El bloque de derechas sueco, con una ligera ventaja provisional, inicia los primeros contactos

Los socialdemócratas de la hasta ahora primera ministra Magdalena Andersson han vuelto a ser la fuerza más votada, con el 20,6% de las papeletas y dos puntos más que en las elecciones de 2018, pero aun reuniendo a todos los partidos del ala izquierda delParlamento (Socialdemócratas, Partido de la Izquierda, Verdes y Partido de Centro) no logran obtener más escaños, mientras que la derecha se beneficia del sorprendente ascenso de Demócratas de Suecia (SD), un partido liderado por Jimmie Åkesson que defiende mano dura contra la inmigración, que asocia a la criminalidad, y una política energética de vuelta a las fuentes tradicionales y la energía nuclear. Tras convertirse en el segundo partido más votado, con el 20,6% de los votos, ha alternado el equilibrio de alianzas.

El SD, que en su origen a finales de los ochenta surgió de raíces neonazis, había sido sometido a un «cordón sanitario» por el resto de los partidos desde su entrada en el parlamento en 2010, lo que explica que los socialdemócratas han podido gobernar en minoría las dos pasadas legislaturas. En la última fue necesario incluso un pacto con centristas y liberales, que habían pertenecido al bloque de centroderecha que existía desde 2004. Pero el Partido Moderado, que lideraba el bloque conservador y ha quedado debilitado por el resultado electoral, se ha rendido a la evidencia de este fulgurante ascenso y ha accedido a hablar con ellos.

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Rosalía Sánchez

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Åkesson ha declarado ya que su partido aspira a ocupar una posición «central« en el hipotético nuevo Ejecutivo y que su ambición es »formar parte del Gobierno«. También ha reclamado esa influencia otro destacado miembro del partido, Richard Jomshof. «Está claro que debemos poder discutir carteras de ministros y hablar de los puestos de presidente del parlamento y presidencias de las distintas comisiones», ha dicho en una entrevista concedida a la cadena pública de televisión SVT.

Las negociaciones, sin embargo, no serán en absoluto sencillas. La eurodiputa liberal Karin Karlsbro ha adelantado que su partido no aceptará un gobierno en el que esté presente SD una fuerza con la que mantiene diferencias notorias, y al que deberían sumarse además los democristianos.. A ello hay que sumar la debilidad del líder del Partido Moderado, Ulf Kristerson, que difícilmente subsistirá si cede la hegemonía de la derecha a SD. La gran pregunta de esta compleja negociación es hasta qué punto desea Åkesson arrastrar la hacia la derecha. Su figura se ha convertido en la incógnita de una ecuación de muy difícil resolución.

Åkesson nació en Solvesborg, una localidad de 9.000 habitantes en el sur de suecia, en el seno de una familia de clase media, con un padre empresario y una madre auxiliar de enfermería. Pasó muy joven del Partido Moderado al SD y, en los últimos 17 años, ha transformado una formación paria en términos políticos en un imprescindible para gobernar. A sus 43 años ha cultivado una imagen de hombre corriente de clase media, viaja en vuelo chárter a sus vacaciones en las Islas Canarias y hace personalmente la compra en el supermercado. Hoy ha almorzado en las oficinas del Partido Moderado de Estocolmo, a las que acudió después también el líder de los liberales, Joahn Pehrson, sin que haya trascendido el contenido de ninguna de las reuniones. Tanto Andersson como Kristersson se han mostrado hasta ahora muy comedidos en sus declaraciones.

«Todavía no hay nada decidido, pero una cosa está clara», dice el analista de la radio sueca Mats Knuston, el gran ganador de las elecciones es Åkesson, el populista más exitoso de toda Escandinavia, y el voto en general se ha desplazado muy visiblemente hacia la derecha».