Boris Johnson sigue aferrándose en su 'annus horribilis'

'Annus horribilis', término popularizado por Isabel II hace 30 años para referirse (sin mencionarlos) a varios disgustos causados por su familia –desde los divorcios de sus hijos Andrés y Ana hasta el conocido como 'tampongate', pasando por la publicación de la autobiografía de Diana de Gales o el incendio del castillo de Windsor–, puede ser reclamado propiamente este 2022 por el primer ministro británico, cuyos quebrantos parecen no tener fin. A la sucesión de escándalos (el 'partygate' y la acusación de acoso sexual a un diputado de su partido, Chris Pincher) se une una moción de censura fallida –impulsada por sus compañeros–, la polémica por la alteración del Protocolo de Irlanda del Norte y las deportaciones de inmigrantes a Ruanda y, finalmente, la dimisión en cascada de cuatro de sus ministros: los de Economía, Rishi Sunak, y de Sanidad, Sajiv Javid, el pasado martes; los de Vivienda, Stuart Andrew, y de Infancia y Familia, Will Quince, ayer. También renunció la diputada y responsable parlamentaria del Ministerio de Transportes, Laura Trott, y la subsecretaria en el Departamento de Interior, Victoria Atkins. Una rebelión en toda regla con mensajes muy explícitos de los dimisionarios, que expresaron su pérdida de confianza en el 'premier' a causa de su «falta de competencia y seriedad» e hicieron una llamada a «la integridad, la decencia, el respeto y el profesionalismo» en el Ejecutivo.

La imagen entre melancólica y erudita de Johnson en el Museo del Prado disfrutando de obras maestras de la pintura, en un receso de la Cumbre de la OTAN, dio la vuelta al mundo. Tan solo una semana después, ese momento íntimo puede contemplarse como un abrigo acogedor en mitad de la tempestad. El primer ministro afrontó ayer una lluvia de críticas –fuego amigo y enemigo, ya en una frontera muy difusa– en una tensa sesión de control en Westminster y en las redes sociales, ese parlamento alternativo, coincidiendo además con malas noticias económicas: la cotización de la libra esterlina se situó en un mínimo de 1,18 dólares por cada libra, el peor cambio desde marzo de 2020, cuando se implementaron las medidas de confinamiento por la pandemia de Covid-19. Preocupan también las malas perspectivas para la economía hechas públicas por el Banco de Inglaterra. «Los mercados prácticamente han descartado a Boris Johnson como primer ministro», afirmó Adam Cole, jefe de estrategia cambiaria de RBC Capital Markets.

En la Cámara de los Comunes, el líder de la oposición laborista, Keir Starmer, sacó el látigo: «Lo que estamos viendo es la conducta 'normal' de este Gobierno, mintiendo a la opinión pública como lleva ocurriendo desde hace meses» en casos como el 'partygate' (las fiestas celebradas en Downing Street durante los momentos más duros de la pandemia) y el escándalo sexual protagonizado por Pincher. Y añadió: «No es de extrañar que los ministros le abandonen cuestionando su integridad. Esto es lo que ocurre cuando los barcos se están hundiendo. Los 'tories' se han convertido en un partido corrupto que defiende lo indefendible».

A lo que el 'premier' contestó que la verdad es «muy importante» para él y que no sería «responsable» renunciar en este momento a la luz de los urgentes problemas internos y el conflicto en Ucrania. «Observo las dificultades que enfrenta este país... Observo la guerra más grave en Europa en 80 años», dijo Johnson ante el panel parlamentario. «Y no puedo, por mi vida, ver cómo es responsable simplemente alejarse de eso», informa Reuters.

Pero lo que probablemente ha hecho más daño al jefe de Gobierno han sido las andanadas de miembros de su partido a través de Instagram (nueva plataforma para dimitir) y Facebook. «Valores como la integridad, la decencia, el respeto y la profesionalidad deberían importarnos a todos. He observado con creciente preocupación cómo esos valores se han fracturado bajo su liderazgo», escribió Victoria Atkins en su carta de renuncia. Otra de las salientes, Laura Trott, señaló que «la confianza en la política es –y debe ser siempre– de suma importancia, pero lamentablemente en los últimos meses se ha perdido».

«He votado en contra de la política del Gobierno en varias ocasiones. Pero nunca antes me había pronunciado en contra de un líder del partido. Hasta ahora. No solo ha habido una pérdida real de integridad, sino un fracaso de la política», afirmó por su parte Robert Halfon, diputado conservador. «Preveo que las cosas descenderán a nuevas profundidades y no creo que bajo el liderazgo del primer ministro sea posible unir al Partido Conservador para darnos la oportunidad de ganar las próximas elecciones generales», escribió el diputado Tom Hunt. «No puedo mirarme en el espejo y aceptar esto», apuntó el también parlamentario conservador Lee Anderson.

En una de las jornadas más complicadas de esta tortuosa legislatura, Johnson todavía tuvo tiempo de remitir una misiva a la primera ministra de Escocia, Nicola Sturgeon, para decirle que ahora no es el momento de volver a abordar la cuestión de un nuevo referéndum de independencia. No desea engordar su 'annus horribilis' con otro frente.