Björn Höcke, un «líder espiritual» de la ultraderecha alemana sin piedad con sus rivales
Al mando de Alternativa para Alemania (AfD), el ganador de las elecciones en Turingia procede de círculos neonazis y defiende posturas antieuropeas próximas a Putin
En contra del euro, del multiculturalismo y de la inmigración: los principios de AfD
Corresponsal en Berlín
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Iniciar sesiónNo concede entrevistas. Sólo es posible acceder a él en pequeñas reuniones, en las que se rodea de un número de adeptos varias veces mayor que el de invitados. Desde esa superioridad numérica, Björn Höcke crea tensión con su voz y hacer reír a ... un público fácil con chistes de desprecio por sus oponentes. Las raras preguntas críticas son respondidas con miradas de burla e incluso insultos por parte de sus acólitos, como sucedió en abril en Straussfurt, donde el grupo parlamentario de Alternativa para Alemania (AfD) invitó a un «diálogo ciudadano» en el restaurante Zum dirtyigen Willi. Allí, Höcke se refirió como «chupasangres» a los países europeos del sur, que en su opinión «lastran a Alemania».
No es de extrañar, por tanto, que defienda acaloradamente la destrucción del euro y una urgente reorientación de la política exterior hacia Moscú. Este perfil político no tiene que ver con aquellos académicos que fundaron AfD hace una década, como reacción a los rescates europeos de la crisis de la deuda. Höcke estaba ya por entonces activo en política, como miembro reconocido de círculos neonazis.
Fue a partir de 2015, con la crisis de los refugiados, cuando abandonó definitivamente esa opción minoritaria, casi anecdótica, de la política alemana, para centrarse en el recién fundado Alternativa para Alemania. Supo ver el potencial de un partido establecido ya en todo el territorio federal y al que dio la vuelta como un calcetín, revirtiendo el programa hacia una radicalidad no conocida hasta entonces. El presidente del partido, Bernd Lücke, quiso detener esa deriva, pero Höcke respondió con la Declaración de Erfurt y con ataques personales a quienes defendían un discurso más moderado. Los supervivientes adoptaron su línea. La hoy copresidenta, Alice Weidel, otrora liberal, es seguramente el caso más llamativo de conversión. El periódico 'Nürnberger Nachrichten' lo describió entonces como «el jefe secreto de AfD». Süddeutsche Zeitung lo caracterizó como un «líder espiritual de todo AfD», mientras que Bild incluso tituló: «AfD es ahora el partido Höcke». Y, tras hacerse con el control, arrastró a la formación política a una ideología que no reconocen sus fundadores y que aprendió de niño, en su propia casa.
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Höcke nació en 1972 en Lunen, adonde sus abuelos habían llegado tras la deportación desde Prusia Oriental. Allí vivió una infancia marcada por la nostalgia de la patria perdida. Su padre estaba abonado a 'Junge Freiheit', una publicación ultraconservadora, y a la revista 'Der Bauernschaft', prohibida por sus posturas abiertamente antisemitas. Varios de sus trabajos escolares versaron sobre los crueles los bombardeos aliados sobre Dresde en 1945, construyendo una retórica hostil con Occidente. Tras estudiar Historia en Giessen y Marburgo, y ya trabajando como profesor de instituto, comenzó a enviar cartas a los periódicos locales quejándose de la «dictadura de opinión». Una de sus constantes es el desprecio por los medios de comunicación.
En 2008 se mudó a Bornhagen, en Turingia, y en primer lugar entró en contacto con el reconocido neonazi Thorsten Heise. La inteligencia alemana asegura que escribió para sus publicaciones bajo el pseudónimo de Landof Ladig. También es íntimo de Götz Kubischek, dueño de la editorial Antaios, que difunde literatura de ultraderecha. Desde que ocupa un escaño por AfD, se le ha retirado la inmunidad parlamentaria en siete ocasiones por utilizar deliberadamente consignas nazis. A micro cerrado, habla dictaduras en la sombra. «Los de arriba, en el poder, tienen para ello recursos que no existían hace 30 años», dice, e identifica «interculturalidad» con «guerra civil». Quiere echar de Alemania a todos los extranjeros, también a los que gozan de permiso de residencia, y no ha reaccionado tras desvelarse los vínculos de candidatos de AfD con Putin. Trabaja con una red de influencia en torno al diputado Sebastian Münzenmaier y promueve la profesionalización del partido. La crueldad con la que se ha librado de sus oponentes internos comenzaba a pasarle factura cuando el resultado electoral del domingo le ha devuelto el liderazgo.
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