Brasil reclama a Trump por enviar deportados encadenados

El avión, procedente del aeropuerto norteamericano de Louisiana, debía llegar a Belo Horizonte, pero aterrizó antes en la ciudad amazónica Manaos por las protestas de los pasajeros. Al saber de las condiciones del desembarque, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, ordenó el envío de un avión de la Fuerza Aérea para que los deportados pudieran completar el viaje «con dignidad y seguridad».

El Ministerio de Justicia informó en un comunicado «que la dignidad de la persona humana es un principio básico de la Constitución Federal y uno de los pilares del Estado Democrático de Derecho, constituyendo valores no negociables». La Policía Federal brasileña también emitió una nota describiendo el desembarque. «Los brasileños que llegaron esposados fueron recibidos e inmediatamente liberados de las manillas por la Policía Federal, con el fin de garantizar la soberanía brasileña en territorio nacional y los protocolos de seguridad en nuestro país».

Noticia Relacionada

Brasil condena la persecución de Maduro contra los opositores

Verónica Goyzueta

Lula da Silva se mantuvo en silencio el viernes sobre la investidura de líder chavista como presidente de Venezuela y le dejó las críticas a su vicepresidente

El canciller brasileño Mauro Viera viajó de Brasilia a Manaos para acompañar la situación de los brasileños y en una nota oficial informó que Brasil hará «una petición de explicaciones al Gobierno estadounidense sobre el trato degradante dispensado a los pasajeros del vuelo». La Embajada de Estados Unidos en Brasilia respondió en otra nota que los ciudadanos brasileños ya estaban bajo custodia de las autoridades brasileñas.

Los deportados recibieron alimentos y apoyo médico en el aeropuerto de Manaos. «Llevaba 35 años viviendo en Estados Unidos y llegamos aquí con este incidente. Recibimos rápidamente toda la ayuda y sólo puedo darle las gracias a todos los miembros del Cuerpo de Bomberos y al equipo de Derechos Humanos», declaró Sinval de Oliveira, de 51 años, en entrevista al portal Metropoles.

Los primeros brasileños deportados por el Gobierno Trump aterrizaron en su destino final, la ciudad de Belo Horizonte, el sábado por la noche. En entrevistas a medios locales contaron que fueron humillados por agentes de inmigración agresivos y que todo el proceso de deportación fue deshumano.

Varios de los hombres deportados denunciaron que fueron agredidos durante todo el viaje, con empujones, bofetadas y puñetazos. «Fue terrible, me ataron por los brazos, las piernas y la cintura, no nos respetaron. Nos pegaron. Dijeron que iban a dejar que derribaran el avión y que nuestro gobierno no era nada», declaró a la cadena de TV Globo el brasileño Carlos Vinícius de Jesus, de 29 años. La prensa local publicó en portadas fotos de la espalda de un hombre no identificado marcada por grandes moretones. Carlos fue preso en 2023 cuando trató de entrar a Estados Unidos ilegalmente por la frontera mexicana y declaró que estaba aliviado de volver a Brasil. Las mujeres, los niños y los padres con hijos no fueron agredidos físicamente.

«Fue un infierno, una tortura desde el momento en que salimos de Luisiana. Se notaba que algo iba mal en el avión. Creo que era su falta de compromiso con los seres humanos, estábamos muertos de miedo», dijo Sandra Pereira de Souza, de 36 años, que viajó con su marido Alisdete Gonçalves dos Santos, de 49, y sus dos hijos pequeños. Sandra comentó que vivieron momentos tensos, desde el trato que recibieron hasta la falta de estructura en el avión, sin mantenimiento en el sistema de aire acondicionado.

La brasileña comentó que los buscaron en casa para una supuesta reunión de inmigración y que no tuvo tiempo ni siquiera para buscar un pañal para su hijo. Sandra, que vivía ilegalmente hace tres años y medio en Estados Unidos con su familia, dijo que después de lo que han pasado solo quieren rehacer sus vidas en Brasil.

Los pasajeros deportados relataron que el avión hizo escala en Panamá para resolver problemas técnicos y que estaba en condiciones precarias. Un mecánico viajaba con ellos para resolver problemas como turbinas que echaban humo.

«El momento más difícil fue cuando se estropeó el aire acondicionado en el avión, la gente empezó a sentirse mal, algunos se desmayaron y los niños lloraban. Las turbinas se paraban durante el vuelo, era desesperante, como sacado de una película», contó el brasileño Kaleb Barbosa, de 28 años. Según él, si no hubiera sido por la intervención del Gobierno brasileño y el cambio de avión, todos habrían muerto.

El polémico vuelo de deportados es el primer incidente diplomático entre los Gobierno de Lula y Trump, pero la llegada de brasileños ilegales desde Estados Unidos no es una novedad. El año pasado, durante el Gobierno de Joe Biden, 2.557 brasileños fueron deportados por Estados Unidos, según datos de las autoridades brasileñas. Pero, según el Ministerio de Justicia, existe un acuerdo bilateral firmado en 2021, que prohíbe el uso de manillas o cadenas, salvo en caso de riesgo para la seguridad de los pasajeros y la tripulación.