes de mudarse a Nueva York donde días después se comunicó su desaparición, según el departamento del Condado de Suffolk.

La cuarta víctima fue Megan Waterman, de 22 años, que desapareció en mayo de 2010 y fue vista por última vez saliendo de un hotel en Long Island.

Estas serían las cuatro mujeres que fueron asesinadas y por las cuales se desató el caso 'Gilgo Four', sin saber que las investigaciones descubrieron el cuerpo de otras seis personas más.

Entre estos, se halló otros cuatro cadáveres de mujeres, un hombre no identificado y una niña menor en un matorral de ramas en Ocean Parkway. Según las confirmaciones la bebé tendría de 18 a 24 meses de edad en el momento de su muerte.

Ellas daban con el mismo perfil laboral que describieron como trabajadoras sexuales, lo que desató miles de controversias por la manera en la que la prensa y los medios se dirigían hacía las víctimas. Hasta tal punto, que sus familiares se han peleado por decir que ellas fueron mucho más que «acompañantes», eran personas «vulnerables que las puso en manos de un asesino en serie».