Historias del exilio venezolano: «¿Cuándo perdimos el país, la familia, los amigos, la casa...? ¿Qué carajo hacemos aquí?»
El éxodo de venezolanos es el mayor del mundo de un país que no está en guerra. La película de Carlos Fung retrata las dificultades y rechazo que sufren muchos de ellos. El cine venezolano se ha convertido en otra forma de resistencia al chavismo
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Madrid
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El germen de la cinta, estrenada este miércoles en Madrid, tras pasar por EE.UU. y Canadá, y que se podrá ver en Barcelona (26), Bilbao (28) y Vigo (31), nació en París, en una cena con amigos. «Desde allí comenzamos a soñar». Han pasado siete años desde entonces, y la idea se ha transformado en un retrato que muestra varias caras de la diáspora venezolana, casi ocho millones de personas, según la ONU. La mayor de un país que no sufre un conflicto bélico.
El objetivo de Fung con este filme fue el de «drenar. Necesitaba contar los sentimientos que iba recogiendo de las historias que escuchaba», y que desembocaron en una montaña rusa de emociones. «Algunas me provocaron indignación, como el caso de aquellos que fueron al 'exilio dorado' con dinero que robaron del país. Algo que hizo que en Venezuela no hubiera mejores hospitales, escuelas... Y que obligó a un éxodo masivo». Esos exiliados, que se fueron con las manos llenas, Fung los retrata como testaferros de los líderes venezolanos. «Eso me provocaba mucha indignación», insiste el cineasta, que también confiesa sentir «impotencia y dolor» ante los casos de xenofobia y estigmatización que sufren sus compatriotas en países «hermanos», como Colombia, y que refleja en otro relato.
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Ludmila Vinogradoff | Corresponsal en CaracasComo catalizador de todos estos sentimientos, Fung no ha dudado en utilizar la comedia en algunos momentos. «A través de la risa logré contar algunas cosas que son realmente surrealistas». La reacción de los venezolanos que llenaron la sala Capitol basculó entre la carcajada, casi catártica, y un silencio estremecedor en los momentos más dramáticos, con los que muchos de los espectadores se sintieron identificados.
La cinta además de visibilizar el rechazo hacia los exiliados –forzosos– por la crisis y la represión que vive Venezuela, también denuncia el enriquecimiento de grupos criminales a costa de esta tragedia. Así lo muestra en el último relato, en el que una madre debe llevar a su hija a EE.UU. para un trasplante, y para ello tiene que entrar al país de manera ilegal.
Los 'maracuchos'
«En algún punto, ese negocio que siempre ha sido de los mexicanos, lo llegaron a manejar los venezolanos, los 'maracuchos', que entienden que los que buscan salir de Venezuela tienen 'sponsors', familiares en EE.UU. que les pueden mandar dinero para pasar». Los 'maracuchos', «que tienen la clientela –miles de venezolanos deseando dejar el país, pero sin medios para coger un avión–, hicieron un pacto con los mexicanos», que eran dueños de la frontera. Que sean los propios venezolanos lo que se lucren de otros venezolanos –«si te tiene que joder alguien, mejor que sea un venezolano», se escucha en el filme– hace que la situación sea «más dolorosa y miserable», señala Fung.
«Hay dos situaciones difíciles en Venezuela: una es quedarse y la otra es irse. Cada uno elige cuál de las dos elige»
Carlos Fung
Director de cine
'Relatos del exilio' también persigue que los espectadores «no crean que escapamos del horror, y estamos mejor. Hay dos situaciones difíciles en Venezuela: una es quedarse y la otra es irse. Cada uno elige cuál de las dos elige. No es solo el periplo de la travesía hasta alcanzar el destino, es luego la hazaña de sobrevivir donde llegaste».
Fung es un ejemplo de esto. Dejó Venezuela en 2014, al poco de llegar al poder Nicolás Maduro. Tras vivir tres años en Madrid, se trasladó a Miami, donde reside desde 2017. Allí, como los personajes de su película, este abogado y cineasta tuvo que hacer de todo: «Hoy sufro de la espalda por hacer mudanzas».
La cinta, en la que han participado actores de varios países (se ha rodado entre Colombia, Chile y EE.UU.) y que ha contado con la participación como productor del expreso político Roberto Marrero, se suma a una lista de películas independientes que están poniendo el foco en lo que sucede en Venezuela. La laureada 'Simón', candidata a mejor película Iberoamericana en la última edición de los Goya, abrió un camino seguido por Fung y otros cineastas, que han alumbrado títulos como 'Hambre' y 'Los hijos de la revolución'.
Silenciados
«Se ha empezado a denunciar al mundo lo que ocurre en Venezuela, porque el cine es una herramienta muy poderosa –sostiene Fung–. Muchos cineastas veníamos silenciados, porque teníamos familiares allí». Otra de las razones era la inversión que requiere hacer una película. «Durante mucho tiempo el principal financiador fue el Estado, y es muy difícil hacer cine sin subvenciones. Pero ahora estamos atreviéndonos a realizar un cine independiente bueno. Estamos despertando la conciencia, llenando teatros. Es una etapa muy interesante para nosotros porque, sin caer en el cliché del cine de protesta, nos permite hacer un cine reflexivo».
«Es una etapa muy interesante para nosotros porque, sin caer en el cliché del cine de protesta, nos permite hacer un cine reflexivo»
Carlos Fung
Director de cine
Tras la proyección, muy aplaudida, algunos de los actores subieron al escenario -el director no pudo acudir por problemas con su pasaporte-, y, en un ambiente distendido, conversaron con el público sobre el exilio. Hubo quien avisó desde el patio de butacas, de manera espontánea y con optimismo, que «el 28 de julio volveremos», en referencia al día en que tendrán lugar en Venezuela las elecciones, en las que la candidatura unitaria de la oposición presenta al exembajador Edmundo González, que va muy por delante de Maduro en las encuestas. Tampoco faltó, por supuesto, el grito coreado por la sala llena de «¡Viva Venezuela!».
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