El choque entre Pakistán e Irán abre un nuevo frente en una región en llamas

El Ministerio de Exteriores en Islamabad informó de una «operación basada en inteligencia» contra escondites de grupos armados en la provincia iraní de Sistán-Baluchistán en la que lograron matar a «varios terroristas», sin especificar ni el nombre del grupo alcanzado, ni el número de bajas causadas. Medios de la república islámica informaron de la muerte de nueve «personas no iraníes», entre ellas cuatro mujeres y tres niños, en la localidad de Saravan. Ambos países comparten una porosa frontera de 900 kilómetros en la que se han repetido los ataques puntuales en los últimos años contra las fuerzas de seguridad a ambos lados de la línea de separación. El último fue hace pocas semanas, costó la vida a once policías iraníes y provocó la respuesta de la república islámica.

«Durante los últimos años, en nuestros compromisos con Irán, Pakistán ha compartido consistentemente sus serias preocupaciones sobre los refugios y santuarios de los que disfrutan los terroristas de origen paquistaní en los espacios no gobernados dentro de Irán. Pakistán también compartió múltiples expedientes con pruebas concretas de la presencia y actividades de estos terroristas», señaló la portavoz de Exteriores, Mumtaz Zahra Baloch.

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Los proyectiles se lanzaron desde el extremo suroeste de la república islámica y el impacto más lejano se produjo en Idlib, a más de 1.200 kilómetros

El mensaje que subrayó Islamabad en todo momento es que tiene «la determinación inquebrantable de proteger y defender su seguridad nacional contra todas las amenazas». El país vive un momento de importante inestabilidad interna, celebrará elecciones en breve y las autoridades estaban bajo una gran presión tras el ataque de Irán.

Desde Teherán, también fue Exteriores el encargado de realizar la primera valoración y condenó el ataque llevado a cabo por Pakistán en la zona fronteriza.

El bombardeo que realizó Irán el martes formó parte de una operación que incluyó también Siria e Irak en la que la república islámica aseguró que daba respuesta a varios ataques sufridos en las últimas semanas. Jaish al-Adl es un grupo islamista formado por baluches iraníes cuyo refugio está en suelo paquistaní y que en los últimos años ha golpeado en numerosas ocasiones a la Guardia Revolucionaria. Los paquistaníes condenaron la operación que se registró en Panjgur, dijeron que en ella murieron dos niños y se sintieron sorprendidos por un vecino con el que existía una especie de pacto de no agresión.

El golpe de Pakistán habría tenido como objetivo a elementos del Ejército de Liberación de Baluchistán (BLA, por sus siglas en inglés), uno de los principales grupos de resistencia nacionalista baluche. Hasta ahora se situaban sus principales santuarios en Afganistán, pero según la prensa paquistaní también tendrían hombres en Irán. Esta guerrilla reclama la independencia del gran Baluchistán, cuyo territorio se divide entre Afganistán, Irán y Pakistán. El gobierno central les acusa de los ataques contra proyectos de gas, infraestructura y puestos de control militares en Baluchistán.

Pakistán no es como Siria o Irak, donde los iraníes cuentan con la complicidad absoluta de los gobiernos centrales, en el caso de Islamabad es diferente y habrá que ver cómo evoluciona la crisis entre vecinos. Debido a esta situación, el primer ministro Anwaarul Haq Kakar, que se encontraba en Suiza para asistir a la reunión anual del Foro Económico Mundial (FEM), decidió acortar su visita y regresar a casa.

El analista iraní Diako Hosseini apuntó en su perfil de X que «Irán y Pakistán tienen objetivos similares en la lucha contra el terrorismo y el separatismo. El establecimiento de un equipo operativo conjunto que tenga la autoridad necesaria para tomar decisiones y actuar en una cierta profundidad del suelo de ambos países puede ser una medida inteligente para rebajar esta tensión que no beneficia a ninguno de los dos».

El diario 'Dawn', el más importante de Pakistán, hizo un llamamiento a la contención en su editorial y señaló que «en un momento en que los fuegos del conflicto amenazan con consumir la región, ambas partes deben actuar con moderación y habilidad política para evitar que esta crisis crezca».

Desde toda la región se repitieron mensajes para llamar a la calma y el más llamativo fue el de los talibanes, cuyo Ministerio de Exteriores en Kabul pidió «contención» a sus vecinos.