Japón y Corea del Sur llaman al diálogo mientras Trump redobla la presión arancelaria

La más firme respuesta ha provenido de Japón, el país más cercano, la economía más grande y el porcentaje más alto de importaciones estadounidenses (4,5%). El primer ministro nipón, Shigeru Ishiba, ha calificado esta tarde el anuncio de «verdaderamente lamentable», aunque ha asegurado que las negociaciones seguirán adelante pese a la frustración expresada por Trump, que llegó a amenazar con elevar los aranceles al 35%

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Javier Ansorena

La nueva tasa del 25% apenas está un punto porcentual por encima del 24% anunciado el pasado 2 de abril, cuya entrada en vigor quedó suspendida, dejando en su lugar un 10% temporal durante noventa días. Este plazo establecido por la Casa Blanca para llegar a acuerdos bilaterales vence mañana miércoles. El avance, sin embargo, llega en un momento delicado, pues falta menos de dos semanas para unas elecciones a la Cámara Alta en las que Ishiba se juega su futuro político.

Corea del Sur, en cambio, mantiene el mismo 25% de aquellos supuestos «aranceles recíprocos». Quizá por ello su Gobierno no ha recurrido a la confrontación. El Ministerio de Comercio se ha comprometido a acelerar las negociaciones para «resolver rápidamente las incertidumbres», según un comunicado oficial emitido por el organismo.

«Tanto para Japón como para Corea del Sur la imposición de los aranceles del 25 %, frente al actual 10 % base, tendría un impacto relativamente moderado en las tasas arancelarias efectivas promedio que EE.UU. aplica a sus importaciones. Esto se debe a que esas tarifas recíprocas no se aplican a los productos ya sujetos a los aranceles específicos por producto», explicaba Paul Ashworth, economista jefe para Norteamérica de Capital Economics.

«Por ejemplo, los automóviles, que representan el 34 % de las importaciones provenientes de ambos países, ya están gravados con un 25 %, una tasa que Trump ha amenazado en más de una ocasión con elevar al 50 %. Si se suman los productos exentos, como la electrónica y los productos farmacéuticos, solo el 54 % de las importaciones japonesas quedarían expuestas al nuevo arancel recíproco más alto, y en el caso de Corea del Sur, apenas el 46 %», añadía.

Completan el tramo asiático de la lista Malasia –con aranceles incrementados de un 24% a un 25%–, Tailandia –un 36%–, Indonesia –un 32%–, Camboya –rebajados de un 49% a un 36%–, Bangladés –del 37% al 35%–, Laos –del 48% al 40%– y Myanmar –del 44% al 40%–. Todos ellos han recibido una versión propia de la carta difundida por el presidente estadounidense, repleta de su excéntrico lenguaje de mayúsculas aleatorias.

«Esta carta [...] demuestra la fortaleza y el compromiso de nuestra Relación Comercial, y el hecho de que los Estados Unidos de América han aceptado continuar trabajando con Tailandia, a pesar de tener un Déficit Comercial significativo con su gran País. No obstante, hemos decidido seguir adelante con ustedes, pero solo con un COMERCIO más equilibrado y justo. Por lo tanto, los invitamos a participar en la extraordinaria Economía de los Estados Unidos, el Mercado Número Uno del Mundo, de lejos [sic]», afirmaba, por ejemplo, la misiva dirigida al rey Vajiralongkorn de Tailandia.

Entre los señalados no está Vietnam, con quien la semana pasada EE.UU. alcanzó un acuerdo consistente en aplicar sobrecargos del 20% frente al 46% amenazado, ni Taiwán, señal de que las negociaciones estarían avanzando por buen camino. TSMC, la más avanzada empresa de semiconductores, ya complació a Trump en marzo al anunciar sus planes de invertir otros 100.000 millones de dólares (92.000 millones de euros) en EE.UU. para construir instalaciones «de vanguardia», una operación que la firma describió como «la mayor inversión directa extranjera única en la historia de EE.UU.».

Por una vez, tampoco China está entre las víctimas, después de que ambas potencias llegaran hace dos semanas a un acuerdo cuyos términos todavía no se han divulgado. El gigante asiático, sin embargo, está prevenido ante la posibilidad de que los acuerdos de Trump impongan un mayor escrutinio a su relación comercial con terceros países. «China se opone con firmeza a que cualquier parte llegue a un acuerdo que perjudique sus intereses a cambio de supuestas reducciones arancelarias», advertía un editorial del Diario del Pueblo. «Si esto ocurre, China jamás lo aceptará y se opondrá firmemente para salvaguardar sus legítimos derechos e intereses».

«Dado que los países asiáticos están, en general, sujetos a aranceles más elevados que otras regiones del mundo, y que su economía depende en mayor medida de la demanda estadounidense, alcanzar acuerdos se ha vuelto cada vez más urgente. Sin embargo, los avances han sido lentos», apuntaba Gareth Leather, economista para Asia de Capital Economics. «Sospechamos que la mayoría de los países estarían dispuestos a hacer concesiones [...]. No obstante, las negociaciones podrían complicarse si, como señalan algunos informes, Estados Unidos está intentando que otras partes de Asia excluyan a China de las cadenas regionales de suministro».