El canciller alemán, Olaf Scholz, en contra de prohibir los visados turísticos para los rusos

La prensa alemana se pregunta este verano si está bien que la clase media rusa se vaya felizmente a la playa y de vacaciones, de compras por Europa, mientras los ucranianos mueren en las calles de Kiev. Expone que, debido a que los súbditos de Vladimir Putin no sufren consecuencias personales de la guerra en su vida cotidiana, no hay protestas masivas que presionen al gobierno ruso en contra de la guerra. Por este mismo motivo, el presidente ucraniano Volodímir Zelenski, al igual que los Estados bálticos y otros países de Europa del Este, exige una prohibición general de entrada a la UE. La mayoría de los finlandeses están a favor de esa medida, a pesar de que el aeropuerto de Helsinki, por su proximidad a San Petersburgo, es una de las principales rutas utilizadas por los rusos para llegar a los destinos europeos. La posición del gobierno alemán, sin embargo, es que una prohibición general de entrada para los rusos sería un error. Alemania prefiere sanciones específicas e inteligentes sobre la base teórica de que la impresión de que toda una sociedad está siendo castigada en todos los ámbitos es contraproducente y conduce a la solidaridad con el régimen.

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Rosalía Sánchez

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El debate sobre la presencia de turistas rusos en Europa debe enfrentarse al hecho, en todo caso, de que muchos de esos turistas no llegan con intenciones tan inocentes como pudiera parecer. Un vídeo de una ciudadana rusa de vacaciones en Salzburgo ha causado un gran revuelo en las redes sociales austriacas porque extendía propaganda afín a Putin. Publicado en Telegram y grabado junto a emblemáticos monumentos de la ciudad, la mujer cantaba consignas como «Rusia ganará, Rusia ganará», al tiempo que se burlaba e insultaba a los ucranianos en plena calle.

«¡Al diablo con su Ucrania!», gritaba sin pudor a los transeúntes. El video ha llevado a la primera ministra de Estonia, Kaja Kallas, a tuitear que visitar Europa es «un privilegio y no un derecho humano». Al igual que Helsinki y ahora Praga, Tallin está pidiendo que se congele la emisión de visas de la UE a los ciudadanos rusos que quieran ingresar a la Unión como turistas. La Presidencia checa por turno del Consejo Europeo tiene la intención de plantear la cuestión en el próximo Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores de la UE, a finales de agosto. El jefe diplomático Jan Lipavsky habla de la necesidad de una «señal clara y directa para todos los ciudadanos rusos».

El hecho es que la iniciativa, al menos hasta el momento, no cuenta con la aprobación de varios estados miembros, entre los que se encuentra Alemania, que considera que prohibir el ingreso de ciudadanos comunes a la UE significaría negar a estas personas el acceso abierto a democracias libres y un mundo de medios independientes. Berlín considera además que tal medida solo despertaría el resentimiento anti-occidental en el país y, por lo tanto, le haría el juego a Putin. Cabe recordar que seis millones de turistas rusos visitan Alemania cada año.

«Se trata de un mercado importante para el sector turístico alemán, no solo por sus dimensione, sino especialmente porque se trata de un turista que generalmente deja mucho dinero en el país», explica un portavoz de 'Tschaika-Tour', la agencia de viajes rusa que anuncia en su web que «merece la pena un viaje a Alemania en cualquier época del año» y que tiene todo ya vendido para el 'Tour relámpago' del Oktober Fest, que incluye cinco días en Munich, traslado al aeropuerto, recorrido por la ciudad, visita al desfile y plaza con mesa en una de las carpas de la popular Fiesta de la Cerveza. No hay vuelos directos debido a las sanciones, pero sí vía Estambul, por ejemplo. Si bien a partir del inicio de la invasión se percibió un parón en la demanda rusa, el número de viajeros vuelve ya a aumentar considerablemente y alcanza este verano «un nivel bastante respetable».

El turismo ruso no es estacional, visita Alemania durante todo el año, con focos especialmente lucrativos en las ferias de arte y últimamente en el sector sanitario. Debido a que en Rusia, a causa de las sanciones, faltan artículos como dentaduras postizas, plátanos o repuestos para automóviles, muchos ciudadanos rusos aprovechan su viaje para ir al dentista o comprar piezas para el coche. Estas prácticas causan indignación en Ucrnia y en los Estados bálticos. El ministro de Relaciones Exteriores de Estonia, Urmas Reinsalu, ha preguntado recientemente cómo es posible que «masas de turistas rusos crucen las fronteras occidentales a través de Finlandia, Letonia y Lituania y visiten el Louvre durante las vacaciones de verano mientras se asesina a niños en Kiev». Ha descrito lo que ocurre como una «situación de indefensión moral». Solo en el mes de julio, Alemania emitió visas Schengen a 5.484 rusos.