Entrevista al embajador de Irán en España

«La campaña en apoyo a Sakineh significa respaldar a una asesina»

El representante de Teherán insiste en la transparencia del programa nuclear de su país y asegura que en esa cuestión «parece que sólo Irán debe ser flexible»

«La campaña en apoyo a Sakineh significa respaldar a una asesina»

M. AYESTARÁN

La posible lapidación de Sakineh Mohamadi Ashtiani ha acaparado la actualidad informativa iraní en las últimas semanas, eclipsando incluso a la interminable crisis nuclear. Morteza Saffari Natanzi es el nuevo embajador de la república islámica en España y se muestra «sorprendido» por el eco de ... una noticia «sobre la que los iraníes no tenemos dudas, Sakineh es culpable y pagará por ello». Unido a la carrera diplomática desde el inicio de la revolución, considera superada la crisis política interna abierta en el país tras las elecciones de 2009 y se muestra poco esperanzado en la actitud de Occidente para resolver el contencioso nuclear.

—¿Puede la presión internacional detener la ejecución de Sakineh?

—Sakineh es una pobre mujer de una aldea perdida de la mano de Dios que un buen día cometió un crimen junto a su amante. Asesinó a su marido, homicidio en primer grado. Todo delincuente merece una pena y debe pagar por su falta. Esta campaña internacional significa dar respaldo a una asesina. Además hay un error grave de base, ya que en Irán hace años que no se lapida a la gente. Simplemente cometió un delito y pagará por él.

—Irán volverá a la mesa del diálogo el próximo mes para intentar resolver el contencioso nuclear. ¿Qué está dispuesto a ceder su país?

—Occidente no busca una solución razonable y utiliza este caso para presionarnos políticamente. A veces pienso, ¿para qué negociar? No hay nada de qué hablar porque nuestro programa nuclear es transparente, queremos disfrutar del derecho a un programa pacífico que se contempla en el Tratado de No Proliferación del que somos país firmante. En un diálogo ambas partes deben ceder, pero en el tema nuclear parece que sólo Irán debe ser flexible.

—En una crisis económica mundial como la actual, ¿cómo están afectando las sanciones económicas a los ciudadanos de su país?

—Después de treinta años de embargo por parte de Estados Unidos estamos acostumbrados a la economía de guerra y hemos demostrado capacidad de autosuficiencia. Europa era antes nuestro socio preferente, ahora China. Por lo que respecta a España, nuestro intercambio económico ha sido superior a la media europea en los últimos seis meses gracias a sectores como la energía, agricultura, construcción o fabricación de automóviles.

—Israel exige que se mantenga la vía militar abierta para evitar el desarrollo nuclear de su país. Con la salida de las tropas estadounidenses de Irak y el inicio del repliegue en Afganistán, ¿puede ser Irán el nuevo objetivo?

—La presión israelí forma parte de una estrategia de guerra psicológica. ¿Qué ha obtenido Estados Unidos de sus guerras en Irak y Afganistán? Muerte. Después del desgaste militar que han sufrido hablar de un ataque a Irán suena a broma. Pueden tener la idea de invadirnos, pero si queda un mínimo de razón en Washington no habrá guerra con Irán, no volverán a cometer un error de esa magnitud.

—Desde las elecciones de 2009, este medio y otros muchos tenemos vetada la entrada a Irán. ¿Se ha calmado a tensión entre fundamentalistas y reformistas tras la polémica reelección de Mahmud Ahmadineyad?

—Le invito a viajar a Teherán para que lo vea con sus propios ojos. Los que pensaron que podía producirse una revolución de otro color se equivocaron. La gente se dio muy pronto cuenta de que todo era una estrategia exterior para intentar debilitar el sistema y no tardó en llegar la calma. La revolución verde ha muerto, ya no existe. Iría aun más lejos y me atrevería a decir que después del abuso que hicieron de un color tan sagrado para nosotros como el verde los ciudadanos han perdido cualquier tipo de perspectiva favorable hacia sus líderes.

—¿Qué papel juega Mir Husein Musavi en la escena política actual?

—Entré en Exteriores cuando Musavi era primer ministro. Eran tiempos muy duros, días de guerra contra Irak y su gobierno era radical, todo lo contrario de la imagen de él que ahora muestran los medios. Tras muchos años alejados de la primera línea volvió a la vida política y demostró que conservaba gran popularidad, por eso obtuvo trece millones de votos. Pero calculó mal y pensó que su éxito en Teherán se trasladaría a todo el país. No supo perder, adoptó una postura irracional y, lo más grave, se dejó involucrar en juegos impuestos desde el exterior.

—¿Cuáles son los principales puntos de desencuentro entre reformistas y fundamentalistas?

—Se trata de dos corrientes con una profunda base islámica entre las que la única diferencia es la forma de hacer las cosas. Para los fundamentalistas lo más importante es la aplicación de principios islámicos en la sociedad, mientras que desde el reformismo se trata de dejar espacio para una perspectiva más moderna y abierta de la vida.

—En los últimos meses el gobierno de Irán ha prohibido la cobertura de las protestas, cancelado residencias a periodistas extranjeros, cerrado periódicos reformistas y encarcelado a reporteros locales y activistas de derechos humanos…

—Cada país tiene sus leyes y los problemas llegan si no se respetan las líneas rojas. Lamento las expulsiones, pero lo cierto es que algunas personas bajo cobertura de determinados medios de información estaban haciendo otro tipo de actividades más cercanas a los servicios de inteligencia que a las propias de un reportero. Esto nos obliga a ser severos.

—Después de tres décadas en el cuerpo diplomático, ¿cómo ha cambiado la imagen de Irán desde la llegada al poder de Mahmud Ahmadineyad?

—La primera victoria de Ahmadineyad en 2005 fue la respuesta de los iraníes a los ocho años de indiferencia occidental frente a los gestos aperturistas del presidente Jatami, con quien también fui embajador. Su mirada abierta y tolerante recibió como premio la inclusión de Irán en el «eje del mal». Ahmadineyad ha reforzado nuestra imagen entre la comunidad islámica mundial. Según sondeos de popularidad realizados por empresas occidentales en muchos países nuestro presidente es más famoso que los líderes locales. Incluso en España me atrevería a decir que es el más conocido de los líderes islámicos.

Artículo solo para suscriptores

Accede sin límites al mejor periodismo

Tres meses 1 Al mes Sin permanencia Suscribirme ahora
Opción recomendada Un año al 50% Ahorra 60€ Descuento anual Suscribirme ahora

Ver comentarios